"Si es necesario que sea candidato en 2022 para ganarle las elecciones al fascista de Bolsonaro seré candidato", dijo ayer el dos veces presidente de Brasil y referente del Partido de los Trabajadores (PT), Luiz Inácio “Lula” da Silva, en diálogo con Gustavo Sylvestre en C5N. Que sea necesario o no lo deberá resolver la oposición de esa país, pero sí podrá ser posible, tras la decisión que el Tribunal Supremo tomó este jueves (por ocho votos a tres) al ratificar el fallo que anula el proceso judicial que llevó a Lula a la cárcel, en el marco de la investigación por el Lava Jato, y que lo habilita a ser candidato presidencial en los comicios del año próximo. 

Tras aquel fallo que se conoció en marzo, las acciones de Lula en la opinión pública crecieron considerablemente. La grave crisis política y sanitaria que atraviesa Brasil y el gobierno de Jair Bolsonaro motivaron una importante recuperación de su imagen. Las últimas encuestas que trascendieron en el país vecino hablan de una intención de voto hacia el expresidente superior al 40%. 

Pero no será sencillo el recorrido que debe enfrentar Lula, ante una oposición y un sistema de partidos severamente fragmentada. Es por eso que, en la misma entrevista del jueves a la noche a C5N, el referente del PT aseguró que será candidato “si es necesario, si es que no figura otro dirigente del progresismo que logre unificar a toda la izquierda de Brasil”. Lula aseguró que ese espacio debe seguir el ejemplo que el peronismo argentino protagonizó en 2019 con el Frente de Todos que concluyeron en la victoria de Alberto Fernández. 

Aún falta demasiado para acercarse al tiempo de definiciones políticas y electorales en Brasil. El abrupto crecimiento y el intenso epílogo en la campaña (que incluyó una herida de arma blanca) que protagonizó Bolsonaro en 2018 son testigo de esto. 

Bolsonaro no figura hoy como el rival a vencer. Su imagen cayó y su intención de votos es de tal. En las últimas semanas se han ido de su gabinete 6 ministros. Brasil es el epicentro mundial de la pandemia del coronavirus, con al menos dos nuevas variantes del Covid-19 surgidas en ese país, y con un total de 362 mil muertes por Covid-19, sumado a un colapso sanitario en casi todos los distritos. Aún así el presidente se mantiene reticente a decretar restricciones a la circulación y vía Twitter se mofa de las medidas que el miércoles anunció Alberto Fernández.

Hay un dato que permite vislumbrar una alternativa a Bolsonaro y Lula. El actual presidente percibe una imagen negativa del 56%, mientras que la del exmandatario asciende a 44%.

El tercer nombre que figura en intención de votos es Sergio Moro, el exjuez que encarceló a Lula y que se desempeñó como ministro de Justicia de Bolsonaro. 

Pero hay un cuarto candidato que ha crecido abruptamente en el último tiempo. Y ha llamado la atención de la política argentina. Tanto en el Frente de Todos, que se entusiasman con el regreso de Lula a la política, como en Juntos por el Cambio, que acompañó en su momento la candidatura de Bolsonaro pero que habría encontrado ahora un mejor socio.

Se trata de Luciano Huck, un popular conductor de televisión de la señal TV Globo. “El Tinelli brasileño”, es la referencia que surge desde acá. Y el “Tinelli brasileño” estaría cerca de contratar al exjefe de Gabinete de Mauricio Macri, Marcos Peña, como jefe de campaña. Los conocimientos de Peña en el manejo de la Big Data que en 2015 sentó a Mauricio Macri en el sillón de Rivadavia tentaron a Huck para contratar sus servicios. Peña ya viajó a Brasil para mantener un primer encuentro con el conductor con un número que lo entusiasmo: con apenas posicionarse el mediático alcanzó el 10% de intención de votos. 

Lula da Silva. Bolsonaro. Huck. Son nombres. Pero previo a los comicios Brasil enfrenta un severo desafío político, económico, sanitario y social.