Trump enfría cualquier tipo de vínculo con América Latina, ¿cómo se manejaron sus antecesores?
El flamante presidente norteamericano se mostró distante con México y Brasil y sin interés en la región, más allá de las invitaciones que le extendió a Milei y a Bukele. ¿Diferencias con anteriores gestiones o misma línea?
Donald Trump volvió a la Casa Blanca y rápidamente dejó claro su desinterés por América Latina. En menos de 24 horas, declaró una emergencia nacional en la frontera con México, criticó duramente a los países de la región y aseguró: "Nosotros no los necesitamos. Ellos nos necesitan".
La frase, que rápidamente encendió alarmas, refuerza una postura proteccionista que ya había adoptado durante su primera presidencia. Sin embargo, no es nueva en la política exterior de Estados Unidos. Desde la Doctrina Monroe en 1823, los presidentes han oscilado entre el intervencionismo y el desdén hacia el sur del continente.
En términos generales, los mandatarios previos mostraron mayor interés por la región, aunque con matices. Barack Obama, por ejemplo, impulsó acuerdos comerciales como el TPP, del que formaban parte países como Chile, México y Perú. Además, buscó normalizar relaciones con Cuba, marcando un hito en la política exterior.
Joe Biden, por su parte, buscó fortalecer los lazos con América Latina mediante programas de asistencia económica y colaboración en temas como el cambio climático y la migración. Aunque sus esfuerzos no siempre fueron bien recibidos, su administración intentó mantener un diálogo constante con los gobiernos locales.
En contraste, Trump parece priorizar sus intereses internos sobre cualquier tipo de colaboración. Su decisión de aumentar los aranceles a productos mexicanos y canadienses, así como de catalogar a los carteles de droga como organizaciones terroristas, son medidas que complican aún más las relaciones bilaterales.
A pesar de su postura generalizada, Trump ha mostrado simpatía hacia ciertos líderes de la región. La relación con Javier Milei parece ser fluida. Milei asistió a la ceremonia de asunción en Washington, al igual que Nayib Bukele, de El Salvador, y Daniel Noboa, de Ecuador.
Sin embargo, no todos los líderes han sido bien recibidos. La relación con Lula Da Silva se vislumbra tensa, especialmente tras las declaraciones del mandatario estadounidense respecto al Canal de Panamá: "China opera el canal, y vamos a tomarlo de vuelta".
Aunque las declaraciones de Trump son polémicas, no resultan sorprendentes. Estados Unidos ha mostrado históricamente un interés limitado por el desarrollo de América Latina, salvo cuando hay beneficios estratégicos o económicos directos. La región, rica en recursos naturales, ha sido vista como una fuente de materias primas más que como un socio igualitario.
En este contexto, la postura de Trump refuerza una tendencia que, aunque con diferentes enfoques, ha prevalecido en varias administraciones. Habrá que esperar si esta retórica se traduce en políticas concretas o si, como ha ocurrido en el pasado, queda solo en declaraciones provocadoras.