En un año electoral que se caracteriza por la escasez de reservas internacionales, el gobierno intenta contener las presiones cambiarias con las pocas reservas que le quedan. La opción de devaluar en forma abrupta el dólar oficial, sugerida por los tecnócratas del FMI, generaría una aceleración de las tasas de inflación que agravaría aún más la situación social, dejando fuera de juego al oficialismo en la carrera electoral.

Los saltos de los dólares paralelos, si bien generan incertidumbre económica y cierta presión de precios, son un mal menor ante la posible devaluación del dólar oficial. Una combinación de subas abruptas de los dólares financieros con posteriores intervenciones para ponerle un freno a la escalada, parece ser la opción elegida para administrar las tensiones cambiarias dadas las escasas herramientas disponibles.

En ese escenario se explica la dinámica de la corrida cambiaria ocurrida durante el mes de abril. La corrida contra los dólares financieros en el mercado de bonos soberanos implicó un incremento deestas cotizaciones en aproximadamente 15% que luego pudo ser parcialmente revertida por la posterior reacción del Ministerio de Economía para intervenir en ese mercado cambiario. La contracara de esto fue que el BCRA no pudo acumular reservas a pesar de las liquidaciones por el Programa de Incremento Exportador, conocido comoDólar Soja III”.

En los días sucesivos, además, se fueron sumando distintas restricciones con la intención de acotar el mercado en donde el BCRA puede intervenir, buscando lograr mayor efectividad de los dólares y/obonos utilizados para poder contener la brecha cambiaria. Si bien consideramos que en líneas generales fueron medidas acertadas, la gran incógnita que surge es, ¿alcanzan los dólares para continuar con esta estrategia?

Estimamos que el BCRA cuenta con casi U$S 13.000 M para seguir interviniendo a pesar de que distintos análisis contabilizan reservas netas negativas. Estas estimaciones surgen de aplicar el criterio recomendado por el FMI, que posee escaso valor conceptual si se desea evaluar el “poder de fuego” del BCRA a la hora de intervenir en los mercados cambiarios.

La pérdida de reservas internacionales desde comienzos de año hasta la fecha alcanza los U$S 11.600 M, casi el mismo monto que estimamos como variación de reservas para todo el 2023. Por ello se torna relevante el pedido al FMI para adelantar los desembolsos de este año que rondan losU$S 11.000 M. Si bien no cambian el número final, obtener ese monto antes de las elecciones podríaresultar crucial para el FdT pensando en llegar competitivos a octubre. Pero como nada es gratis en esta vida, el asunto son las exigencias que el Fondo Monetario exige a cambio del adelanto de fondos.

Si el pedido es un ajuste fiscal y monetario más abrupto, reduciría las chances electorales del oficialismo de cara a las elecciones pero lo mantendría políticamente con vida. Si el pedido es una devaluación brusca, sepultaría al oficialismo en términos electorales y sumergiría a la economía en una espiralización de la, de por sí ya alta, inflación. En ese sentido, el remedio sería peor que la enfermedad y carecería de sentido aceptar dichas condiciones.

Las perspectivas para el 2024 son más alentadoras. Si consideramos que los efectos de la sequía no estarán presentes, y suponemos una mejor performance de las exportaciones mineras y energéticas–por el desarrollo de Vaca Muerta y la plena vigencia del Gasoducto Néstor Kirchner– las exportaciones podrán alcanzar los U$S 95 MM, dejando un saldo comercial de bienes y servicios cercano a los U$S 14 MM. Dado que los vencimientos de deuda de 2024 son muy bajos, el gobierno que asuma en diciembre de 2023 no debería tener problemas en volver a acumular reservas, al menos durante su primer año de gestión.