Todas las miradas del mundo están puestas en el conflicto entre Rusia y Ucrania. En las últimas horas, el presidente ucraniano Volodymir Zelenskyy anticipó una posible invasión esta semana, mientras que el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, pidió a sus compatriotas que abandonen el país.

Asimismo, el gobierno de Joe Biden, que ya comenzó la semana pasada a evacuar a su personal no esencial, ahora decidió cerrar la embajada en Kiev y trasladar de lo que queda de su legación diplomática a Lviv, ciudad en el extremo occidental del país, casi 550 kilómetros más al oeste de la frontera rusa.

A su vez, el primer ministro británico Boris Johnson aseguró que hay evidencia bastante clara de que Rusia está planeando una invasión de Ucrania e instó al presidente Vladimir Putin a alejarse del "borde del precipicio", y que es "una situación muy peligrosa y difícil, pero todavía hay tiempo para que el presidente Putin dé un paso atrás".

Estas medidas y declaraciones se dan en el medio de constantes advertencias de Estados Unidos y la Unión Europea sobre un posible ataque ruso sobre Ucrania, a partir de la reunión de más de 100.000 soldados rusos en la frontera, al Este, y otras fuerzas en Bielorrusia, al Norte.

Desde el Kremlin niegan estos planes aunque la militarización sigue en aumento. El ministro de Asuntos Exteriores, Serguéi Lavrov, dijo que el diálogo “está lejos de agotarse”.