Estamos a casi cuatro años de enero del 2018, momento en el que la mayoría de las empresas argentinas alcanzaron sus precios máximos, medidos en dólares, en dos décadas. Sin embargo, hoy se encuentran un 81% en promedio por debajo de ese nivel.

Esta baja en la cotización de las empresas locales estuvo en sintonía con diversas dificultades, tanto externas como internas, que atravesaron los gobiernos de distintos signos políticos.

Sin embargo, en el último mes, el mercado de ADRs (American Depositary Receipt, en inglés) argentinos registró una fuerte suba del 13%, con lo que alcanzó un rendimiento del 22% en lo que va del año. De esta manera, se ubica incluso por encima del índice estadounidense S&P 500.

Ante esta situación, la gran pregunta es si el mercado está frente a una salida de un piso, o si la reciente subida quedará rápidamente pulverizada, como sucedió en momentos anteriores.

Por eso, creemos que es momento de ser selectivos y de analizar los sectores y las empresas con mayor potencial en el mediano y largo plazo, independientemente de las oscilaciones de precios diarias a las que se encuentra expuesto un mercado accionario de baja liquidez como es el argentino.

Dentro de los sectores de la economía argentina, vemos al energético como uno de los más estratégicos para el desarrollo del país. Y en ese sentido, Pampa Energía es la compañía local que reúne las mejores condiciones para invertir.

En el trimestre terminado en junio de 2021, la empresa informó que obtuvo el 52% de su EBITDA del segmento de electricidad (principalmente, generación) y el 48% restante, del negocio de petróleo y gas (30% exploración y producción, 11% transporte de gas y 7%, petroquímicos).

Dentro del negocio de generación de electricidad, el 85% del EBITDA del último trimestre reportado por Pampa Energía fue gracias a los contratos de abastecimiento mayorista de electricidad, conocidos también como “PPAs”.

Estos contratos son denominados en dólares, aunque pagaderos en pesos al tipo de cambio de cambio oficial.  A partir del segundo trimestre del 2022, la firma espera comenzar operaciones comerciales en la planta termal de Ensenada Barragán, un proyecto clave de infraestructura para el abastecimiento de electricidad en Argentina, que hoy se encuentra un 50% terminado y que tendrá como socio a YPF.

La inversión presupuestada de este proyecto es de 220 millones de dólares, y aportará 280 megawatts de electricidad, lo que implica unos 80 millones de dólares anuales al EBITDA de la compañía, ajustado por su participación. 

En el segmento de petróleo y gas, la firma se encuentra en proceso de recuperación de producción gracias a los incentivos del Plan Gas.  Esto le permitió alcanzar un precio de venta de gas de 3,9 dólares por millón de BTU en el último trimestre, representando una suba del 95% comparado con el año anterior. En este segmento de negocios, el gas representó -en el mismo periodo- el 90% de la producción y el 78% de la facturación.

En cuanto al petróleo, la compañía se encuentra aún por debajo de los niveles de producción pre-pandemia. En el último trimestre, Pampa Energía reportó una producción de 4.800 barriles de petróleo por día, que actualmente consigue vender a un precio aproximado de 55 dólares por barril.

El precio del crudo local se pacta entre productores y refinadores con el objetivo de evitar las oscilaciones que pueda tener el precio internacional del Brent o el WTI. Esperamos que los precios altos del gas y la suba en la producción continúen mejorando la rentabilidad de este segmento de negocio. 

Por último, cabe destacar que Pampa Energía cuenta con una situación financiera saludable. La deuda bruta total a junio de 2021 era de 1,5 mil millones de dólares, con una posición de caja de 460 millones de dólares. En los próximos 12 meses, solo vencen 100 millones de dólares, y son mayoritariamente obligaciones denominadas en pesos.

Por lo demás, actualmente la empresa opera a un múltiplo EV/Ebitda 2022 de 4.0x, un descuento del 4% comparado con sus pares internacionales. El ADR de Pampa Energía cotiza a 19,3 dólares, es decir, un 73% menos con respecto a los máximos de 2018. 

Los inversores dispuestos a asumir riesgos, que no miran el día a día del mercado y que tienen una mirada de mediano y largo plazo, ya comenzaron a posicionarse en estas acciones.