En el libro “La Clave es la Libertad”, de Agustín Etchebarne, se destaca que en el capitalismo las personas se hacen ricas creando riqueza para los demás. No es un juego de suma cero sino de hacer crecer la economía, de dar servicios y bienes a los demás para enriquecerte. Es más, según datos del autor, desde 1990 todos los días salen 130.000 personas de la pobreza extrema en el mundo. Cuando en 1950 las tres cuartas partes de la población mundial vivía en pobreza, en 1981 cae al 44% y en 2017 solo el 10% vivía en pobreza extrema. 

Obviamente, en una sociedad completamente libre no existe tal cosa como la pobreza. Es decir, no hay gente capaz y con ganas de trabajar que no tengan trabajo porque la sociedad no pueda proporcionárselo. La pobreza en los países desaparece una vez que optamos por la libertad. Es más, el crecimiento poblacional deja de ser un problema porque más gente es sinónimo de más gente que se puede emplear y que genera más riqueza.

No obstante, en la Argentina seguimos yendo contra la corriente. Según datos del INDEC, 4 de cada 10 argentinos se encuentran en situación de pobreza. En tanto 3 de cada 10 hogares se encuentran en situación de pobreza. Además, en el primer semestre del año se ha incrementado el porcentaje de personas bajo la línea de indigencia del 10,5% del segundo semestre del año pasado al 10,7%. Evidentemente, aquel gobierno que asumió en 2019, luchando contra el capitalismo, hoy dejó empobrecido a cientos y miles de personas. Sin embargo, la historia no termina aquí. El INDEC publicó hace una semana un dato de desempleo que no reflejaba la cruda realidad socio económica de nuestro país.

Según el dato del segundo trimestre del año del mercado laboral, la tasa de desempleo fue relativamente baja en un 9,6%; y muchos voceros oficialistas salieron a festejar ya que había bajado desde el 10,2% del primer trimestre del año e inclusive era más baja que el 10,6% del mismo período de 2019, gobierno de Mauricio Macri. No obstante, este no fue el verdadero porcentaje ya que, en las encuestas, cuando a la gente se le preguntaba si estaba buscando empleo respondía que no.

Dadas las restricciones que se llevaron adelante en el segundo trimestre del año, a los argentinos se les dificultaba desplazarse, por lo tanto, no podía buscar trabajo y, además, muchos pensarían que era una tarea inútil en dicho contexto.  Así que la población económicamente activa (PEA), que contempla la cantidad de personas que se encuentran empleadas y las que buscan empleo, se redujo. Por lo que la tasa de desempleo, que se mide como el cociente entre la cantidad de desempleados totales sobre la PEA, fue más baja porque un porcentaje de la población que perdió el empleo no fue contemplado por la estadística.

El resultado sería un desempleo del 11,3%, suponiendo la PEA del mismo trimestre del 2019. Muchísimo más alta que la que mostró el INDEC y reflejando fehacientemente la realidad socio económica de nuestro país.

Es un problema de medición que afectó a todo el mundo y desde la Organización Internacional de Trabajo enfatizaron el año pasado en la necesidad de re-evaluar la metodología. No obstante, pasada la pandemia la mayor parte de los países volvió a sus niveles normales de empleo. Como nuestro país todavía a principios de año tuvo que enfrentarse a un lento proceso de vacunación, se volvieron a tomar medidas restrictivas que afectaron la actividad de muchos sectores y los niveles de empleo.

El fondo del problema es que la tasa de desempleo y de pobreza son difíciles de reducir en un país que denigra el trabajo y lucha contra el capital. Siempre que exista un grupo de personas que vivan a costa de los que ofrecen su energía y esfuerzo en pos del progreso, estos números van a persistir.

En la Argentina, los factores que explican los niveles de desempleo y pobreza son la legislación, la regulación y los impuestos altos. Es necesario que las regulaciones laborales sean equilibradas para que puedan proteger al trabajador pero que a la vez no reduzcan ni la inversión, ni la productividad. Cabe recordar que para que un país pueda crecer es necesario acumular capital; y que este incremento de capital sea más rápido que el crecimiento demográfico. El capital se ahorra durante mucho tiempo y si no lo hiciste lo debes atraer del resto del mundo con algunos consensos básicos resueltos como modernización del mercado laboral.

Dicha modernización implica:

- Negociaciones a nivel empresa, entre empleado y empleador sobre salario y condiciones laborales.
- Libertad sindical, con una democracia sindical en todos los planos y lo más transparente posible
- Desregulación y simplificación para bajar el costo empresarial y evitar la duplicación y triplicación de autoridades administrativas que hacen gastar plata, tiempo y energía que podría ser aprovechada en innovación y avances tecnológicos en el sector.
- Reducción del costo de despidos para que sea reemplazado por un seguro de desempleo
- Contrato laboral flexible ya que si es rígido desincentiva la contratación laboral
Jornadas y descansos flexibles.

Si logramos llevar adelante estas reformas, podremos ofrecerle a la sociedad más oportunidades de progreso, en el que cada argentino mejore sus condiciones materiales a través del servicio a terceros ya sea como empleado o empleador. Si comprendemos que la riqueza se crea no se castiga, generaremos un futuro en el que la pobreza y el desempleo no sea noticia en nuestro país.