Esta semana se anunció que las jubilaciones y pensiones tendrán un aumento del 12,12% a partir de junio. Este resultado surge de promediar la evolución trimestral de los recursos tributarios de ANSES por beneficio y la evolución de los salarios medidos por la Remuneración Imponible Promedio de los Trabajadores Estables (RIPTE). Si a este aumento se le suma la movilidad otorgada en marzo de 8,07%, la fórmula de movilidad aprobada en diciembre último arrojó un incremento acumulado del 21,17% para el primer semestre de su funcionamiento.

Ahora bien, este incremento es el que surge de la aplicación de la fórmula, y es el incremento que en los hechos recibieron todos los jubilados. Pero no todos los jubilados recibieron el aumento al mismo tiempo. Más precisamente, a través del Decreto 218/2021, aquellos jubilados con haberes hasta 1,5 jubilaciones mínimas recibieron un bono extraordinario de $1.500 en abril y otro en mayo, mientras que a los jubilados con haberes hasta $32.357,16 se les otorgó un bono menor a $1.500 para los mismos meses. Entonces, ¿de cuánto fue el aumento efectivo? Si se toma el período de punta a punta, el aumento fue del 21,17% para todos, pero cómo se distribuyó ese aumento depende del corte de haberes que se tome.

Tomemos dos ejemplos. Un jubilado que cobraba la jubilación mínima en enero 2021 tuvo un aumento de 8,07% en marzo. En abril y mayo se le pagaron dos bonos de $1.500, lo que significó un incremento adicional del 7,29%, a lo que se le sumó un aumento del 4,5% a partir de junio. Vale decir que este grupo representa cerca del 70% del total de beneficios jubilatorios. En otro ejemplo, si un jubilado que en enero de 2021 cobraba una jubilación equivalente a dos mínimas (que son cerca del 15% del total de beneficios), su jubilación aumentó un 8,07% en marzo y un 12,12% en junio. En resumen, todos recibieron el mismo aumento (21,17%), pero con distinta frecuencia y siguiendo un orden.

Y que ese orden no haya sido aleatorio, sino que haya seguido una regla nos dice mucho. Claramente, adelantarle” la movilidad a quienes menos ganan marca un orden de prioridades que tiene que ver con el objetivo de garantizar mínimos sociales para los adultos mayores. Y acá viene la pregunta clave: ¿funciona o no la nueva fórmula? Si bien es muy prematuro poder dar una respuesta a este interrogante, lo que se va evidenciando es que todavía es la economía la que marca los tiempos. La historia inflacionaria argentina expuso la necesidad de otorgar aumentos de manera periódica durante el año, y es la misma historia la que hace que sea razonable que la frecuencia de la actualización sea flexible en aras de proteger el ingreso de los jubilados.

El costo de vida aumentó un 17,6% durante los primeros cuatro meses de año, por lo que es posible que la movilidad, al igual que el resto de los salarios de la economía, no logre superar a la inflación durante el primer semestre 2021. Sin embargo, la posibilidad de adecuar la frecuencia de los aumentos según el ritmo en que se mueven los precios podría funcionar como un mecanismo de protección en momentos de caída de poder de compra. Pero hay que tener que cuidado en que estos “adelantos” no afecten la sostenibilidad del sistema. En este sentido, plantear una regla que permita priorizar a quienes se encuentran más expuestos a los vaivenes de la economía agrega razonabilidad a este esquema.