En un contexto de negociaciones de ida y vuelta con el Fondo Monetario Internacional (FMI), creemos que Argentina debería beneficiarse de un acuerdo con el organismo de crédito para corregir, o al menos evitar, un mayor deterioro de sus desequilibrios macroeconómicos. El país tiene mucho que perder si no se alcanza un entendimiento con el FMI.

Con respecto a si existe voluntad de acordar, algunos miembros del gobierno han manifestado abiertamente que es necesario un acuerdo con el Fondo, mientras que desde lo fáctico, han dado señales en línea con el comunicado del organismo internacional del 10 de diciembre último. 

Aunque todavía insuficiente, la aceleración de la devaluación del tipo de cambio oficial, el aumento de la tasa de política monetaria y el pago de alrededor de 700 millones de dólares podrían interpretarse como un gesto de que ambas partes están alineadas. Sin embargo, existen diferencias más profundas con respecto al ritmo en que ajustarán las cuentas públicas. Mientras el gobierno propone llegar a una consolidación fiscal en 2027, el FMI busca acortar ese plazo.

De todas formas, actualmente la brecha cambiaria que existe para cerrar el acuerdo es mucho más estrecha si se compara con negociaciones realizadas en otros periodos históricos de la Argentina. En este sentido, asignamos una alta probabilidad a que efectivamente se cierre algún tipo de acuerdo.

En línea con lo que propone el FMI, deberían implementarse políticas para promover la acumulación de reservas internacionales vía liquidación de exportaciones y fomentar, a su vez, la inversión extranjera directa. El principal incentivo para que esto suceda es reducir la brecha cambiaria, devaluando el tipo de cambio oficial y flexibilizando los controles de precios.

La energía, una aliada

El sector energético se ha constituido como un aliado del gobierno, a pesar de las limitaciones que éste le impone. Aun con un tipo de cambio oficial apreciado y con un precio del barril por debajo del internacional, la producción total de gas se mantuvo estable, ya que la producción de gas no convencional compensó la caída en la producción de gas convencional.

Con respecto al petróleo, se dejó atrás el golpe de la pandemia en septiembre de 2021, y durante noviembre se produjeron 557 mil barriles diarios. Estas son cifras que no se obtenían desde octubre de 2012. Tanto el sector energético como el agro se constituyen como sectores fundamentales de la matriz productiva argentina.

Dichos sectores son capaces de generar reservas vía exportaciones, y también de atraer inversión extranjera directa. Ya se evidencia una reactivación en inversiones de capital por parte de inversores locales, sobre todo en el área de energía renovable, como también de inversores internacionales, esta vez más orientados a la minería.

Sin dudas, esta reactivación va a ser considerada como positiva por el FMI a la hora de ponderar las variables para llegar a un acuerdo con Argentina, y así volver a un camino de normalización, por fin, de las variables económicas de nuestro país.