Otro domingo soleado sobre el territorio favorito de nuestro "hombre de la calle" que, una vez más, sale con barbijo reglamentario en busca de lo necesario para encarar un almuerzo familiar. Esta vez, nuestro Maestro procura conseguir unos quebrachitos para prender el fuego que abrasará ese delicioso solomillo de cerdo marinado con una exquisita salsa de finísimas hierbas. Al llegar al local de Don Carlos, lo encara un viejo conocido, veterano agente de Bolsa, retirado hace algunos años. Tras el riguroso saludo de codo, sobreviene la charla.

- Willy, la verdad con esto del zoom, del WhatsApp para ver a mis nietos, veo que internet anda bastante mal. Pero no entiendo, ahora que el Gobierno mete con las tarifas de internet y celulares ¿va a andar mejor o directamente vamos a tener que volver a las señales de humo?

Willy- No creo que los servicios de telecomunicaciones en Argentina vayan a mejorar porque el Gobierno intervenga a través de la declaración de servicio público y regule más el sector. El problema de las telecomunicaciones en Argentina tiene que ver con una historia que no en todo los casos privilegió la competencia, y eso hay que corregirlo con más competencia, respetando los derechos adquiridos y las inversiones que se hayan realizado. Pero el contexto político y económico de Argentina ha generado una parálisis de inversión en general en todos los sectores. Las inversiones importantes como en el área de tecnología van a ser difícil en un país que penaliza el ingreso de dólares y restringe la salida de utilidades para las empresas. En este casos son empresas globales o internacionales. Creo que dentro de todo el sistema aguantó bastante bien (el sistema de internet), al menos bastante mejor que la distribución de energía eléctrica. Pero es obvio que a medida que los precios vayan siendo regulados y no haya aumentos de tarifas, se va a deteriorar la calidad de los servicios hacia adelante. No solo de telecomunicaciones, también de servicios básicos, de los caminos, de la infraestructura en general. No creo que volvamos a señales de humo, pero un dato lindo es que por ejemplo, hoy Venezuela es un país que, al estatizar y regular tanto ese sistema, es el tercer país de más baja conectividad y velocidad de internet. Por supuesto es un tema muy complicado para el futuro.

- Nada que ver, pero aprovecho. Cristina y Macri decían que Vaca Muerta nos iba a salvar. ¿Qué pasó con eso? ¿La vaca se murió?

Willy- Ahí se conjugaron dos problemas para Argentina. El primero es que el país, por sus propios desequilibrios no puede garantizar a los inversores internacionales y los locales, precios internacionales y libre disponibilidad de las rentabilidades o ganancias. Con lo cual hay un problema que incluso comenzó en la gestión Macri. Por las sucesivas devaluaciones del peso no se pudo mantener el precio internacional de la energía y eso trajo problemas, contratos que no se cumplieron y disminución de la inversión en Vaca Muerta, y perjuicios para YPF. Ese fue el primer golpe a Vaca Muerta, cuando se rompió la ilusión de la estabilidad cambiaria de la administración Macri, eso hizo volar por el aire todo el esquema energético. Y la situación empeoró con la desconfianza que generó la llegada de Alberto Fernández. Esa desconfianza no se pudo revertir. Y ahora estamos con un problema. Si bien es cierto que se evitó el default, no está resuelto el problema de la estabilidad económica y cambiaria, y eso pone una restricción fuerte para las inversiones en Vaca Muerta. La suerte que hay, dentro de la desgracia, es que a nivel internacional los precios del petróleo se derrumbaron y este sector está destruido en todo el mundo. Argentina debería encontrar un esquema para reactivar Vaca Muerta a través  de la exportación de gas y petróleo a Chile. Pero este Gobierno seguramente va a priorizar el abastecimiento interno. Porque además, para exportar estos recursos a Chile habrá que importar gas de Bolivia y gas en barquitos, y no hay dólares disponibles. Es una discusión pendiente y una de las víctimas importantes es YPF, pero no es un problema sólo de Vaca Muerta, sino de un modelo cambiario que desalienta mucho la inversión internacional. Con la inversión local alcanza para la explotación convencional, pero para explotar Vaca Muerta se necesitan dólares que no están en el mercado local y tampoco para los petroleros históricos de Argentina.

- Sabe que tengo un amigo que me pedía que compre u$s200 y me daba unos mangos, pero ahora el banco me suspendió la cuenta. Me dijeron que estaba mal. ¿Por culpa mía nos vamos a quedar sin dólares? ¿Qué pasa si el gobierno se queda sin dólares?

