La política se asemeja a la física, cuando hay espacios vacíos, se ocupan. 
Esto sucede en Rosario con el narcotráfico. 

La dirigencia política no quiere, no sabe o no puede hacerse cargo de la principal preocupación ciudadana de los rosarinos y que se extiende a toda la geografía nacional: la inseguridad. 

Debido a ello, la Corte Suprema de Justicia de la Nación, en pleno, junto con el Procurador General, el Consejo de la Magistratura y jueces federales de todo el país, concurrieron a Rosario y enviaron un mensaje contundente. 

Es necesario implementar políticas públicas concretas para comenzar a dar respuestas a la explosión de narcotráfico en la ciudad santafecina. Sin entrar en personificaciones partidarias, no se ha podido articular políticas que enfrenten de raíz este tumor que se sigue propagando y dejando atrás numerosas vidas. 

Los espacios vacantes nunca duran demasiado tiempo. Desde la asunción de Horacio Rosatti como presidente de la Corte Suprema de Justicia, él comenzó a ocupar espacios que la política no ocupa. 

Como estrategia o por mero aprovechamiento de la oportunidad, es normal observar un avance constante. A modo de ejemplo puede encontrarse la conformación del Consejo de la Magistratura, en donde el titular del Supremo es el nuevo presidente del organismo que nombra o remueve jueces.

La resolución, por unanimidad y con una celeridad pocas veces vista, de dar lugar al recurso de queja presentada por la fiscal entrerriana, donde manifiesta la ilegalidad del jury de enjuiciamiento en su contra. 

Muchas veces hablamos en esta columna sobre la falta de liderazgos políticos en un mundo super conectado y que avanza a una velocidad inusitada. Esta carencia de líderes hace que comiencen a aparecen fenómenos novedosos, por fuera de las unidades básicas, los mitines y las dinámicas propias de un sistema político.  

En este contexto, llama particularmente la atención la irrupción de Rosatti marcando agenda pública. Con una ideología y simpatías políticas claras, la pregunta obvia que podemos hacernos es si estos movimientos son solo parte de un crecimiento en enclave judicial o si, en realidad, estamos en presencia de algo más. 

Sobre este punto, es imposible no analizar su pasado político, llegando a ser Intendente de la Ciudad de Santa Fe en 1995. ¿No deberíamos pensar en un potencial proyecto político apalancado en la notable orfandad de liderazgos?  
El correr de los meses demostrará si existe esa posibilidad de volver a pensar en Rosatti en su modalidad “candidato” o si estamos solamente frente a un dirigente que crece presidiendo, a su modo, el máximo tribunal de justicia del país.