Se conocen censos tan antiguos como el realizado en Egipto en la Dinastía I, en el año 3050 a.C.. También en China, en el año 2238 a.C. el emperador Yao mandó elaborar un censo general que recogía datos sobre la actividad agrícola, industrial y comercial.

El censo más famoso es el que provocó el viaje  de José y María hacia Belén, organizado por Quirino o Herodes, según a quien le creamos. 

El primer Censo Argentino se hizo en 1869, organizado por Sarmiento. Argentina acaba de cumplir con el Censo número 11 en su historia. Un censo nos permite saber dónde estamos, cuantos somos, cómo somos  y cómo vivimos. Pero no nos dice qué somos ni qué pudiéramos ser. 

Supongo que por cuestiones técnicas, hay sólo 4 pocas preguntas de trabajo y ninguna de oficios o conocimientos, capacidades y habilidades, que sería importante para poder solucionar el gran problema de desempleo y que vivamos mejor. Sólo sabremos si la persona tiene o busca trabajo, pero no qué sabe o quiere hacer, ni qué estudió.

Las preguntas respecto a trabajo son muy concretas. La pregunta 26 es: "¿Durante la semana pasada trabajó por lo menos una hora sin contar las tareas domésticas del hogar?". En ese caso, se lo considera con trabajo. Sería bueno saber el tipo de trabajo pero en la pregunta 33 sólo se pregunta el tipo de establecimiento o actividad. 

La pregunta 27 indaga: "En esa semana, ¿hizo alguna changa, fabricó algo para vender afuera, ayudó a algún familiar o amigo en su chacra o negocio?". Las respuestas de esta y las siguientes preguntas son sólo sí o no. 

La pregunta 28 es: "En esa semana, ¿tenía trabajo y no concurrió? No concurrió por: vacaciones, enfermedad, suspensión con pago, conflicto laboral, mal tiempo, etcétera". 

La pregunta 29 es: "Durante las últimas cuatro semanas ¿buscó trabajo de alguna manera? Contestó avisos de diario o internet, consultó parientes u otras personas, puso carteles, envió currículum, hizo algo para ponerse por su cuenta, etcétera".

Ninguna de esas preguntas nos permite formarnos una composición de lugar sobre la persona ni sus circunstancias ni posibilidades. Puede ser un gran creativo que trabajó sólo una hora en una obra de arte, o una tarea precaria que se realizó con gran esfuerzo durante muchas horas.  

Estoy segura que la confección y coordinación de un censo es una tarea ciclópea. El esfuerzo para realizarlo es económico y de organización más todos los costos que los argentinos incurrimos por no trabajar o estudiar ese día. No estoy nada segura que fuera necesario parar un país si sólo una persona por hogar debía contestar, o una vez que ya hubiera contestado, podía trasladarse libremente.  

La otra fuente de información que tenemos sobre trabajo es la Encuesta Permanente de Hogares (de 31 conglomerados urbanos) que elabora el INDEC.  En la última de 2021 considera como ocupados a 12,6 millones de personas, que tienen al menos una ocupación (trabajaron al menos una hora).

Si consideramos que la encuesta es sobre aproximadamente 29 millones de habitantes, el 53,1% o sea 15,4 Millones de personas son Inactivos: personas que no tienen trabajo ni lo buscan activamente. Más importante es que la Población Económica Activa o PEA son 13,5 Millones de personas con una ocupación o que, sin tenerla, la buscan activamente y están disponibles para trabajar. 

Si, es cierto, tantos números son aburridos y hace difícil leer. Pero si no sabemos cuántos y cómo trabajan, si consideramos que haber trabajado una hora ¡en la semana! es estar ocupado, será difícil que podamos resolver problemas de empleo. Ni hablar de enfocarnos en productividad, que implica hacer más y mejores cosas.  

Es algo muy obvio: es muy importante que para mejorar nuestra calidad de vida para  la Sociedad en su conjunto, la gran mayoría tenga trabajo. Deberíamos saber las capacidades de las que disponemos para  poder coordinar los esfuerzos de entrenamiento, capacitación y educación.  

Tenemos planes nacionales de educación que no necesariamente consideran las habilidades  de las personas o necesidades de las empresas. Tenemos planes sociales que no exigen preparación para lograr empleabilidad. Tenemos paliativos para pobreza pero no soluciones para ser autosuficientes. Tenemos costos elevados para las empresas que hacen difícil  que generen oportunidades de trabajo y empleo. Tenemos elevados costos para sostener a personas que no encuentran trabajo, o que no pueden o quieren trabajar pero de las cuales no se sabe qué pueden hacer.  

Debemos evitar las políticas que inhiben de buscar trabajo. Más aún, evitar las que impiden y encarecen contratar más personas. Es mero sentido común.  

Esperemos contar con información que permita que tanto actividades  privadas como políticas públicas se orienten hacia las mejores prácticas laborales y no solamente hacia paliar los efectos de un desempleo que se convierte en crónico.