El viernes 28 de enero, luego de una breve comunicación presidencial, el Ministro de Economía, Martín Guzmán, brindó los principales lineamientos de un nuevo acuerdo - todavía pendiente - con el Fondo Monetario Internacional (FMI).

En este último acuerdo, lo que se explicita (aún de manera escueta porque faltan los Memorándum de Entendimiento) es un “Programa de facilidades extendidas” con un plazo de dos años y medio por un monto equivalente (44.500 millones de dólares) al del préstamo stand-by tomado por la gestión de Mauricio Macri. La duración del programa es el tiempo que en el que se harán las revisiones y los desembolsos atados a esas revisiones.

Pero el FMI no desembolsará ni un sólo dólar en tanto y en cuanto no dé el visto bueno en cada una de las revisiones trimestrales pactadas. Lo cual, hace creer que lejos del escenario macroeconómico queda despejar la incertidumbre. Y mucho más lejos, sostener la independencia de nuestra política económica. Tan sólo para fines de este año, los vencimientos arrojan nada menos que un total de 18.786 millones de dólares.

Vencimientos trimestrales con el FMI acordados por Macri en 2018. Fuente: CESO.
Vencimientos trimestrales con el FMI acordados por Macri en 2018. Fuente: CESO.

¿Qué implica el FMI?

En la conferencia de prensa posterior al anuncio de Alberto Fernández, el Ministro de Economía expuso unos breves lineamientos sobre tres ejes: el fiscal, el monetario -  financiero y el externo.

Para el primero de ellos indicó que habrá una política fiscal que no inhiba el sendero de la recuperación: reducción gradual del déficit fiscal: 2.5% del PBI en 2022, 1.9% en 2023 y 0.9% en el 2024. Teniendo esta meta de resultado primario hay que evaluar cuán accesible o no es cumplirla. El supuesto que está detrás de ese cumplimiento tiene que ver con el crecimiento de los ingresos en la recaudación.

Entonces la pregunta inmediata es: ¿cuánto debería crecer la recaudación en términos reales para mantener el nivel de gastos y llegar al resultado comprometido? La respuesta ronda el 2.3%. Valor que no parece muy difícil de alcanzar si se tiene en cuenta el crecimiento en la actividad económica y por ende la recaudación y algunas exenciones a sectores críticos afectados por la pandemia que se irán levantando. Hasta ahí parecía sencillo. Sabemos de memoria que producir más implica importar más. Pero nos olvidamos de la condición necesaria: los dólares para el crecimiento. Para crecer un 2% es necesario alrededor de 4.000 millones de dólares en importaciones adicionales.

Por otro lado, Guzmán anunció un acuerdo con otros organismos internacionales por alrededor de 5.000 millones de dólares netos. Lo cual permitiría encaminar un crecimiento por encima del 2% en el 2022, incrementar el gasto en términos reales y seguir cumpliendo la meta fiscal del 2.5% del PBI. No obstante esto, de cara al 2023 la situación es mucho más comprometedora dado que es muy difícil volver a contar con esa “ayuda extra” de divisas. El incremento en las exportaciones tendrá que ser clave (por encima de los 80.000 millones de dólares).

En cuanto al bloque monetario - financiero, el ministro explicó que habrá una reducción gradual de la asistencia monetaria del BCRA al Tesoro de la Nación (0,6% en el 2023 y cercano a 0% en el 2024). Esto acompañado de tasas de interés reales positivas. Reducir esta asistencia monetaria implica que en el 2022 un 0.9% del PBI sea financiado con Organismos Internacionales y un 2.2% del PBI con endeudamiento privado. Para ese último caso, el mercado en ese sentido en Argentina es pequeño y ese 2.2% es alto para tal tamaño. Misma conclusión se replicaría para el 2023 pero con un financiamiento privado cercano al 3% del PBI y un monto superior mayor en intereses. Ante esta situación, existen dos alternativas: incentivar el mercado con tasas cada vez más altas y así incrementar la cuenta de intereses (y volviendola impagable) o bien, forzar el recorte el gasto primario para no convalidar esas tasas (adaptar las necesidades a la capacidad de financiamiento).

Con respecto al frente externo Guzmán enunciaba que no habrá saltos cambiarios y que el objetivo es la acumulación de reservas. Cuestión que deja importantes dudas contemplando los monitoreos trimestrales por parte del FMI. En fin, para Guzmán: “se llegó al mejor acuerdo que se podría lograr”.

¿Cómo impacta un acuerdo de tales características en la diaria del común de la sociedad?

Pese a que es un tanto prematuro para hablar de consecuencias, dado que aún no se explicitó oficialmente como se van a llevar a cabo las medidas que conduzcan a cumplir las metas pautadas; es notable como cualquier mínima noticia que tenga que ver con el tema, genera movimientos en ciertas variables económicas. Días previos al anuncio de Guzmán, el dólar paralelo llegó a superar los 220 pesos para la venta. Al siguiente día hábil los mercados ya se “calmaban” y la divisa estadounidense promediaba los 212 pesos en el mercado paralelo.

Entonces, ¿no es demasiado esperanzador esperar que ante estas revisiones constantes por parte del FMI, no ocurran sobresaltos en la economía?¿acaso no hay un camino lo suficientemente arduo estos próximos años y medio?. La vulnerabilidad financiera y/o cambiaria será la compañía estrella en ese lapso de tiempo. ¿Sólo por ese período?... el problema no termina en esos dos años y medio. En el 2028 comienzan a agruparse los vencimientos del nuevo programa. Y si nos remontamos a nuestra historia con el Fondo, es muy probable que para ese entonces se tengan que volver a negociar nuevas condiciones sujetas a nuevas metas para poder cumplir con esos cuotas.

Quizás lo más “esperanzador” del mensaje de Guzmán tiene que ver con sus consideraciones sobre el fenómeno inflacionario al reconocerlo como multicausal. Sin embargo, con la teoría no basta para mantener el poder adquisitivo de la población. Sería fundamental que la gestión elabore un plan integral para darle batalla al aumento sostenido y generalizado en el nivel de precios que contemplen a todos los sectores de la cadena productiva y reconozca el gran componente inercial que tiene.

En síntesis, un acuerdo de estas características no resuelve nada estructural en lo que respecta a  la limitación de dólares de Argentina. No acordar podría haber tenido eventualmente un costo… difícil de cuantificar a esta altura sobre algo que no ocurrió. Pero acordar con estas condiciones también lo tiene. Parece que el FMI busca tener sentada a la Argentina en su mesa durante al menos una década…