El Presidente en gira por Europa parece estar abocado a buscar apoyo para lograr un acuerdo con el FMI y luego con el Club de París. Los países europeos que está visitando escucharon el reclamo y posiblemente lo más provechoso de la gira haya sido la reunión con Kristalina Georgieva y la que, en paralelo, mantuvo el Ministro Martín Guzmán con Julie Kozack, directora del FMI para el hemisferio occidental.

Entendemos que el reclamo de Argentina para desalentar que el FMI cobre una sobretasa será atendible en este contexto. Este sobrecargo se utiliza para desalentar un ‘mal uso’ de los destinos de un préstamo Stand By, pero en el mundo actual y dada la gravedad del contexto a nivel internacional es fácil encontrar justificación.

Lo más relevante de la gira quizás fue el encuentro en el seminario que organiza el Vaticano sobre arquitectura financiera internacional con la presencia de John Kerry y Janet Yellen. La sola participación muestra algo de apoyo por parte de Estados Unidos a la estrategia argentina, que tiene como eje despejar lo más posible el horizonte de pagos para poder tener una convergencia fiscal muy suave en el tiempo. Argentina tuvo la localía en Italia. El respaldo del Jefe de Estado del Vaticano, la presencia de Joseph Stiglitz y el supuesto apoyo recibido en Portugal, España e Italia dan margen para que la misión esté en modo optimista.

La gira tenía otro objetivo paralelo: la oxigenación de Guzmán y Alberto Fernández luego de que quedaran al descubierto los desacuerdos dentro de la coalición respecto al rumbo de la política económica. En este aspecto, la agenda del Senado donde pasó el proyecto para que los DEG no tengan asignación al pago de deuda si no al gasto asociado a la pandemia y la reciente intención de reducir tarifas de gas en algunas localidades le quitan margen al Ministro de Economía. En un intento por discutir el sistema financiero internacional, el Presidente y su Ministro no pueden imponer domésticamente su política. La falta de ese músculo interno puede deteriorar la confianza en la palabra de la comitiva.  

Mientras tanto, domésticamente se dio a conocer el dato de inflación, el cual no sorprendió, pero tampoco colabora para bajar la tensión dentro del oficialismo. Con la pauta de inflación del presupuesto ya descartada, se harán todos los esfuerzos para reducir el ritmo de suba de precios. El gabinete económico ya perdió varias batallas: la política cambiaria, la política fiscal y ahora la política monetaria. Difícilmente uno piense que un académico como Guzmán esté a favor de grados altos de represión financiera, pero una suba de tasas es vista como ‘mayor rentabilidad a los bancos’ por parte del ala más radicalizada del gobierno.

Todas las apuestas en materia inflacionaria están concentradas en el rol del tipo de cambio sobre los precios y la efectividad de los controles. La principal amenaza es que el desborde monetario no se traslade hacia el tipo de cambio libre que contaminaría al efecto del dólar oficial sobre los precios (en algunos casos esta contaminación ya se percibe a partir de importadores que no acceden al mercado de cambios y fijan precios a un tipo de cambio paralelo). El mayor desafío para los próximos meses pasará de ser la inflación a tener el tipo de cambio libre disciplinado. Para ello no parece haber más estrategia que la de acumular reservas provenientes de las exportaciones (por ahora un monto bien acotado). Al regreso, lo más probable es que las tensiones recrudezcan, a fin de cuentas, la economía argentina es la que sigue girando sin encontrar horizonte.