Analizar el mayor fracaso económico que tiene la economía argentina no deja de ser un desafío a diario. También, resulta sorprendente que la política económica luego de décadas de convivir con este mal llamado inflación, que flagela al pueblo principalmente, siga insistiendo con las mismas recetas erradas. ¿Cómo puede ser que en 2021 proyectemos una inflación superior al 45% anual? ¿Cómo puede ser que en el resto del mundo existan déficits fiscales por las nubes y políticas monetarias expansivas y la inflación promedio fue de 3% anual?

Somos una de las seis economías con mayor inflación del planeta y nos podemos comparar únicamente con economías que sufren dictaduras o conflictos bélicos. Según estimaciones del Fondo Monetario Internacional, en 2020 Venezuela encabezó el índice inflacionario llegando al 6500% anual, Zimbabue 622.8%, Sudán 141.6%, Líbano 85%, Surinam 49% y Argentina 36.1%. Si analizamos la inflación acumulada de los últimos 35 años, resultó ser la más alta del planeta, incluso superamos a Venezuela. Tuvimos la mayor inflación acumulada del mundo y en promedio convivimos con una suba generalizada de precios de casi el 60% anual en los últimos 40 años.

Hemos tenido épocas de tasas de interés exorbitantes, con una baja monetización de la economía (durante 2018-2019), y sin embargo las presiones inflacionarias no cedieron, al contrario, la inflación se recalentó. En 2020, Argentina vivió una de las peores crisis económicas de su historia, con una caída similar del PIB que en 2001 y, sin embargo, las presiones inflacionarias no cedieron, debido ‒entre otras variables‒ a la devaluación arrastrada y la enorme emisión monetaria Hemos visto cómo en las últimas décadas los salarios se han pulverizado en términos reales y, sin embargo, la inflación ha seguido su dinámica de dos dígitos. La inercia inflacionaria se ha mantenido arriba del 35% en el último ciclo 2016-2020. También, hemos tenido un tipo de cambio atrasado durante distintos períodos y la inflación siempre estuvo presente.

Por lo tanto, lo primero que hay que entender es que todas las variables que analizan economistas argentinos y extranjeros para explicar el fenómeno inflacionario de nuestro país están condicionadas por un activo que se llama peso y que resulta fundamental para coordinar expectativas entre los actores que forman parte de la economía. Como el peso fue degradado por la política económica argentina durante décadas, los argentinos perdimos un valor fundamental para que nuestra economía funcione, la moneda.

Si nos guiamos por palabras de dos ex presidentes que tienen dos visiones completamente distintas respecto a la política económica de nuestra república, ambos coinciden en la problemática monetaria:

"El problema de la economía bimonetaria no es ideológico. No es de izquierda ni de derecha. Ni siquiera del centro (...). Pero lo cierto es que ese funcionamiento bimonetario es un problema estructural de la economía argentina", expresó Cristina Fernández, ex presidente de la Nación Argentina.

"La Argentina no tiene moneda", lanzó Mauricio Macri, ex mandatario.

No tenemos moneda y nuestros políticos lo saben.

En segundo lugar, analicemos las políticas fiscales de otros países y veamos si en aquellos países donde conviven con déficit fiscal de manera regular, necesariamente tienen inflación elevada o de dos dígitos. Hace poco tiempo, el economista jefe del Banco Mundial para América Latina y el Caribe afirmaba que uno de los principales problemas macroeconómicos de la región es la “débil posición fiscal” de la mayoría de los países. Vamos a datos duros y concretos: déficit fiscal de Colombia 2009 es de -2.67%, 2010 es -3.3%, 2011 resulta -1.99% y ha seguido con déficit hasta 2018 -4.68%, en 2019 -2.5% y 2020 aún más negativo. Es decir, durante los últimos 11 años, sacando un magro superávit en 2012, Colombia ha convivido con déficit fiscal. ¿Y cuál ha sido su inflación promedio de los últimos 10 años? Menos del 4% anual, donde los últimos años ha gozado de inflación rondando el 3% anual, y no mensual como en Argentina. 

Pero, analicemos ahora a Brasil: su déficit fiscal en los últimos años ha sido aún más abultado que el colombiano, llegando a picos de 10% respecto a su PBI en el 2015 y manteniendo durante los últimos 20 años déficit fiscal constante (2016 -8.99% / 2017 -7.17% / 2018 -7.86%). ¿Saben cuánto fue la inflación promedio de Brasil de los últimos 10 años? Menos del 7% anual. Y, ¿conocen cuánto fue la inflación promedio de América latina los últimos años? 5.6% anual.

Por lo tanto, hay que desmitificar que el déficit fiscal equivale a la única causa de la inflación en Argentina. Significa otro error conceptual porque no solo países muy similares al nuestro mantienen altos niveles de déficit fiscal sino que la mayoría de las economías desarrolladas del mundo conviven con inflación cercana a 0% anual pero con déficit fiscales recurrentes y emisiones monetarias altas., ¿Saben cuál es la principal diferencia entre Colombia, Brasil y Argentina? Ellos tienen moneda, nosotros no.

Para concluir, nuestra republica ya perdió un bien tan valioso y necesario para hacer política económica como lo que es la moneda. Sin embargo, hasta que no aceptemos que debemos utilizar otra herramienta monetaria, como lo es el dólar, nuestras posibilidades de estabilizar el país, tener inflación de un digito y volver a tener los salarios reales más altos de América latina, serán nulas.