En invierno se produce trigo, en verano se produce soja y en los años impares se compran dólares, parecieran ser características previsibles de la economía argentina. Contradiciendo las leyes de oferta y demanda, no parece haber precio que anule la presión dolarizadora en años electorales. Si sumamos la incertidumbre de la pandemia, la memoria de las devaluaciones recientes (2018 y 2018), la posibilidad de alguna nueva restricción o cimbronazo en países vecinos, es esperable que una parte importante de los excedentes en pesos sigan teniendo como principal destino la moneda extranjera.

Convencer a un pequeño o mediano dueño o dueña de un negocio para que amplíe su capacidad, genere algún puesto de trabajo o adquiera una nueva máquina en este contexto es realmente difícil.

El gobierno da por hecho que las presiones van a continuar los próximos meses hasta que se consoliden otras alternativas para los pesos que se acumulan. Por eso es tan importante sostener el proceso de recuperación, desde lo fiscal y desde los ingresos. Porque cualquier interrupción de la recuperación que todavía es incipiente y heterogénea aumentaría la presión sobre el dólar.

El mercado del dólar continúa dividido en tres partes. El principal, el mercado oficial para la gran parte de las operaciones con el exterior (importaciones, exportaciones y algunos pagos de deuda) y para el ahorro de unas 300.000 personas por mes que utilizan su cupo de 200 dólares mensuales. En segundo lugar, el mercado financiero con los dólares MEP (local) y CCL (para girar al exterior) a través de la compra-venta de bonos o acciones en el que se compran y venden dólares entre privados. Por último, el más pequeño mercado del dólar blue o ilegal.

Lo interesante es que en cada mercado el gobierno tiene un distinto nivel de intervención. En el oficial deben liquidarse todas las exportaciones así que se garantiza un flujo de oferta constante, sobre todo en los meses de cosecha. En el mercado financiero puede también intervenir con los títulos que tiene en cartera el Banco Central y así se frenó en gran parte la corrida de septiembre-octubre del año pasado. En el dólar blue ya no tiene instrumentos de intervención directa y queda a merced de pocos operadores.

El riesgo que tienen las últimas operaciones dirigidas al mercado financiero es justamente perder la capacidad de intervención sobre una serie de operaciones que viene administrando. Si se restringe demasiado el acceso a ese mercado, esas operaciones irán a parar al mercado blue donde el gobierno no puede salir a vender dólares para contener el precio. Por lo tanto, tampoco le conviene llevar al extremo los controles y necesita que una parte de la demanda que se destina a ahorro a través del dólar MEP y CCL siga pasando por las mesas de dinero en las que tiene un poder de fuego importante.

Dicho esto ¿cómo se encuentra el mercado del dólar a esta altura del año? Lo cierto es que comenzó el año en $155 y desde ese momento hubo un 25% de inflación. Por lo tanto, para mantenerse en la misma línea debería valer cerca de $195. Más de lo que vale hoy en día, incluso. Es decir, hasta el momento no puede hablarse de ninguna devaluación brusca pero los movimientos de las últimas semanas encienden las alarmas.

Además, el Banco Central intervino comprando divisas por más de 7.000 USD millones en lo que va del año y más de 1.000 millones en el mes de julio. A esto le sumó el cambio de una posición “vendedora” en el mercado de futuros a no tener compromisos hacia adelante por lo que incrementa su margen de maniobra.

Con esto, el gobierno se prepara para enfrentar un escenario electoral en el que le va a prestar mucha atención al tipo de cambio para evitar saltos abruptos. Las lecciones de septiembre y octubre del año pasado son claras: la incertidumbre que se genera puede tener efectos nocivos sobre un proceso de recuperación todavía incipiente y heterogéneo. La clave está en las medidas que regulen pero le sigan dando margen de intervención, evitando que el mercado blue se convierta en una referencia y se canalicen esas operaciones por el MEP.