El rally de los bonos soberanos -especialmente los AL/GD 29 y 30- marca un punto de inflexión en la lectura del mercado sobre la estrategia macroeconómica del Gobierno. Después de meses en los que la acumulación de reservas se apoyaba exclusivamente en intervenciones en el MULC, algo está cambiando. Y lo está haciendo de forma más estructural.

Lo que comenzó como una práctica atada al movimiento del tipo de cambio -comprar reservas solo cuando el dólar tocaba el piso de la banda- hoy se transforma en un mecanismo más sistemático y profesional. El equipo económico dejó de depender únicamente del mercado de cambios y avanzó hacia una estrategia de financiamiento vía emisión de deuda en pesos y dólares, pero con una condición clave: que pueda ser suscripta en dólares. ¿El objetivo? Captar divisas sin presionar al mercado cambiario.

Esto se traduce en un tope de emisión mensual de hasta USD 1.000 millones en instrumentos como bonos hard dollar, dólar linked, CER o incluso bonos en pesos. Así, se abre un nuevo canal de ingreso de dólares a reservas a través del mercado de capitales. Se trata de una forma más moderna de fortalecer las arcas del BCRA, sin recurrir a anclas inconsistentes o intervenciones puntuales.

Este cambio tiene impacto directo en la curva soberana. La suba de los bonos es generalizada, pero con lógica: los más cortos (como el AL29 o el GD30) alcanzan sus máximos primero por su menor duration y, por ende, menor riesgo percibido. Sin embargo, cuando analizamos retornos proyectados, el AL38 se destaca como el más atractivo. Su estructura, precio actual y convexidad frente a variaciones del riesgo país le otorgan una ventaja significativa frente al AL30, GD30 o incluso los 2029.

Para quienes buscan alargar duration y maximizar rendimiento con una visión de más largo plazo, el GD41 también se perfila como una opción atractiva dentro de los soberanos ley extranjera.

Hoy, nuestra recomendación es clara: apostar al AL38 como bono preferido, sin dejar de considerar alternativas como el GD41 para quienes estén dispuestos a asumir una mayor exposición temporal. El mercado está comenzando a premiar señales de sistematización en la política económica. Si esta dinámica de acumulación de reservas vía deuda se consolida y gana previsibilidad, podríamos estar ante el inicio de un nuevo régimen financiero: uno en el que Argentina no solo exporte para conseguir dólares, sino que también los capte por generar confianza.