Previo al inicio de las restricciones a los nuevos controles a la circulación anunciados para el AMBA y recomendados para las provincias, la economía empezó a mostrar signos de fatiga. La actividad ya se encuentra cayendo y posiblemente esto se agrave en alguna medida con los anuncios del Jefe de Estado del 14 de abril. El índice de avance de LCG estima una caída de 0,5% intermensual para febrero.

Pero si el desempleo sigue encima del 10%, la capacidad instalada de la industria a menos del 60% y la actividad está cayendo, la inflación debería estar desacelerando. Así lo explicaban varios funcionarios actuales. Tampoco hay inflación cambiaria, ni importada. Sin embargo, así como el virus le está ganando la pelea a los gobiernos, la inflación le está ganando la batalla al gabinete económico.

El dato de inflación del 4,8% de Marzo es preocupante por más de una razón. El impacto en los ya deteriorados indicadores socioeconómicos, la inercia insoportable que nos hace naturalizar el fenómeno y el incremento de la incertidumbre. Es que con estos niveles de inflación el Presupuesto quedó desdibujado y la suma del gasto por las restricciones no hacen más que ampliar esa sensación de no saber hacia dónde se dirige la economía (y el Gobierno).

El 4 de enero se mencionó en este espacio que lo que más preocupaba era la falta de ideas nuevas. Se están cosechando los frutos de la gestión con falta de un diagnóstico claro. Las respuestas, las de siempre: si sube el precio de x, hay que controlar el precio x, a quienes producen x, a las exportaciones de x y si es posible aplicar retenciones a x.

Una vez M. Friedman dijo que los economistas sabemos poco, pero lo que sí sabemos es crear escasez poniendo controles. Esto es lo que viene en la economía de este mismo año y los subsiguientes. Argentina no puede darse el lujo de atrasarse en la incorporación de tecnología, en la desconfianza renovada para firmar contratos entre empresas y cámaras de comercio de otros países, etc.

Esta semana además se conoció que se postergaba el ajuste de tarifas, en línea con el pedido de un ignoto subsecretario de energía que le ganó la pulseada a su jefe, el Ministro de Economía. Mientras tanto, P. Español diseña medidas contra la inflación y el BCRA retrasa el ritmo de devaluación. ¿Quién organiza y coordina esta política anti inflacionaria? Sería bueno que quede claro, porque además es políticamente inteligente: si fracasa hay que buscar al ‘culpable’. De ahí que el Ministro tal vez insista con que la inflación ‘somos todos’ como a veces suelen decir los centennials.

No estamos yendo a Venezuela, estamos yendo a Argentina, pero del pasado, esa que comenzó en el 2007 donde los organigramas corrían de abajo hacia arriba y que era manejada con improvisación y sin datos. El problema es este nuevo punto de partida. Esta vez la economía no soportará otro ciclo de estancamiento sin un deterioro social importante.

Así como vamos al pasado recurrentemente, hay que retornar al futuro. Queda la pregunta de si este gabinete económico lo podrá hacer. Por ahora parece que sólo retrocede y que la política económica sigue sin rumbo.