Hubo un tiempo que fue hermoso, en el que Alemania parecía un país perfecto. Pero cambia, todo cambia. Y en esa nación europea se producen situaciones que parecían destinadas exclusivamente a América Latina, o lo que en los años 70 se llamaba Tercer Mundo.

Es que hace apenas un par de semanas, la Justicia alemana desbarató un golpe de Estado, tras una serie de arrestos que se realizaron en todo el territorio, cuando se desbarató a una organización de ultraderecha, que buscaba derrocar al actual gobierno.

El grupo terrorista fue creado "como máximo a finales de 2021" y tenía "como objetivo superar el orden estatal existente en Alemania y reemplazarlo por una forma de Estado propia", dijo la Fiscalía, hace una semana.

El proyecto no podía ser realizado "sino con el uso de medios militares y de violencia contra los representantes del Estado", agregó el organismo. 

Sus miembros están "unidos por un profundo rechazo de las instituciones del Estado y del orden fundamental liberal y democrático de la República Federal de Alemania, que ha hecho crecer en ellos, a lo largo del tiempo, la decisión de participar en su eliminación por la violencia y lanzarse a actos preparatorios concretos a este efecto", explicó el Ministerio Público. 

Lo más llamativo es que sus miembros son integrantes de un grupo conocido como Ciudadanos del Reich, que se niegan a pagar impuesto y que consideran que la actual Alemania es consecuencia de una corporación creada por las potencias que ganaron la Segunda Guerra Mundial.

Uno de los detenidos en los procedimiento simultáneos que se realizaron en todo el país fue el príncipe Enrique XIII de Reuss, dueño de un coto de caza situado a unas tres horas de auto de Berlín donde se reunían los conspiradores, que además se usaba como escondite para guardar armas.

Es posible que Enrique XIII, de 71 años, descendiente adinerado de una familia noble de 700 años de antigüedad, parezca el cabecilla improbable de un complot terrorista de este tipo. Pero, según los fiscales, fue designado por sus coconspiradores para convertirse en el jefe del régimen posterior al golpe de Estado”, consigna un reportaje del The New York Times.

El príncipe detenido es uno de los últimos descendientes de la Casa de Reuss, una dinastía que gobernó durante 800 años parte del actual estado federado de Turingia, al este del país y donde la extrema derecha fue el partido más votado en las elecciones federales de septiembre de 2021. 

En varias conferencias dijo que la vida era mejor para los ciudadanos cuando existían las monarquías y los señores feudales. En un evento en 2019 sostuvo que en el "principado de Reuss" las personas llevaban "vidas felices" porque la tasa impositiva era "solo del 10%" y las estructuras gubernamentales eran "sencillas y transparentes".

Pero el príncipe no era sólo un viejo predicador de un pasado que ya fue. Según las autoridades alemanas, era una parte central del movimiento conspirador que pretendía asesinar al actual canciller.

Agentes de inteligencia habían estado observando al príncipe desde el otoño de 2021, y lo que estaban descubriendo era mucho más siniestro: el grupo de coconspiradores en torno a Enrique XIII incluía a soldados en activo y retirados de las fuerzas especiales de élite, agentes de policía, reservistas del Ejército y a otras personas vinculadas con las Fuerzas Armadas que habían diseñado planes concretos e incluso posibles fechas para un golpe de Estado”, agrega la nota del Times.

El príncipe no solo reclutó colaboradores en círculos de extrema derecha cercanos a los militares. También buscó aliados entre sus compañeros aristócratas, viajando a Austria y Suiza para cortejar a la nobleza de raíces alemanas en busca de donaciones para financiar su complot, dijeron funcionarios familiarizados con sus viajes. Con el dinero que recaudó, su grupo compró teléfonos satelitales para comunicarse fuera de la red durante y después del golpe planeado. Esos dispositivos se encontraron en la propiedad durante la redada”, consigna el diario.