La evolución del precio del petróleo dependerá de las acciones de oferta por parte de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y de la posibilidad de que continúe el conflicto entre Israel e Irán.

Teniendo en cuenta las declaraciones de ambas partes, es posible que el conflicto no haya terminado, lo que abre la puerta a posibles ataques dirigidos contra infraestructuras petroleras. Además, como represalia, Irán podría cerrar el estrecho de Ormuz, interrumpiendo aproximadamente el 25% de los envíos mundiales de petróleo y el 20% de los de gas natural licuado que lo atraviesan cada día, lo que impulsaría los precios al alza.

Si llegara a producirse una interrupción del tráfico por el estrecho, se podría esperar un aumento abrupto y temporal del precio del petróleo (posiblemente en un rango de 85 a 100 dólares por barril), aunque también cabría esperar una respuesta militar para reabrir la vía, lo que haría retroceder los precios a niveles previos.

Los puntos clave a monitorear hacia adelante son dos: el primero, cualquier señal de interrupción en la producción de petróleo; en tanto, el segundo es cualquier indicio de problemas en el flujo de petróleo o gas. 

Si ninguno de estos factores se materializa, creemos que los precios del crudo podrían mantenerse en un rango de entre 60 y 70 dólares por barril, ya que se espera que el panorama de la oferta en la segunda mitad de 2025 esté cada vez más determinado por un aumento de la producción de la OPEP y sus aliados (OPEP+). 

En un giro importante de política, algunos miembros de la OPEP+ comenzaron a aumentar la producción en abril, tras varios años de restricciones que limitaban la oferta en unos 2,2 millones de barriles diarios.