El pasado miércoles el Gobierno nacional dio otro avance en su amplia agenda de género y reconoció en los Documentos Nacionales de Identidad a las personas que se perciben como no binarias, es decir que no se sienten representadas dentro de las tradicionales categorías masculinas y femeninas.

Como medida, el presidente Alberto Fernández, el ministro del Interior, Eduardo de Pedro y la ministra de las Mujeres, Género y Diversidad, Elizabeth Gómez Alcorta, restituyeron los DNI y agregaron la categoría "X".

Si bien para una gran mayoría del colectivo no binario fue una gran conquista, parte de ese activismo hizo un reclamo público en pleno acto gubernamental al grito de "no somos una X". En ese sentido, el abogado Iñaki Regueiro, parte de la agrupación AboSex, dialogó con Data Clave explicó la importancia de esta Ley y el debate que todavía existe en materia de género en el país: "Lo destacable es que la violencia no esté institucionalizada como ha estado en otros momentos y que se pueda contar con herramientas legales para defenderse".

Data Clave: ¿Cómo toma esta última medida del Gobierno nacional?

Iñaki Regueiro: Es un hecho histórico que Argentina por primera vez reconoce a las personas no binarias a través de los DNIs y pasaportes. Es también la primera vez en Latinoamérica que ocurre y se da por el mérito del activismo no binarie que ya desde 2018 estuvo obteniendo sentencias o resoluciones favorables en sedes administrativas o judiciales. Se empezó dando en provincias como Mendoza, Misiones y Tierra del Fuego, hasta que se terminó dando la decisión política de emitir esta documentación.

DC: ¿Por qué algunos sectores se mostraron en contra?

IR: La normativa internacional indica las posibilidades e incluye la “X” desde hace tiempo, aunque los países se limitan al masculino y el femenino. Lo que hay que destacar es que muches están sumamente conformes y celebrando la medida. Por otro lado, hay parte del activismo que considera que podría irse a más e incluir un campo abierto para la documentación personal, donde esté la posibilidad que aparezcan todas las identidades. Es un debate necesario que está en marcha y que no quita que hoy celebramos un primer paso de un hecho político muy destacable.

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DC: ¿Las limitaciones para poner más categorías de identificación tiene que ver con alguna cuestión de tratados internacionales?

IG: La experiencia indica que las cuestiones de género van siendo dinámicas y siempre se van dando modificaciones. La Organización de Aviación Civil Internacional establece cómo tienen que ser los documentos de los países para que sean válidos en tránsito o a llegar a Migraciones en algún país. Dentro de las categorías hay algunos países que tienen las tres opciones: masculino, femenino o “x”, como los casos de Australia, Alemania, Nueva Zelanda, entre otros. El inconveniente de emitir documentación que se aparte de los parámetros internacionales es que se termine cuestionando la validez de la documentación argentina. Ha ocurrido en el pasado, a pesar de los cambios registrales binarios dentro de la Ley de Identidad de Género, algunas personas trans se les ha vuelto difícil el ingreso a algunos países, principalmente por el nivel de discriminación y violencia en regiones enteras del mundo.

DC: ¿En qué momento se encuentra Argentina en materia de género y diversidad?

IG: Si lo comparas con determinadas regiones del mundo, estamos considerablemente mejor. Aun comparándonos con todos los países, el nivel y el estándar de derechos es muy bueno. Ahora, las leyes generan un cambio social y cultural, pero es algo progresivo, y no automático. Los cambios se van configurando con las modificaciones de las leyes. No estamos en un momento en el que podamos decir que no hay discriminación por motivos de orientación sexual y de identidad de género y de diversidad corporal, todo lo contrario. Las cifras de violencia y los ataques contra integrantes se siguen dando. Lo destacable es que la violencia no esté institucionalizada como ha estado en otros momentos y que se pueda contar con herramientas legales para defenderse.

DC: ¿La política está a la altura de las circunstancias? ¿O reniegan de eso?

IG: En materia de Derechos Humanos hay un apoyo transversal a los avances, y más cuando están amparados y empujados por todos los organismos y los movimientos sociales. En matrimonio igualitario, identidad de género y otros temas hubo apoyos transversales y es una muy buena noticia. Habla de la madurez de nuestra democracia y es algo a destacar. También creo que los cambios sociales se dan en una coyuntura. Cuando un Gobierno se pone al hombro un tema hay que reconocerlo, porque no es lo mismo que haya voluntad política a que no la haya.

DC: ¿Cuál es la agenda que sigue?

IG: Desde Abosex acompañamos e impulsamos la campaña “Reconocer o Reparar”, que apunta a que las personas trans y travestis que fueron víctima de persecución y criminalización, particularmente durante la dictadura, donde pasaron cárcel, tortura y violación, reciban una reparación por esa vulneración. Si bien el mundo cambió en 2012, también hay que ver qué ocurrió en el pasado. Otro es la Ley Intersex, la sigla LGTBIQ incluye una “I” que significa Intersex pero es un tema invisivilizado por distintos motivos y que implica que muches niñes que nacen con características sexuales y con cuerpos de lo que es considerado un promedio de características masculinas o femeninas, son sometidos a mutilaciones y a distintas prácticas invasivas e inconsultas en Argentina y en el mundo.

DC: Alberto Fernández planteó que alguna vez el Estado no tendrá que fijarse en las categorías. ¿Coincide en que esto pueda pasar? ¿Sería un paso positivo para el futuro?

IG: Es un debate complejo y profundo que no incluye solo al colectivo LGTBIQ, sino que también aborda al femenismo y al colectivo de mujeres. Las categorías, muchas veces sirven para medidas de acción afirmativa, como las leyes de paridad. De hecho, hay activistas trans que reivindican la existencia de la categoría porque fue motivo de lucha para que el Estado lo establezca en la documentación. Otras personas sienten que no hay necesidad de que el Estado tome en cuenta esa cuestión. En el futuro próximo el debate va a seguir y se va a profundizar. A efectos identificatorios, yo creo que debería ser una categoría que tarde o temprano se vaya eliminando. Hoy por hoy se usa en las bases de datos como una forma de cotejar y validar  datos. Así como ANSES hace poco eliminó el criterio de género en los Cuit/Cuil, hoy con la tecnología que tenemos en los Estados o los privados pueden detectar los datos sin tener que preguntar el género. Pero es solo una parte de la cuestión, después hay cuestiones del acceso a políticas públicas, a la salud o a las estadísticas. E insisto con lo del principio, tampoco hay que dejar de lado la dimensión política la dimensión de varios grupos que se reivindican y quieren que esas identidades estén por escrito.