Comenzó el Plan 4x4 del Ministro de Economía Sergio Massa. Busca empezar a poner en caja una dinámica inflacionaria galopante. Sin anclas nominales fruto de las restricciones macroeconómicas y la letra del acuerdo con el FMI, el Gobierno apela al ordenamiento gradual de algunas variables, sellar fisuras en algunos mercados críticos y reconstruir la confianza a través de acuerdos con el sector privado que incluyen mecanismos de premios y castigos. 

Todo esto en un momento complicado del año, cuando vuelven a presionar las exigencias fiscales para asistencia a sectores vulnerables y posteriormente cae la demanda de pesos con riesgo de nuevas fuentes de presión sobre los mercados alternativos de dólar. En este contexto, Massa apuntó a un objetivo del IPC en la zona del 3% para abril 2023, lo cual implicaría recortar a la mitad el índice de precios desde los niveles actuales. Difícil, pero no imposible. 

En cualquier caso es conveniente que se empiece a pavimentar el camino con metas cuantitativas concretas y contrastables. El Plan 4x4 comenzó con un acuerdo de precios en productos básicos: alimentos, limpieza y otros productos del hogar. Busca mantener fijos los casi 2.000 ítems que integran el programa, habilitando actualizaciones al inicio y al final del cuatrimestre. 

De buenas a primeras Precios Justos no parece muy distinto a una continuidad de Precios Cuidados u otros acuerdos que fracasaron. Su éxito descansa sobre el cumplimiento de acuerdos con incentivos no siempre alineados. Hilando más fino se tienen dos diferencias fundamentales en relación a las medidas previas de controles:

  • La unificación del área de Comercio Interior con Comercio exterior, en el marco de la implementación del nuevo sistema de importaciones SIRA. Esto podría aceitar los incentivos para que algunas empresas no se corran del programa, dada la necesidad de lograr previsibilidad de acceso al MULC.
  • La figura de Massa, que lideró las negociaciones con las empresas. Como cuadro político (y no técnico) encuentra mejor llegada al sector privado. Su figura hoy permite aunar voluntades en torno a un programa económico. Esto distingue de la etapa previa, donde la dispersión de la gestión económica era la norma.

Nada de lo anterior garantiza el éxito del programa. Los principales riesgos son el incumplimiento en los precios acordados y el desabastecimiento de los productos en góndola. Dependerá centralmente de la estabilidad de las variables nominales. Por ejemplo, si los dólares libres se disparan, se van a desacoplar las expectativas de devaluación. 

En ese caso se reduce el incentivo a abastecer, dado el mayor costo de reposición de stocks. Otro factor de posible desvío es la disponibilidad efectiva de acceso a dólares oficiales para importar. Si bien las reservas están lejos de los mínimos del mes de agosto, nada garantiza suficiencia para los próximos meses por la escasez de oferta de dólares en los sectores con un mayor potencial exportador.

A Precios Justos se lo debe dimensionar con sensatez: nadie cree que sea un programa anti inflacionario, si no tan solo un intento de recuperar referencias y adecuar precios relativos en un contexto de elevada volatilidad.

La inercia inflacionaria

El Plan 4x4 también se ocupa del plano fiscal. Tanto Silvina Batakis como Massa emprendieron un sendero restrictivo en la segunda parte del año. Se revirtió el aumento real del gasto, que llegó a crecer casi 20% sobre la inflación en los primeros meses del 2022. La estrategia implicó encuadrar la cuenta de subsidios convalidando los aumentos comprometidos y sumando el esquema de ahorro por consumo. Además, se redujeron transferencias discrecionales a Provincias y se frenó en seco la expansión acelerada de la asistencia social. Para el próximo cuatrimestre se espera sostener esta dinámica.

El Ejecutivo está en línea con el target fiscal del 2,5% de déficit a PBI para este año. El trabajo sucio del 2023 lo hará el recorte en servicios económicos (tarifas), pero habrá que monitorear el resto de las partidas en los meses electorales. Aún así, la cohesión política que genera Massa parece condición suficiente para el éxito del sesgo restrictivo: nadie dentro del Gobierno lo va a tildar nunca de ‘ajustador’. 

Otro objetivo para el próximo cuatrimestre es evitar una nueva corrida cambiaria. Hace dos semanas volvieron las presiones alcistas en los mercados paralelos. Desde los $290 del MEP a inicios de mes hasta los $313 actuales, se acumula una suba del 7,9%. Es poco, si se lo compara con el 25% de inflación corrida desde la estabilidad nominal que empezó en agosto. 

Aún así, todo movimiento mínimo genera ruido en el mercado financiero cuando del dólar se trata. A pesar de que a futuro se mueva a la par o por debajo del promedio general de inflación, es esperable que le ponga un piso elevado al pasaje inercial a precios de inicios de cada mes.

Por otro lado, si los dólares libres no se detienen la brecha cambiaria se va a cerrar a menor velocidad. Esto puede afectar la voluntad de liquidar operaciones por parte del sector exportador, además de aumentar el punto de equilibrio para el reconocimiento temporario en el futuro Dólar Soja II. 

Cada corrimiento, además, provoca efectos políticos por tratarse de una variable crítica para el pulso del día a día y el ánimo general en la Sociedad. El rol fundamental del Plan 4x4 es evitar un escenario de espiral nominal. La tensión financiera de las últimas semanas por los magros resultados en la renovación de instrumentos en pesos fue una señal de alarma. 

Si el Gobierno no tiene buenos resultados en este frente, la propagación hacia variables más sensibles va a ser automática. No parece haber margen para subir más la tasa de interés, por lo cual solo queda la vía regulatoria y el diseño de papeles más atractivos como estrategia para tentar al sistema financiero. En cualquier caso, al sector público cada vez se le vuelve más cuesta arriba cubrir su déficit fiscal. Hoy la macro sufre un efecto de pinzas por la escasez de circulante dada la restricción monetaria del programa EFF 2022 con el FMI, que coexiste con la necesidad de absorber todo peso suelto para fondear el rojo del sector público nacional. 

Del laberinto se sale con política y Massa parece saberlo. Con este programa compra tiempo en el peor cuatrimestre que le queda al Gobierno hasta llegar a la zona prometida de la próxima cosecha gruesa de soja. Reforzando el ‘Plan Aguantar’, evitar un escenario disruptivo podrá ser interpretado como un éxito a pesar de que no se traduzca en rédito electoral alguno de cara a la elección Presidencial 2023.