-Willy: Una vez más en la historia Argentina el Gobierno se queda sin dólares porque tiene un esquema cambiario de control que intenta frenar la devaluación a través de la intervención del Estado en el mercado de cambios. Una intervención que puede justificarse para bienes esenciales, en un contexto de desconfianza, en el que no hay ingresos de divisas y hay que cuidar las reservas. Es razonable que esas reservas se cuiden para importar insumos básicos para la producción, incluso insumos sanitarios. Pero gastar los dólares de las reservas para pagar los consumos de la clase media alta y de la clase alta con tarjeta de crédito, ese es un sistema absurdo que difícilmente se pueda mantener. Porque al existir una brecha cambiaria tan alta, producto de que hay muchos más pesos que dólares, por los problemas históricos de Argentina y la "doble Nelson" de la pandemia, hay que emitir más y se recauda menos. Esa cantidad de pesos tanto mayor a la cantidad de reservas, hace que la brecha cambiaria sea muy alta entonces el dólar “blue” vale prácticamente el doble que el oficial. Entonces todo el mundo le quiere sacar dólares oficiales al Gobierno y obviamente nadie le quiere vender. Esto es un reloj arena, con más arena abajo que arriba, y no hay nadie que ingrese arena. Y no hay nadie que ingrese arena porque el sistema cambiario de Argentina desalienta la venta de dólares.

- ¿Y qué puede hacer el Gobierno?

-Willy: El Gobierno va a tener dos alternativas. O deja de vender dólar ahorro o vende menos dólar ahorro. O lo restringe con el cuento de la AFIP como hacía Cristina Kirchner en su segundo mandato. O, en lo que sería la solución más justa, progresista y racional, que el Gobierno permita un mercado libre, sin intervención y que la gente pueda comprar y vender dólares en las casas de cambio, de forma legal, sin afectar las reservas ni el precio de los alimentos ni el precio de las naftas porque estos se van a seguir rigiendo mayormente por el dólar oficial. Si el Gobierno legalizara el “blue” habría cola en la casa de cambios para vender dólares. Y el “blue”, en vez de costar $140, costaría $130. Lamentablemente ni siquiera el equipo económico de Macri  -sobre el final del mandato- se dignó a levantar el cepo. Un cepo que agravó Fernandez por la aceleración de dólares. Cuando parecía que Macri se quedaba a vivir en Argentina, y había un boom de confianza -en 2017- con lluvia de dólares financieros que ingresaban, también en esa época la gente compraba dólares “a palos”, porque la gente intuía que lo de Macri podría no durar, y la gente no se equivocó. 

- Willy, nosotros en la familia lo queremos, pero estamos preocupados porque usted hace denuncias. ¿Cómo es esto que metió Parrilli que van a tener que investigar las “presiones mediáticas”?. Perdón, ¿cómo se da cuenta alguien qué es una presión mediática o una investigación? No me diga que las preguntas que le hace la calle son presiones mediáticas…

Willy- A propósito de la famosa cláusula Parrilli, creo que lo que estamos viendo en rigor es una proclama política dentro de un proyecto de ley en el sentido que existe la legislación vigente y no sólo los jueces tienen la posibilidad de hacer las denuncias cuando se sienten extorsionados por un periodista o por cualquiera, sino que los jueces tienen la obligación de hacer la denuncia correspondiente cada vez que existe una situación que ellos entienden ser objetos de una presión o extorsión. La Constitución argentina establece para el país un régimen republicano con tres poderes: el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial. No hay ninguna mención respecto de un supuesto poder mediático. Los periodistas sabemos que los Gobiernos siempre han de alguna manera colocado las responsabilidades de sus fracasos en otros: los poderes concentrados, los grupos económicos, los poderes mediáticos. Los últimos presidentes que hemos tenido en Argentina han dicho que han perdido las elecciones por el periodismo, no porque hayan hecho macanas sino porque el periodismo engañaba a la gente. Lo que estamos viendo en el Senado es un intento de establecer una proclama política a favor de la teoría del lawfare, en el sentido que no es que los gobernantes deban dar respuestas a la Justicia por las causas que tienen pendientes sino que en realidad es todo un montaje político para desprestigiarlos y sacarlos del poder.  Lo dicen tanto los políticos de izquierda y de derecha y no es una novedad solamente en Argentina. En términos concretos es muy peligroso que se sancionen leyes con este tipo de articulados que van en contra de la Constitución argentina (por la libertad de prensa sin censura previa que establece el artículo 14). Y en ese sentido la cláusula Parrilli claramente vulnera el espíritu de la Constitución Nacional y sería declarada inconstitucional solo por ese hecho la reforma judicial. Desde luego los periodistas tampoco tenemos patente de corso, no estamos habilitados para hacer y decir cualquier cosa con el argumento de la libertad de prensa, también estamos sujetos a las leyes y si tenemos actitudes reñidas con la Justicia y las leyes, nos rigen las generales de la ley como todo el mundo. Creo que puede haber una picardía política de incluir esta cláusula polémica para, el día de mañana retirarla, y permitir el voto en Diputados de legisladores pseudo oficialistas al decir que fue “una lucha republicana por sacar este inciso entonces lo aprobamos”. No creo que de todas maneras la cuestión vaya a amedrentar al periodismo, pero sí es momento que las asociaciones de abogados se pongan a disposición del periodismo y todos se sientan protegidos.