En algunos aspectos, la finalización de 2021 se parece mas al término de una extensión del año 2020 que al epilogo de un año distinto. La difícil situación sanitaria global ha seguido prevaleciendo en el contexto de la situación internacional y ha afectado agendas de países, de relaciones internacionales y de negocios globales.

Sin embargo, en materia de intercambios económicos planetarios el año 2021 ha sido bien diferente al 2020.

Según la Organización Mundial de Comercio (OMC) el comercio internacional entre todos los países del globo medido en volúmenes creció en 2021 un 10,5% en relación con el muy sufrido 2020 (cuando había descendido 5,4% por las afecciones a la economía surgidas de las reacciones ante la irrupción del COVID). El comercio internacional total ha exhibido en 2021, así, una recuperación muy superior a la que estaba prevista.

En consonancia con esto, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) señala que, referido en dólares, el comercio entre todos los países habrá llegado en la medición anual de 2021 a unos 28 billones de dólares, una cifra nunca antes obtenida (en 2018 se había alcanzado la mayor cifra hasta ahora, en 25,5 billones de dólares, sumando comercio internacional de bienes y de servicios en todo el planeta).

Debe advertirse que una porción de esta cifra en dólares se explica por el alza en los precios internacionales que se generó por las expansivas políticas monetarias en los países centrales (especialmente Estados Unidos, porque más de tres cuartas partes del comercio internacional mundial se opera en dólares) que debilitaron la moneda de referencia; además de haber influido en los números expuestos que se han producido en el mundo alzas en costos ante las dificultades físicas para una adecuada reacción productiva en la generación de insumos y servicios (cuellos de botella). Pero, más allá de las referencias en dólares, como antes se expresó, los datos en volúmenes son muy generosos también.

Así, de todos modos, ha estado lográndose una capacidad de reacción destacable por la velocidad, la agilidad y el alcance geográfico del salto; y porque avizorando el futuro inmediato aún hay aun margen hacia delante de más alzas, ya que -amén de que el comercio internacional planetario en bienes físicos se está recuperando con energía- el de servicios aún tiene pendiente la normalización en viajes y turismo, todavía afectados por el contexto sanitario (aunque -a la vez- es también cierto que, medido en dólares, el flujo de servicios de logística creció por los mayores precios surgidos de los cuellos de botella que la vertiginosa recuperación ha producido en la materia).

Para 2022 la OMC prevé una desaceleración en los flujos comerciales internacionales globales, pero de todos modos anticipa un crecimiento en volúmenes de 4% adicional.

Esto ha generado un ámbito planetario que permitió el alza en las exportaciones de todo el planeta, incluida Latinoamérica, en la cual la CEPAL estima que el total de exportaciones -de nuestro subcontinente- llegaría en 2021 a 1,2 billones de dólares (no había alcanzado los 960.000 millones en el pandémico 2020).

En Latinoamérica, según CEPAL, los mayores exportadores de la región alcanzan récords de ventas externas medidas en dólares: en un reciente reporte anuncia que México avanzaría hasta casi 486 mil millones, Brasil a más de 290 mil millones y Chile a más de 92.000 millones. Mientrastanto, más abajo, las ventas externas argentinas de bienes, conforme datos de INDEC, habrían llegado a unos 76.000 millones de dólares.

Las exportaciones argentinas, en este marco, han crecido en 2021 generosamente: casi 40% (las importaciones lo hicieron casi 50%). Pero -a diferencia de los demás resultados de los vecinos antes mencionados- las argentinas no llegan a empardar récords anteriores (obtenidos en los años 2010, 2011, 2012, en los que los resultados generaron aún mayores ventas externas que las de 2021; en particular en 2011 cuando se rondaron los 84.000 millones de dólares).

El buen resultado argentino debe ser remarcado (se consiguieron las mayores exportaciones medias en dólares en 8 años), pero también debe decirse que la comparación parte de débiles resultados anteriores y que la cifra de 2021 -muy empujada por condiciones exógenas no necesariamente repetibles en 2022- no llega a ser tan buena como la de quienes en nuestra región nos superan (la referida triada de mayores exportadores latinoamericanos: México, Brasil y Chile).

Por ello, para Argentina queda siempre una advertencia: es preciso retomar una senda de acoplamiento con la nueva era planetaria que de no ocurrir puede generar ilusiones esporádicas ante eventos a favor si nos miramos solo a nosotros -como en 2021- pero dolores de cabeza hacia adelante.

El mundo está asistiendo al inicio de 2022 un proceso que muestra 7 grandes tendencias que se aceleran desde hace un tiempo: una globalización resiliente y vigorosa aunque cambiante; una revolución tecnológica productiva que plantea condiciones innovativas inéditas; un marco geopolítico que crea pujas que influyen decisivamente en los negocios; un contexto regulativo internacional de crecientes exigencias en materia de estándares, requisitos técnicos, normas  de calidad;  una integración múltiple entre los 6 flujos sistémicos de la “globalización hexagonal” (comercio internacional de bienes, de servicios, flujos de inversión extranjera y transnacional, financiamiento suprafronterizo innovativo disponible para proyectos muy modernizantes, creciente intercambio de información y conocimiento como principales y mayores motores de la actividad económica planetaria que lleva a la nueva generación de valor en los intangibles y el capital intelectual, y el avance de las migraciones y telemigraciones); y un liderazgo de las empresas globales como nuevos disruptores y “creadores de futuro”, generadoras de nuevas condiciones con más potencia que la propia política y los países, y que a la vez crean redes de vinculación entre ellas que producen nuevos “eco” sistemas creativos y disruptivos.

Por ende, 2021 no ha sido solo una prolongación de 2020.

Y el análisis de los resultados sobre la participación en la economía plenaria debe hacerse evaluando los procesos y no solo algunos datos específicos.