Esta semana fue una bisagra para la economía argentina, dos eventos han despertado alertas y parece que no tienen reversión sencilla. En primer lugar, la deuda en pesos cayendo más de 20 puntos en forma diaria pone en una situación difícil a la Secretaría de Finanzas de cara a la próxima licitación. Claro, para el BCRA no sería difícil salir a elevar artificialmente el precio, pero el cambio de humor ya está instalado en el mercado y las dudas acerca de la solvencia fiscal no será erradicada fácilmente. 

En segundo lugar, una alerta nuevamente sobre la inflación. Nuestro relevamiento de precios de alimentos y bebidas registró un alza de 2,8% con el 30% de los productos aumentados. La inflación había entrado en una desaceleración y esta semana se ha cortado ese optimismo. 

El escenario pesimista para la economía argentina es justamente con el que se está coqueteando. La secuencia: dificultad en el rollover de la deuda en pesos, los dólares financieros subiendo, contagio a precios domésticos, mayor depreciación del tipo de cambio oficial, salarios cayendo y actividad a la baja. 

No es un cimbronazo tan traumático como otros que se han vivido en el país, pero pondrá a la economía en un escalón de nominalidad más elevado, ya no pensamos en un 70% de inflación anual, sino un grado más elevado con las distorsiones que genera tener actualización de contratos en forma mensual superiores al 5%. 

El FMI emitió un comunicado muy auspicioso para la Argentina, hasta elogioso, de la primera revisión. Por supuesto, fueron los datos de marzo los analizados, los que surgen luego de haber recibido el primer desembolso y antes de haber empezado a tener un gasto que crece 10 puntos por encima de los ingresos como se registró en abril. 

Hay dos sucesos a analizar de cara a lo que resta del mes. El primero es la licitación de deuda de junio. Ese test marcará si el mercado le da una chance más al Gobierno. Por lo pronto, las declaraciones del Ministro acerca de que en realidad es el Tesoro quien testea la disposición a perder del mercado no augura un buen resultado. Sería mejor una posición conciliadora, aún hay tiempo de reversión del daño.

El segundo suceso es el conocimiento de los datos fiscales de mayo. Un nuevo resultado de gasto similar al de abril pondría en una posición débil al cumplimiento de la meta fiscal y monetaria. Una lectura desfavorable respecto a lo que está haciendo el Tesoro con el gasto público podría precipitar la secuencia descrita más arriba. 

La próxima semana es corta y sería bueno que aparezcan señales políticas. Básicamente un ordenamiento del Ministerio de Producción, una decisión firme de avanzar con la cuestión tarifaria, contención de las movilizaciones sociales y que todo eso sea acompañado de menores registros inflacionarios. Así se podría llegar a fin de mes con una perspectiva de que aún se puede corregir el rumbo.