Estamos transitando momentos delicados, en una sociedad que siente día a día que su calidad de vida se deteriora, y que su caída parece no tener final.

Vemos un mundo convulsionado, y casi todos los oficialismos están en jaque. En el Reino Unido se produjo la renuncia del primer ministro Boris Johnson por la pérdida de confianza de su propio partido, en Italia el premier Mario Draghi enfrenta serios inconvenientes para mantener la coalición unida, donde la inflación aumentó al 8% anual y es motivo de rechazo de la ciudadanía italiana. En Francia, Emmanuel Macron, recientemente reelecto, lidia con un parlamento opositor que dificulta su acción de gobierno. En Estados Unidos, se duda del liderazgo de Joe Biden, y se empieza a resquebrajar el bloque oficialista en el Senado.

Por otro lado, en nuestra región, Ecuador se encuentra con conflictos sociales que acechan al presidente Guillermo Lasso. En Chile, el presidente Gabriel Boric, empieza a ser cuestionado por la oposición y también con conflictos políticos en el propio oficialismo, llegando a tener una caída brusca en su imagen presidencial. En Perú, el presidente Pedro Castillo fue expulsado de su partido y sigue sin resolverse el enfrentamiento con el Congreso de la Nación que repercute en la calidad institucional.

Como vemos el mundo post pandemia, generó una fenomenal crisis que afecta fuertemente a las sociedades. 

En nuestro país desnudó el grado de improvisación en materia económica, en la implementación de políticas públicas y en la toma de decisiones que afectan la calidad de vida de sus habitantes y de su vida institucional.

Con semejante grado de imprevisión se deja de lado los temas trascendentales y sobresalen las peleas en la cima del poder, muchas veces patéticas, que se asemejan más a una comedia de enredos que a un proyecto de país.

Vemos a un presidente sin norte, en soledad, con pocos reflejos y volumen político. Por otro lado, una vicepresidenta que propone políticas que ya fracasaron en gobiernos anteriores.

Lo que queda en evidencia es que se agotó una construcción política improvisada en donde lo importante es llegar al poder, ya que las consecuencias fueron los fracasos económicos de Cambiemos y del Frente para todos. Cristina Kirchner y Mauricio Macri representan el pasado.

Hoy es necesario proyectar futuro, ideas, planes y objetivos, de otra manera el fracaso seguirá siendo nuestra bandera.