Un estudio interno realizado por el Mossad, cuyas conclusiones escritas fueron compartidas con The New York Times, ofrece un relato detallado del modo en el que se planearon los atentados a la Embajada de Israel y la AMIA, incluida la forma en que el material para los explosivos se introdujo de contrabando a la Argentina en botellas de champú y cajas de chocolate.

Aunque el Mossad enfatiza que la inteligencia israelí aún cree que Irán, que respalda a Hezbollah, aprobó y financió los atentados y suministró el entrenamiento y el equipo, las averiguaciones refutan las afirmaciones sostenidas por mucho tiempo por Israel, Argentina y Estados Unidos de que Teherán tuvo un papel operativo. 

La investigación es contundente: ambos atentados fueron ejecutados por Hezbollah en venganza por las operaciones israelíes contra la milicia chiita en Líbano, según el Mosad. Hezbollah utilizó una infraestructura secreta que construyó por años en Buenos Aires y otros lugares de Sudamérica para preparar y realizar los ataques y todos los explosivos fueron ingresados a la Argentina en vuelos comerciales regulares desde varios países europeos. Luego fueron ocultados en un parque de Buenos Aires.

Al respecto, se detalló que los productos químicos utilizados para fabricar las bombas fueron adquiridos por una empresa comercial creada por Hezbolá para encubrir sus operaciones en Sudamérica y muchos de los responsables viven actualmente en el Líbano.

Las conclusiones se basan en información recopilada a partir de interrogatorios con sospechosos, vigilancia, escuchas telefónicas y agentes. Las conclusiones de los informes internos fueron confirmadas en entrevistas realizadas este mes a cinco altos funcionarios del Mossad actuales y retirados.

Según la investigación, los mismos operativos de Hezbollah responsables del atentado a la AMIA estuvieron detrás del derribo de un avión de pasajeros panameño al día siguiente, un incidente en el que murieron 21 pasajeros, entre los que se encontraban 12 líderes de la comunidad judía en Panamá.

Los hallazgos del Mossad afirman que debido a que la red operativa de Hezbollah “no fue expuesta y neutralizada después del ataque a la Embajada de Israel”, esas mismas personas fueron utilizadas para “ejecutar un ataque aún más mortal” en la mutual judía después. 

Tras los atentados se hicieron acusaciones que implicaban que funcionarios argentinos con simpatías ultraderechistas o neonazis podrían haber estado involucrados, pero los hallazgos del Mossad concluyen que no hay evidencia para sustentar esas afirmaciones.

“Solo los operativos de la unidad de operaciones exteriores de Hezbollah, participaron en el atentado, sin ninguna colaboración de ciudadanos locales”, concluye la investigación.

Sobre Irán, el Mosad citó las pesquisas de un fiscal argentino, Alberto Nisman, de que Teherán aprobó los dos ataques, sin agregar detalles. En 2007, por pedido de Nisman, Interpol emitió una serie de alertas rojas contra altos funcionarios iraníes, incluido Ahmad Vahidi, quien actualmente es ministro del Interior de Irán.

Sin embargo, la investigación del Mosad determinó que Irán no participó en la perpetración de los ataques ni en dar asistencia a los agentes. El Ministerio de Relaciones Exteriores argentino no respondió inmediatamente a las solicitudes de comentarios sobre los resultados.