En las últimas horas, el Parlamento de Israel definió al nuevo primer ministro del país. El ultranacionalista religioso Naftali Bennett reemplaza a Benjamin Netanyahu después de 12 años ininterrumpidos en el poder.

“Es el momento de pasar el liderazgo de la nación y el Estado a la próxima generación”, indicó Bennett, al tiempo que agradeció a Netanyahu sus doce años de servicio a Israel a pesar de las discrepancias entre ellos.

Se trató de una sesión muy tensa. Mientras hablaba el flamante premier, parlamentarios del Likud de Netanyahu, de partidos ultraortodoxos y del Partido Sionista Religioso lo increpaban e insultaban, obligando a interrumpir su discurso en más de una ocasión. De hecho, Itamar Ben Gvir y Bezalel Smotrich, del Partido Sionista Religioso, fueron expulsados de la sesión.

La información que llega desde Israel es que Benett plantea un  gobierno de “unidad nacional”, que reúne a ocho partidos políticos diferentes, desde ultranacionalistas religiosos hasta izquierdistas pacifistas, pasando por centristas laicos e incluso por primera vez un partido árabe.

“Cuando veo estas interrupciones no puedo evitar pensar que nuestros ancestros soñaban con una situación en la que hubiera un Estado y un Parlamento y me enorgullece escuchar las criticas”, señaló el primer ministro.

Cabe señalar que Benett asumirá la jefatura del Gobierno los dos primeros años en un pacto rotatorio con el centrista Yair Lapid, quien recibió el encargo de formar un gobierno alternativo tras las cuartas elecciones en dos años. En tanto, se convertirá en primer ministro solo con siete diputados para su partido Yamina, aunque su apoyo a la coalición del cambio era crucial para desbancar a Netanyahu.

“En este momento, también nos enfrentamos a un desafío interno, a la división prolongada en nuestra nación (...). Esta deriva nos ha enviado a una elección tras otra, al odio y lucha entre hermanos”, subrayó Bennett y se comprometió a “abrir un nuevo capítulo” en las relaciones con la población árabe israelí, que por primera vez será representada en el gobierno por un partido independiente, el islamista Raam. Además, se comprometió a mejorar la seguridad, la educación y el acceso a vivienda de esa minoría.

Por su parte, Netanyahu expresó: Si estamos destinados a estar en la oposición, lo haremos con la cabeza en alto hasta que derroquemos a este peligroso Gobierno”. Y acusó a Bennett de cometer “el mayor fraude de la historia de Israel” e incumplir sus promesas ante sus votantes de derecha, algo que “la población no olvidará”.

 "Junto con mis compañeros en el Likud y la derecha convertimos a Israel en un poder global y real en muchas áreas, lo hicimos sin rendirnos a la presión internacional y reforzando nuestro poder tecnológico, diplomático y de seguridad”, sentenció.