Estamos atrapados y, por el momento, sin salida. Una mayoría de votantes argentinos vota en las urnas en favor de todo tipo de propuestas populistas que van en contra de las opiniones que los mismos argentinos, u otros, reflejan en las decisiones que toman en el mercado.

Así se genera una mayoría que pone la mira en el corto plazo, y no solamente son aquellos que esperan algún tipo de ayuda o plan del estado, también las élites que esperan subsidios y protección para sus actividades, sean estas culturales o empresarias. Esas políticas requieren el sacrificio de aquellos que, esencialmente, entienden que su futuro está vinculado con su esfuerzo, o en términos de polémicas recientes, en su “mérito”.

El voto de las urnas es aquél que entiende que tiene “derechos” por pertenecer a un determinado grupo social, sea éste el de los pobres, el de los empleados públicos, el de los empresarios nacionales. El otro grupo es el de aquellos que, más allá de sentirse parte de un grupo o no, piensan que los ingresos que generan son “merecidos” por el esfuerzo realizado.

A veces algunos asocian ese mérito con las retribuciones que se reciben en el mercado, mientras que las otras son el fruto de la política, de los vínculos con la dirigencia política. Pero esto no así, aunque no sea parte de la discusión actual. Pareciera que quienes defienden el “mérito” son partidarios de que las recompensas sean determinadas por la voluntad de las partes, esto es, por el mercado.

Pero el mercado no remunera por mérito. Tal vez esto sorprenderá a quienes creen que al defender el mérito lo están defendiendo. El mercado remunera según sea la valoración que los demás hacen de lo que cada uno de nosotros está ofreciendo en el mercado, ya sean bienes o servicios, incluyendo nuestro propio trabajo.

Es decir, si asumimos que el “mérito” es el esfuerzo, eso no es lo que ocurre en el mercado. Messi puede pasarse un partido caminando por toda la cancha, sin mayor esfuerzo, y recibir por ello miles de euros. Un pintor realiza tres trazos en un lienzo y recibir una fortuna por su trabajo. En ambos casos, lo reciben porque los demás (hinchas del Barcelona, o coleccionistas de arte) valoran mucho el producto que éstos han realizado.

Tal vez queramos llamar a esto “mérito”, y estaría de acuerdo con eso, es todo un mérito ser capaz de darle a los otros lo que estos valoran y necesitan. Creo que es, además, una gran justificación moral del capitalismo ya que fuerza a cualquiera, sea altruista o egoísta, a poner la mirada en el otro, para ofrecerle lo que el otro valora.

Si es en eso que estamos pensando, entonces el mercado remunera con el mérito, pero creo que algunos piensan que el mérito está vinculado al esfuerzo, y eso no es así. Uno puede esforzarse mucho y dedicar mucho tiempo produciendo algo que a nadie interesa, y eso no es un mérito para el mercado.

Veamos un ejemplo muy simple: puedo pasarme dos años armando un auto en la puerta de mi casa, comprando las partes, no produciéndolas. Al cabo de dos años es probable que haya algo que se parece a un auto, pero dados mis conocimientos de mecánica vaya a saber si arranca. En eso pasa mi vecino, quien me ha visto trabajar esos dos años y le pregunto cuánto cree que vale mi prototipo, y probablemente me encuentre con una respuesta amable que me dice: “perdón, para mí no vale nada”.

¿y mi esfuerzo? ¿No es un mérito que le haya dedicado todo este tiempo? Pues, lo único que podemos saber es que tal vez para mí eso tiene algún valor, pero no puedo esperar que lo tenga para los demás.

Esto nos lleva a pensar que estamos muy lejos de comprender la forma en la cual el mercado remunera. Una buena parte de los argentinos simplemente piensa que tiene “derecho” a una cierta remuneración y otra parte que el ingreso debería ser el resultado del esfuerzo personal, pero sin ligarlo con las necesidades ni las preferencias de los demás.

Hay que esforzarse, es cierto, pero sobre todo hay que esforzarse para ver qué es lo que los otros necesitan, qué es lo que va a resolver sus problemas, qué es lo que necesitan. Parece que estamos lejos de esto.

Las opiniones expresadas son personales y no necesariamente representan la opinión de la UCEMA.