El 14 de Marzo de 2013 sucedió un hecho pintoresco en la legislatura porteña. Los legisladores iban a hacer una salutación al recién asumido Papa Francisco, el jefe del bloque del kirchnerismo se quedó en el pasillo confundido respecto a si tenía que unirse o no a ese saludo. Decidió retirar el bloque porque interpretó que Jorge Bergoglio estaba peleado con Cristina Fernández. Días después empezó una relación inédita entre el Vaticano y el peronismo.

Más allá de lo anecdótico marca algunos vicios que vuelven a estos días. El primero es la dependencia para actuar del ánimo de un líder, o mejor dicho, la incapacidad de actuar sin que el líder tome una decisión. La segunda es la falta de reflejos del líder, habían pasado ya unos días de la elección del jefe del Vaticano. La tercera es la desprolijidad que surge cuando el mensaje no baja.

La desprolijidad es notoria, mientras una parte del gabinete se reúne en Wall Street para convencer de que Argentina va por un rumbo de racionalidad, la otra amenaza con aplicar la leyes de abastecimiento y precios máximos que son tan poco novedosas como ineficientes.  

La falta de reflejos es quizás lo más preocupante. ¿Cuál es el giro del oficialismo? Ya pasó un mes de las elecciones y se ve vacilación. Y la incapacidad de actuar sin que la líder tome decisiones se suplió poniendo a un Jefe de Gabinete que no tiene poder pero tiene que gestionar, quizás al punto que genera algo de confusión adicional es que ejecuta más que el que ejerce el ejecutivo. En el medio quedó la duda de cuándo elegimos a Manzur para que lleve adelante al ejecutivo.

La oposición debería tomar nota también de esto. Buena parte de la sociedad demanda liderazgo personal. La situación tan compleja implica entregar prerrogativas excesivas en la actualidad.

No todo es oscuridad e incertidumbre en la actualidad, el sistema político argentino funciona mejor que su sistema económico. La elección difícilmente revierta un resultado: la fragmentación del bloque de senadores. ¿Dónde hay más chance de diálogo, dentro de algunos sectores del oficialismo mismo o entre los ‘centros’ de cada coalición? Lo segundo puede sacar la situación del palo en la rueda. La negociación en los recintos puede ser la llave para encontrar el rumbo que no se supo construir durante estos años el propio oficialismo.

En el medio el acuerdo con el FMI luce aún lejano. Si bien el Presidente había dicho que ‘estaba cerrado’, ahora el gabinete económico dice que aún falta, que lo que está cerrado es simplemente el marco conceptual de diagnóstico. Básicamente que el país tiene escasez de divisas y una necesidad de ordenar las cuentas públicas. Poco avance para dos años de negociación.

Mientras, parece que no habrá definiciones en el corto plazo, la mayor incógnita es si esas definiciones vendrán en forma inmediata luego del 14 de noviembre. Y un paso más allá, si esas definiciones son consistentes entre los distintos actores. La inmediatez es necesaria para evitar la parálisis y la consistencia para evitar la conflictividad. Tal vez se empieza a cristalizar la visión de que ningún extremo puede gobernar a una sociedad tan desigual, extenuada, pobre y sin ánimo.