Cristina levantó el teléfono y marcó el número de Guzmán. "No es con vos la cosa", le aclaró la vicepresidenta a quien fuera hasta hace unos meses para el kirchhnerismo el "Lavagna de Alberto" y que ahora temen que sea el "Remes Lenicov de Rodriguez Larreta". Pero en la política, como en la teoría de género, el problema no son los nombres, sino los presupuestos. Y la disputa que conmueve al peronismo desde el fatídico 12 de septiembre no son los errores de comunicación o la representatividad del gobierno, sino el Presupuesto 2022 y un ajuste posible que, a los ojos del kirchnerismo, le haría perder la elección de este año y la de 2023. 

El problema, afirman en el Instituto Patria, es que los economistas que rodean a Alberto no tienen futuro en la política y por eso actúan como tecnócratas. "Total, si esto falla, regresan a alguna universidad de los Estados Unidos o trabajan para alguna de las empresas con las que ahora se reúnen todos los días en los ministerios de Producción", afirma un economista militante de La Cámpora con base en el conurbano.

Con datos, el economista kirchnerista lo explica así: "En realidad, el gobierno empezó a hacer el ajuste en Julio de este año y el déficit fiscal era mayor que el de 2019, el último año del macrismo, y un año donde hubo una fuerte contracción del gasto público. Es verdad que durante abril y mayo, con la llegada de la segunda ola, hubo algunas medidas que hicieron que el déficit creciera para compensar la caída del 1,4% en el segundo trimestre (IFE en el AMBA de $15.000 en Abril, bonos en Abril y Mayo en jubilaciones y AUH, adelanto del pago de fin de año de la AUH, créditos a tasa cero para monotributistas, ampliación de la Tarjeta Alimentar e incremento del 30%, adelanto de los aumentos del SMVyM a septiembre, modificación de los aumentos en el monotributo), pero fue todo muy leve". "Medidas veganas: te cuidan la salud pero no te llenan la panza". 

Lo cierto es que el enojo de la vicepresidenta, que desató la crisis del gabinete no se dio por lo hecho en los primeros seis meses, sino en especial por lo no hecho durante julio y agosto. Y es que a medida que se acercaba el acuerdo con el FMI, fue creciendo la obsesión del equilibrio fiscal dentro de los objetivos del gobierno, olvidando lo más importante que sabe el peronismo: que los votos se cuentan de a uno y en las urnas. Y es que si lo que se buscaba era generar un efecto económico que cambiara el humor social en la antesala de las elecciones, cortar el "chorro" de ayuda social que dejaba a la intemperie a más de 5 millones de argentinos no sólo haya sido poco inteligente, como señala la vicepresidenta, sino hasta suicida.

En este contexto, tiene sentido la carta de CFK que desataron los cambios en la Casa Rosada. Y es que los últimos datos oficiales le dan la razón, ya que al mes de julio el déficit primario (es decir, excluyendo los pagos por intereses de la deuda) era de 0,7% del PBI, lejos de la meta del 4,5% para todo el año. La vicepresidenta, en su carta pública, indicó que el déficit primario para el para el mes de agosto acumulaba un 2,1%. Es decir que el déficit fiscal estaría más ajustado que lo hecho por Macri en las elecciones de 2017, cuando ganó las legislativas y tuvo un rojo superior al 3 por ciento. Números que agitaron el fantasma de Remes Lenicov y alejaron el recuerdo de Lavagna. 

Un asado con Laclau contra el peronismo vegano 

En el año 2014 pasaron dos cosas importantes para CFK: la primera, falleció Ernesto Laclau, teórico del populismo y guía intelectual del kirchnerismo y la segunda, Cristina Fernández supo que probablemente el peronismo podría perder las elecciones de 2015 con la candidatura de Daniel Scioli. Para el gran pensador argentino, el  peronismo es un “significante vacío” que no tiene “significado” y puede llenarse de contenido según quien lo utilice y las demandas específicas del momento. Para Laclau, uno puede ser peronista por identificación y eso quiere decir en cada momento histórico una cosa distinta.

Eso es lo que supo CFK este año de de la figura de Alberto Fernandez luego de la foto del cumpleaños de Fabiola en Olivos durante la pandemia: que el Presidente no estaba llenando el significante vacío (es decir las demandas no satisfechas del pueblo- mejora del salario, mayor oferta de empleo, menos inflación y mas seguridad-). Y que eso era peligroso para la elección, ya que un peronismo vacío no lograría identificarse con el pueblo mas pobre. Algo que finalmente ocurrió en las PASO. Como ilustraba un viejo Intendente de la primera sección: "El equipo de Alberto te quiere cuidar la salud haciendo peronismo vegano, cuando desde 2019 la gente tiene el fuego prendido y le pide justicialismo de achuras. No hay peronismo con hambre".

Palabras que cobran sentido si se miran los números: la ingesta de carne vacuna promedio disminuyó desde los 67,2 kilos por año de 2009 hasta los 50,2 kilos por año de 2020, lo que represento una caída del 25,3%. Y en 2021 podría bajar a poco mas de 40 kilos por año, transformándose en el consumo más bajo de las últimas décadas. Una catástrofe que arrasaria con el choripan peronista, acaso el ultimo significante lleno que Laclau no analizó. 

Villeros que votan libertarios y empresarios que buscan comunismo para ricos

"En casi todas las sociedades han existido fórmulas para proteger a los ciudadanos frente al hostigamiento de los acreedores, pero esta última reencarnación del capitalismo que es el neoliberalismo ha dejado a la mayoría desprotegida. Los ricos, eso sí, no tienen problemas. Entre ellos mismos se perdonan las deudas: yo lo llamo el “comunismo de los ricos”. A ver si no, ¿cuántas veces ha estado en bancarrota Donald Trump?, ¿y cuántas veces ha logrado rehacer su fortuna?", afirmaba el antropólogo estadounidense David Graeber, que murió el año pasado a los 59 años producto del Covid 19.

Las palabras del antropólogo parecen cada vez más actuales a la luz de lo que piensa la burguesía local argentina. El mejor ejemplo es el grupo de Whatsapp "Nuestra Voz", donde más de un centenar de herederos de la oligarquía local acuerdan con el pago de la deuda externa y las acreencias argentinas al FMI, pero al mismo tiempo piden baja de impuestos y créditos subsidiados. Un peculiar ejemplo del comunismo para ricos, en donde se socializan las pérdidas del Estado pero se privatizan las ganancias. 

En medio de eso, avanza en los barrios más pobres del país una corriente libertaria que reúne a miles de votantes menesteorosos alrededor de la figura de Javier Millei, un economista que promueve que el raquítico estado protector que los tutela desaparezca para siempre y que ellos queden a la intemperie. Un ejemplo más que claro de lo que ha dejado la pandemia: mas de 100.000 muertos y una sociedad confundida, donde ricos y pobres se autoperciben distintos a lo que la naturaleza les otorgó al nacer. Fenómeno que por estas horas parece también confundir al peronismo, que se debate entre el veganismo del ajuste o el colesterol del déficit.