Las condiciones internacionales vuelven a ser favorables para los países emergentes. El índice dólar perdió un 5,75% en lo que va del año, mostrando más una debilidad del dólar que una fortaleza de las otras monedas con la que se compara, tocando mínimos de dos años. En el mismo sentido, las tasas de interés del mundo están cercanos a cero e incluso, en algunos casos, llegan a terreno negativo.

Esto genera que los inversores busquen otro lugar para colocar su capital, y ese lugar son los países emergentes. Un ejemplo de ello es el caso de Perú, que logró colocar US$4.000 millones en el mercado de capitales internacional en tres bonos: uno por US$1.000 millones a 12 años a una tasa del 1,86%, apenas 100 puntos básicos por encima de la tasa que paga EE.UU., otro de US$2.000 millones a 40 años con una tasa del 2,78%, 125 puntos por encima de EE.UU., y otros US$1.000 millones a 100 años a una tasa del 3,23%, 170 puntos arriba que el país del norte. Todo esto en medio de una crisis política que hizo que tengan 4 presidentes en los últimos 4 años. La confianza del mercado no está en los gobiernos de turno, sino en el país. Esto le permite a Perú poder afrontar los gastos de la pandemia sin tener que recurrir a la emisión monetaria excesiva con su consecuente depreciación del Nuevo Sol.

Asimismo, la debilidad del dólar provoca que los precios de los commodities, medidas en moneda estadounidense, suban de precio. En lo que va del año, la soja tuvo una suba del 22,91%, el oro del 21,1%, el maíz del 8,9%, el trigo 3,27%, el cobre 25,55% y la plata 35%. Por otro lado, el petróleo se derrumbó un 25,78% en el 2020 a causa de la parálisis económica que hizo que la demanda del crudo se desplomara, aunque está muy por encima del piso que tocó en abril.

Esta dos condiciones favorables (hiperliquidez global y precios de commodities altos) facilitan que Argentina pueda recuperarse económicamente en los años venideros, pero primero tenemos que hacer las cosas bien.

El capital que está buscando negocios para invertir no va a venir por el simple hecho que tengamos materias primas. Por más ingresos que garantice un proyecto de inversión, si a esos ingresos los dilapidamos con impuestos exorbitantes, y no se garantiza la propiedad privada, ni van a tenernos en consideración para hundir un solo dólar.

El clima de negocios es fundamental para que las inversiones crezcan. Hay que entender que sin empresarios que se animen a invertir en nuestro país, no va a haber trabajo para los argentinos. El discurso del gobierno actual de querer darle trabajo a todos, pero en el mientras tanto busca expropiar empresas, declara servicio público a las telecomunicaciones, avanza contra la justicia y sostiene constantemente un discurso anti-empresario es una contradicción muy costosa para los argentinos.

El mercado ya no confía en Argentina. El precio de los bonos recién reestructurados son una prueba de ello (el AL30 cayó un 25,6% desde la reestructuración), y es algo que estamos pagando. El hecho de que, a pesar de la liquidez global que se mencionó anteriormente, nadie nos quiera prestar dinero (a una tasa razonable) para afrontar la crisis, refleja que nadie cree que Argentina vaya a mejorar si sigue por este rumbo. Como consecuencia, el incremento del gasto público, que se dio a causa de la pandemia, se está financiando en gran parte con emisión monetaria y deuda remunerada (Pases y Leliqs). Como resultado, la enorme cantidad de pesos que están circulando y que circularán en el futuro lo pagaremos con más inflación.

Argentina está atravesando una crisis económica muy grande. Afortunadamente las condiciones financieras internacionales soplan a favor nuestro. Depende de nosotros y solo de nosotros aprovechar esta situación para que la crisis no deje secuelas permanentes en nuestra economía, como puede ser un nivel de pobreza estructural más alto.