Alguna luz aparece en el horizonte. Las últimas estadísticas oficiales de actividad económica están dando señales bastante alentadoras de una calma en las agitadas aguas de la pandemia. Desde muchas entidades empresarias y comerciales hemos dado sobradas pruebas de la experiencia y conocimiento acerca de cómo dinamizar con sustentabilidad la rueda de la economía.

En un escalón superior, el del compromiso político, es donde se combinan el conocimiento y la experiencia para que el mundo pyme se ponga en agenda de verdad, con la solidez que requiere un verdadero compromiso para la recuperación y el crecimiento de un sector vital de la economía.

Sabemos que no debemos bajar los brazos, que sigue latente la adversidad de un virus que va mutando y nos desafía constantemente con nuevas cepas mucho más peligrosas. Es un presente dramático, pero también debemos pensar en el futuro.

En muchos casos, hace falta la gran sustancia de la sensibilidad social para dar soluciones y devolver derechos a los hombres y mujeres del mundo de la producción. Con la sensación a flor de piel de que hay gente que sufre por la pérdida de su trabajo, y también quienes han perdido su sueño de independencia económica y mayor calidad de vida.

Desde el empresariado continuamos monitoreando los pequeños y grandes déficit financieros y funcionales de todo el aparato productivo. Ofrecemos al respecto un fraterno contexto de escucha y nos asumimos como enlace válido con las autoridades a las cuales debemos convencer de la urgencia en acudir con la máxima ayuda posible al pequeño y mediano empresario.

Muchos predicadores de la nada misma suelen exhibirse a diario en medios de comunicación como expertos. En realidad, nada tienen de “cultura pyme”, ni tienen la más remota idea de cuáles son las necesidades del sector. Los y las representantes empresarios/as y comerciales estamos empapados de la cotidianeidad, de sus rutinas de obstáculos y sinsabores, donde sabemos que la improvisación se paga con un alto costo.  Por eso, los enunciados que parte de gente poco representativa o con escaso conocimiento deviene en un perjuicio evidente.

No nos equivocábamos allá por los momentos  más crudos del aislamiento cuando remarcaba la necesidad de consultar a trabajadores y empresarios sobre cómo garantizar los mismos niveles de producción y de actividad económica. Desde ambos sectores podíamos asesorar de cómo hacer logística de transporte de cargas, movimiento de personal y demás cuestiones que hacen a la rutina diaria.

Eso no se hizo y si bien apoyamos la prioridad sanitaria, nos hubiera gustado contribuir a la amortiguación de una caída de la actividad económica que resultó histórica. Ahora todo esto resulta contra fáctico y tenemos que redoblar esfuerzos para lograr la mayor recuperación. O sea, que el desafío es mayor y se necesita una estrategia más profundizada. 

Somos las entidades representativas las que mejor pueden dar el contexto para otorgar prioridades y modos. Y así saber en qué medida hay que apretar el acelerador para una medida urgente y en cual nos debemos una reflexión para plantear nuevas estrategias y planificar adecuadamente.

La matriz de propuestas viene siendo clara de nuestra parte y pasa por la simplificación, la reducción y la equidad impositiva, el mayor blanqueo posible de la economía, la adecuada inserción de los bancos al servicio de la producción, la profundización de políticas públicas para capacitación y formación de personal, y el incentivo tanto al consumo interno como así también el aliento para el ingreso de divisas con el desarrollo del modelo exportador.

Es tiempo de persistir en el máximo esfuerzo y en la máxima perseverancia. La contención, así como también la articulación con el Estado para lograr las mejores recetas de recuperación no son conceptos vacíos de contenido. Son principios rectores que no se pueden eludir en una etapa tan especial que viven lo bonaerenses y los argentinos.