La crisis del coronavirus está dejando una secuela que recién en los últimos meses comenzó a notarse y afecta a los países tanto de la región como a los Estados Unidos y los países de la Eurozona. Se calcula que el año pasado la pandemia afectó al 90% de los países del mundo.

No obstante, la pandemia no es más que un shock de oferta inicial y son las políticas llevadas adelante por los diferentes gobiernos que afectan a la economía mundial. En este caso, vamos a hacer foco en la política monetaria expansiva del último año que provocó saltos en los números de inflación en el mundo. Se trata del incremento en las tasas de inflación que, si bien son irrisorias en comparación con la que se viene registrando en Argentina en los últimos años, exceden en muchos casos al objetivo de cada Banco Central y, por lo tanto, merece prestar atención.

El caso más notorio, es sin dudas el de Estados Unidos que a lo largo del 2021 fue en constante aceleración de la tasa de inflación, llegando en los últimos dos meses a 5,4% de manera interanual. Dicha cifra es ampliamente superior al “average inflation targeting” de la FED (Banco Central de EE. UU.), que consiste en lograr un objetivo de inflación promedio del 2%. 

La FED asegura que la aceleración de la inflación se debe a que Joe Biden tiene problemas de abrir completamente la economía e incrementar la oferta de productos y servicios con una demanda creciente. Mientras que el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, detalló que está impactando negativamente los problemas de suministro, incluido una escasez de semiconductores que obstaculizan la producción de autos y que esos efectos deberían reducirse a medida que se reduzcan los cuellos de botella. Sin embargo, lo cierto es que cuando comenzó la pandemia la FED redujo las tasas de interés a cero y aplicó un programa masivo de compra de bonos para proporcionar liquidez a la economía durante la crisis. Esto, como veremos adelante, impactó negativamente sobre el valor del dólar.

En esta sintonía, también podemos encontrar a México, cuya tasa de inflación rozó el 6% en abril y se mantiene actualmente por encima de 5% (2 puntos porcentuales por encima de su objetivo), siempre en términos interanuales. Por otro lado, tenemos a los países que componen la Eurozona que, aunque siguen dentro de los márgenes impuestos por el Banco Central Europeo, también se encuentran bajo una tendencia alcista. Situaciones intermedias se encuentra en Sudamérica, región donde exceptuando a Uruguay y Bolivia, también hay una aceleración en el nivel de precios. Una vez manifestada la problemática, veamos qué factores pueden explicar estas variaciones del índice de precios al consumidor, que se han estado incrementando de manera sostenida. 

En primer lugar, como se observa en el gráfico, durante el año 2020, la situación fue inversa. Es decir, que se presentaron disminuciones en las tasas de inflación debido a las restricciones de movilidad y la debacle económica. Por un lado, la imposibilidad de muchas personas de salir de su casa redujo la demanda de bienes y servicios no esenciales. Por otro lado, la caída en la actividad hizo saltar de manera fenomenal los ingresos de buena parte de la población, generando nuevamente una baja en el consumo.

Todo esto combinado, derivó en una menor velocidad de circulación del dinero, provocando una ralentización de la depreciación de la moneda local en términos de bienes. En consecuencia, cuando computamos la variación interanual en el presente, usando como base un dato del año pasado (inusualmente bajo), la tasa de inflación se verá distorsionada y más específicamente sobredimensionada. 

En segundo lugar, también vale mencionar que, a principios de este año, hubo un shock en el precio de las commodities a nivel internacional que pudo incidir en el precio principalmente del rubro de Alimentos, pero que no explica la persistencia de las altas tasas de inflación.

En tercer lugar, concentrándonos en la política monetaria, se puede observar que la respuesta usual de los Bancos Centrales en la gran mayoría de países consistió en disminuir la tasa de interés con una consecuente expansión de la base monetaria. Lo que se busca con estas medidas es precisamente estimular tanto la inversión como el consumo para generar mayor dinamismo en la economía y acelerar la recuperación. En general, se puede ver que la respuesta ha sido positiva y en la gran mayoría de casos, las economías han rebotado durante el primer semestre del 2021, a pesar de los tropiezos generados por las nuevas variantes del coronavirus. 

No obstante, hay que tener en cuenta, que un prolongado uso de las tasas de referencia bajas, pueden sobrecalentar la economía, generando precisamente problemas indeseados como la inflación. Es por esto, que algunas autoridades monetarias de la región, como en Uruguay, Paraguay, Brasil y Perú han comenzado a restaurar las tasas de interés a niveles pre-pandémicos, entendiendo que el estímulo ha funcionado, cumplió su parte y seguir abusando del mismo podría hacer perder la estabilidad de precios. Sin embargo, esta decisión no se observa en los países más desarrollados, a pesar de que las expectativas del mercado ya manifiestan su inquietud al respecto.

En línea con lo expuesto, el reciente proceso inflacionario que estamos viendo en distintas regiones del planeta, es en parte un estado propio de la coyuntura económica en una etapa de recuperación. No obstante, es responsabilidad de los Bancos Centrales mantener firmes las riendas de sus políticas, de forma tal que, en su afán de volver al nivel de actividad económica previo a la pandemia, no se terminen desatando desequilibrios monetarios que lleven a un mayor nivel de inflación.

Cabe ser redundante de que cada vez que el Estado interviene en la economía genera distorsiones en los mercados que terminan afectando a todos los individuos de la sociedad. Es imprescindible comprender que el Estado no es capaz de crear riqueza en la sociedad, pero si destruirla y volcar a la economía en una debacle financiera como las que ya tenemos experiencia a nivel mundial.