De acuerdo con una reciente noticia, Francia prohibirá a partir del próximo año el alquiler de unidades de viviendas mal aisladas térmicamente ¿Cuáles serían los efectos de una medida similar si se aplicara en Argentina?

Convencidos en la disposición de medidas capaces de vehiculizar el ahorro de energía destinada al acondicionamiento térmico de sus edificaciones, los gobiernos europeos avanzan en la creación de leyes restrictivas. Por caso, se conoció recientemente que el Ejecutivo francés impondrá una "criba energética", aplicable a las casas de alquiler demandantes de más de 450 kilovatios hora por m2 al año, a partir del año 2023. La medida surge de un estudio formulado por la Agencia Nacional para la Información sobre Vivienda (ANIL), organismo francés que detectó que un 12,9% de las unidades habitacionales ofertadas, en una conocida página web inmobiliaria, resultan ser "derrochadoras térmicas" o “energívoras”.

En paralelo, el gobierno francés estima que un 20% de su población ha sufrido frío en su hogar durante el último invierno, por “falta de recursos económicos y el mal aislamiento de sus viviendas”. Con la implementación de la nueva ley, los dueños de unidades en alquiler deberán llevar a cabo una “rehabilitación energética”, porque de otra forma, no podrán ofertarlas en el mercado inmobiliario. En paralelo, la administración francesa ha habilitado líneas de crédito por 3.200 millones de euros, a los fines de financiar a aquellos propietarios sin los recursos económicos necesarios para llevar a cabo dicha reconversión energética.

De aplicarse en nuestro país una ley similar, la cual demande el cumplimiento de las condiciones ambientales normadas por las actuales leyes de acondicionamiento térmico, por ejemplo, la Nº 13.059 vigente en la provincia de Buenos Aires, que exige un coeficiente de conductibidad térmica (valor K) menor o igual a 1, un 73,45% de las unidades habitacionales en alquiler deberían reconvertirse.

Vale decir que acondicionar energéticamente la actual cantidad de unidades materializadas en las grandes ciudades reporta unos 4.000 millones de dólares, los cuales literalmente se queman al calor de una estufa o el frío de un equipo de refrigeración. En este contexto, sería tan imperiosa como imposible de aplicar una ley contra las viviendas “energívoras”.

¿Por dónde comenzar a revertir este escenario Dantesco? Pues bien, imaginando, por ejemplo, el reemplazo de aquellas aberturas ineficientes por alternativas “ahorradoras”. Si consideramos que un adecuado aislamiento térmico de las envolventes permite obtener ahorros de hasta 40% en las tarifas de gas y electricidad y que, en muchos casos, grandes áreas de muros contienen ventanas, su estudio merecerá una particular trascendencia. En ese sentido, los profesionales contamos con aberturas compuestas por perfiles de PVC responsables de garantizar una baja conductividad térmica, a partir de su diseño multicámara, sistema de cierre perimetral y el uso de doble vidriado hermético, logrando en su conjunto una disminución de más del 50% de las pérdidas de energía producidas a través de las aberturas, acotando el consumo destinado a climatizar y calefaccionar los ambientes.

Francia nos presenta hoy la portada del “diario de mañana”, el cual, más tarde o más temprano, leeremos en los medios de nuestro país, impulsados más por una demanda económica que por una conciencia ambiental.

La industria se encuentra preparada para brindarnos sus ventanas termoeficientes. Queda en manos de los profesionales y usuarios la prescripción de dichas aberturas, eliminando así al monstruo energívoro. Si no lo enfrentamos, nos devorará sin piedad.