Afganistán sigue sumergido en el terror. El régimen talibán que tomó el poder en el país asiático días atrás sigue infundiendo miedo en la población. Hoy, ciudadanos volvieron a manifestarse en distintas localidades, con la bandera tricolor. Todas ellas fueron reprimidas con ferocidad. Ya había sucedido un hecho similar ayer.

En este sentido, en Asadabad, capital de la provincia oriental de Kunar, los talibanes abrieron fuego contra grupos que marchaban ondeando el viejo emblema negro, rojo y verde, que los islamistas reemplazaron por otra blanca con inscripciones de la fe islámica.

La represión fue tal que testigos citados por la cadena de TV Al Jazeera dijeron que dos personas resultaron muertas en esa ciudad, pero este dato no fue confirmado por ninguna fuente oficial e incluso otras versiones hablaron de tres víctimas fatales.

Según las mismas fuentes, un hecho similar se vivió en Jalalabad, capital de la provincia de Nangarhar, donde los disparos talibanes hirieron a dos personas que celebraban el fin al dominio británico (1919) portando lienzos con la inscripción "Nuestra bandera es nuestra identidad".

En tanto, un funcionario de la ONU advirtió sobre la grave escasez de alimentos en esta nación de 38 millones de personas y destacó que los talibanes enfrentan los mismos problemas que el Gobierno civil al que desplazaron sin el nivel de ayuda internacional que tenía, consignó la agencia de noticias AFP.

Este hecho constituye un desafío para el nuevo poder político y militar afgano, que busca reprimir de inmediato cualquier disidencia, pese a sus promesas de moderación desde la última vez que impusieron un Gobierno draconiano en Afganistán.

En Kabul, en tanto, una enorme caravana de automóviles y personas cerca del aeropuerto portaban pancartas tricolor, que se está convirtiendo en un símbolo de desafío a los talibán.

Además, en el aeropuerto internacional continuaron los vuelos de evacuación militar. Allí, Militantes talibanes dispararon hoy ráfagas al aire para controlar a las multitudes reunidas en los muros, desde donde desesperados hombres, mujeres y niños intentan huir.

En la provincia de Khost, en el montañoso sureste, las autoridades islámicas instituyeron un toque de queda de 24 horas tras disolver violentamente otra protesta.

Mientras tanto, figuras de la oposición reunidas en Panjshir, la última zona del país que no está bajo el Gobierno de los talibanes, hablaron de lanzar una resistencia armada bajo la bandera de la Alianza del Norte, que se alió con Estados Unidos durante la invasión de 2001.

Hasta ahora, los talibanes no ofrecieron detalles sobre cómo liderarán, aparte de decir que se guiarán por la sharia (ley islámica) y solo se sabe que están en conversaciones con importantes funcionarios de Gobiernos afganos anteriores.

Mientras tanto, crece la incertidumbre y la preocupación por que la milicia radical vuelva a imponer su brutal Gobierno, que incluyó confinar a las mujeres en sus hogares y llevar a cabo ejecuciones públicas.

Cabe recordar que del 6 al 14 de agosto, los combatientes del movimiento talibán se hicieron con el control de todas las capitales provinciales de Afganistán y el día 15 entraron en Kabul, retomando el poder tras dos décadas de intervención aliada que llegará a su término a fines de este mes. El presidente afgano, Ashraf Ghani, huyó del país y pidió asilo en Emiratos Árabes Unidos.