El “Padre de la Patria” no era muy querido por los que usurparon la revolución y la sangrienta lucha por la independencia en beneficio de las minorías. San Martín murió el 17 de agosto de 1850 y recién treinta años después el cuerpo del papá de todas las personas que vivían en la Argentina fue traído para estar junto a sus hijas e hijos.

San Martín era un enemigo político de los que lo declararon “Padre de la Patria”. Expropiaba campos, negaba pagos a la iglesia, declaraba odiosa la deuda con el extranjero, impulsaba la vacunación y sentenciaba como obligatoria la educación secundaria. La historia oficial dijo que el correntino nació el 25 de febrero de 1778. Ningún papel lo demuestra. La reducción de Yapeyú de los tres reyes magos fue incendiada y saqueada por los portugueses en 1817. Inventaron la fecha de nacimiento de San Martín.

La devastación del casi 10 por ciento del territorio correntino parece seguir la lógica de la invasión que desapareció cualquier vestigio real del nacimiento de San Martín. Por un lado la destrucción y, por otro, la construcción deliberada de una historia oficial que intenta culpar a la naturaleza de los incendios que devoran miles y miles de hectáreas y matan animales que intentan salvarse generando fotografías que terminan siendo la mejor síntesis del proceso destructivo de los bienes comunes.

Dicen los poetas correntinos que sapucay es la consecuencia de lo que quema el sonido en los ojos y en 2021 la Legislatura provincial declaró al grito como “patrimonio cultural inmaterial de la provincia de Corrientes”. Acá no hay sapucay. Es el fuego el que quema la tierra, la fauna y la flora como consecuencia de negocios impunes que imponen la lógica del interés particular por encima de lo colectivo y del futuro de la castigada casa cósmica para las nuevas generaciones.

El exilio de San Martín, la mentira oficial sobre su nacimiento es directamente proporcional a los sapucay que nunca quisieron ser escuchados por las minorías dominantes tanto en Corrientes como en los gobiernos nacionales de un país que es profundamente unitario y muy distante de las realidades existenciales de las provincias. Corrientes incendiada, San Martín chamuscado y sapucay inaudible son las postales que sintetizan la colonización de los estados al servicio de los intereses privados.