En estos días la aplicación LinkedIn publicó un informe sobre Tendencias Internacionales en Selección de Personal para 2022. El mismo destaca: “Las organizaciones que hacen alusión a la palabra flexibilidad en sus publicaciones obtienen un 35% más de interacciones con el target”.

¿Qué es la flexibilidad? Según la Real Academia Español el adjetivo flexible refiere a alguien que se adapta con facilidad a la opinión, a la voluntad o a la actitud de otro u otros. También hace alusión a alguien susceptible a cambios o variaciones según circunstancias o necesidades.

Esta definición trae luz para entender la flexibilidad organizacional, que se convirtió en protagonista de la realidad laboral en pandemia y en la post pandemia. Relacionando la definición conceptual con el fenómeno analizado, por un lado, comprendemos que las personas se adaptaron a un evento externo como la pandemia y, por el otro, entendemos que este suceso tiene una contrapartida: la demanda postpandemia de que las organizaciones sean flexibles y escuchen su voluntad.

Resumiendo, las personas tuvieron que ser flexibles y debieron adaptarse a las variaciones del contexto. Ahora es el momento en el que las personas le solicitan a las organizaciones que se adapten a su voluntad y necesidades.

En la actualidad las consultoras de reclutamiento al contactar futuros postulantes se enfrentan con las preguntas: “¿El trabajo es 100% remoto?” “¿Cuántos días de home office tiene la propuesta? Estoy buscando más días de trabajo remoto”.

Esta realidad se da fundamentalmente en profesionales donde sus tareas son posibles de ejecutar a través del teletrabajo como, por ejemplo: sistemas, diseño, contadores, administradores de empresas, marketing y recursos humanos. No tanto en perfiles de ingeniería o logística para plantas productivas o centros de distribución, donde comprenden que la presencialidad es fundamental para poder realizar sus tareas. Hay muchas actividades que por su naturaleza todavía requieren que se ejecuten con proximidad física. En Julio del 2021 CIPPEC publicó un estudio que solo 3 de cada 10 personas ocupadas podrían trasladar sus tareas a la modalidad remota.

Pareciera ser que las personas han resignificado algunos hábitos o conductas como, por ejemplo: el valor del tiempo, la movilidad, el dinero, los vínculos y hasta su lugar de residencia.

Vivimos en una sociedad “On Demand” donde los consumos son cada vez menos impuestos de manera directa. A través de la tecnología elegimos cómo, donde y cuando entretenernos, comprar, trasladarnos, comer y hasta las relaciones amorosas. Parecería ser cada vez menos posible que en el ámbito laboral no podamos participar de la organización del trabajo y elegir de qué manera trabajar.

El péndulo de la flexibilidad tal vez esté exacerbado por la obnubilación que provoca lo nuevo.  El teletrabajo también tiene sus bemoles. Probablemente con el tiempo se busque un equilibrio, pero, seguramente, este partirá de un piso mucho más elevado del que veníamos manejando.

Se vienen tiempos de cambio donde las organizaciones necesitarán de la flexibilidad de sus miembros para poder sobrevivir al mundo que viene. Solo podrán conseguirlo si logran entender que la flexibilidad organizacional es una ruta de ida y vuelta.