Superados los meses de mayor impacto sanitario de la pandemia, surge la necesidad de dar impulso a la demanda agregada, para promover una recuperación sostenida de la economía. Este año podría darse la paradoja de un rebote fuerte del PBI, pero que no se sienta en el día a día de las familias argentinas a menos que para la segunda parte del año aceleren los salarios y desaceleren los precios. Mejorar los ingresos reales no es un cliché o una letanía ideológica.

Es condición necesaria para que el crecimiento sea robusto y no un mero rebote estadístico efímero. Por eso es voluntad de esta administración coordinar acciones para propiciar ese resultado de modo tal que las paritarias y demás ingresos fijos superen a la inflación del 2021.

La irrupción de la pandemia agravó la crítica situación de la economía argentina en general, y de los trabajadores en particular, es decir, durante los meses de abril y agosto del año 2020, el histórico retroceso de la actividad económica derivó en la postergación de los acuerdos paritarios. En esta coyuntura, la política de ingresos de la actual administración apunta a recomponer el poder de compra de los salarios reales a fin de elevar el consumo, y por ende la demanda global.

Por ello, la reforma de la ley 27.617 prevé que la devolución del impuesto a las ganancias se efectivice en cinco cuotas a partir de julio del corriente año y alcanzará a casi 1,3 millones de trabajadores registrados ante la Seguridad Social que cobren menos de $ 150.000 de remuneración bruta mensual. Asimismo, la disposición es retroactiva al mes de enero del año 2021 y modifica el mínimo no imponible a $150.000 mensuales a partir del año 2022. Vale remarcar que la nueva legislación exime de pagar el impuesto a las ganancias a los aguinaldos de los sueldos hasta $ 150.000 brutos.

De igual modo, reapertura de las negociaciones paritarias con el objetivo de revisar los acuerdos alcanzados a principio de año a causa de la aceleración de la inflación en la primera parte del año, dan cuenta sobre la orientación de la política económica del ejecutivo nacional, es decir, promover una mejora en las remuneraciones de los trabajadores.

La tasa de inflación para el mes de mayo del año 2021 se ubicó en 3,3% y registró la menor cifra desde el último mes del año pasado. Los aumentos en el rubro alimentos y bebidas resultaron menores a los computados en abril. Si bien, la cifra mostró una baja con respecto a los periodos previos, la inflación interanual sigue alta, cercana al 50%, mientras que la acumulada en los primeros cinco meses se ubicó en 21,5%. Cabe destacar, que para la segunda parte del año se proyecta que la tasa de inflación continúe bajando debido a los diferentes programas llevados adelante por la actual gestión, como Súper Cerca, la ley de góndolas y Precios cuidados, sin olvidar, el mayor control sobre los formadores de precios que a fin de obtener ganancias extraordinarias en un período corto de tiempo aumentaron considerablemente en los últimos meses el valor de los bienes que comercializan.

También es esperable que poco a poco empiecen a anclarse las expectativas. Los números de las cuentas públicas vienen cumpliendo los lineamientos del presupuesto con un rojo de menos de un punto del PBI transcurrida ya la mitad de año. La convergencia fiscal se contrapone con las hipótesis de los economistas opositores, que pronosticaban grandes desbordes de ‘populismo electoral’ que jaqueara los equilibrios macroeconómicos.

En el plano cambiario se registra cierta efervescencia pre-electoral, pero se descartan movimientos abruptos en la cotización oficial, con un BCRA siguiendo de cerca la dinámica de los mercados financieros y con poder de fuego suficiente para contener presiones alcistas.

La recomposición de los salarios es fundamental para la reactivación de la economía, ya que el consumo privado es la variable explicativa más relevante del crecimiento económico. A su vez es el agregado que más atraso relativo presenta, ya que la inversión mejoró con más velocidad, traccionada por la construcción y las exportaciones por los mejores precios internacionales. Por ello, es de vital importancia revertir la tendencia negativa de los tres último años, dos de los cuales fueron motivados por políticas económicas y el último por una pandemia.

En el actual contexto están dadas las condiciones macroeconómicas para que eso ocurra: una torta que se va a hacer más grande producto del rebote del PBI, un incipiente proceso de desaceleración en la inflación y la voluntad de un Gobierno Nacional que pone a los salarios en el centro de la escena.

Hoy la mejora significativa de los ingresos es el único paso que falta para poder hablar de un modelo económico que empieza a marchar sobre rieles.