Este viernes Argentina debería pagar en primera instancia los primeros vencimientos del año con el FMI y el gobierno aún no sabe qué postura tomará. Según lo trascendido por la portavoz del gobierno, Gabriela Cerruti, aún no se sabe si Argentina realizará el pago pendiente.

El tiempo pasa y la incertidumbre juega en contra del gobierno, no solo por los u$s 731 millones que deben pagarse, sino por los efectos colaterales negativos que tiene la propia incertidumbre, como es la disparada del dólar blue el cual llega a cotizar a $230 en algunos lugares de compra y venta.

Claramente, el gobierno no puede quedarse inerte ante el aumento constante de la divisa, pero su capacidad de fuego es mínima, ya que además de que las reservas netas se encuentren en su nivel más bajo desde mayo de 2016, el gobierno debe cumplir obligaciones por u$s 68 millones con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y u$s 17 millones con el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF), más otras deudas por u$s 45 millones.

Las presiones son muchas, el tiempo es poco y la oposición apura al oficialismo para que tome una decisión. Este contexto es lo que lleva al Kirchnerismo a buscar una negociación con el FMI de un acuerdo de facilidades extendidas. Conseguir esto no es nada fácil, ya que la decisión final pasa por el Directorio Ejecutivo del organismo, integrado por 24 representantes de países miembros, cuyo número de votos está basado en la cuota que cada uno aporta. El país con mayor peso dentro del organismo es Estados Unidos, que cuenta con el 16,5% de los votos totales. En nuestro país el acuerdo tampoco será automático: deberá ser refrendado por una ley votada por el Congreso, según lo dispone la Ley 27.612, aprobada en febrero de 2021.

En caso de no lograr un acuerdo, el país deberá abonar en 2022 un total de 19.100 millones de dólares en pagos de capital e intereses. Si no se logra un nuevo programa a 10 años con revisión de sobretasas, el Gobierno deberá pagar 19.300 millones de dólares en 2023 y 4.900 millones de dólares en 2024.

¿Qué puede pasar si Argentina no le paga al FMI?

Un incumplimiento de pagos con el Fondo Monetario Internacional (FMI) sería muy costosa para Argentina y desencadenaría en una serie de acontecimientos negativos, provocando una mayor caída en el ingreso de dólares y más problemas cambiarios para el futuro. Además, se expone a la posibilidad de quedar excluida de cualquier línea de financiamiento que ponga en marcha ese organismo o cualquiera de sus pares internacionales, como el Banco Mundial.

Luego de caer en default, se activan automáticamente una serie de pasos formales que involucran un periodo de 24 meses y con etapas definidas con anterioridad. Cómo primer paso, al incurrir en un atraso, el país recibirá un pedido de cumplir con lo pactado, pero en los hechos tendrá hasta un mes para concretarlo, ya que sólo una vez transcurrido ese lapso, la directora gerente del organismo, Kristalina Georgieva, comunicará al directorio del organismo la irregularidad.

En caso de que el atraso continúe, se abre una etapa de comunicaciones e intimaciones de diferentes actores. A medida que se avanza en el calendario, se suman funcionarios de mayor jerarquía de los distintos niveles decisorios del FMI.

Si el incumplimiento supera los 6 meses, el deudor entra en la categoría de atrasos prolongados. Es importante mencionar que el FMI no enfrenta hoy atrasos prolongados desde la cancelación que le hizo Sudán en mayo del año pasado, el cuál perteneció a dicha categoría por 37 años.

Por último, cuando los atrasos se prolongan más allá de los 18 o 24 meses, el FMI decide primero la suspensión del derecho de voto del país miembro y finalmente su exclusión como miembro de la institución.

La pregunta que cabría hacerse es ¿hasta cuándo puede seguir subiendo la apuesta el gobierno con el FMI? Ya son muchos los discursos donde Alberto Fernández y Cristina Kirchner hablaron en “contra” de un ajuste del FMI y a favor de un crecimiento argentino. Pero desconocer la relación entre un default soberano y el cierre de los créditos internacionales, junto con la desconfianza que trae aparejado, puede costarle muy caro al país.