“No hay nada mejor que un susto para despabilar a un mamado” cuenta el humorista Luis Landriscina. El exceso de gasto público es para no pocos economistas el “alcoholismo” al que la clase política viene siendo adicta. Pero, como se sabe, el pánico disciplina y el espanto provocado por un dólar que se acercaba días atrás a los $200. Así fue que el Gobierno tomó dos decisiones centrales: empoderar al ministro Martín Guzmán, centralizando en él las decisiones económicas y comenzar un giro hacia lo que se podría sintetizar como una actitud más amigable hacia los mercados.

“Martín (Guzmán) se sacó el traje de académico y se puso el del político” dicen en la Casa Rosada mostrando una faceta hasta ahora no conocida del economista. Se insiste en que tiene mucho predicamento ante el presidente Alberto Fernández, que se lleva bien con Cristina Fernández como así también con su hijo Máximo y con el gobernador Axel Kicillof.

Cristina Kirchner es una de las más preocupadas por la situación social y económica. Dicen en su entorno que, hábil lectora de la realidad, observa con inquietud que la ola de coronavirus está llevando a que los oficialismos pierdan en distintos lugares del mundo. Y todo indica que la pandemia jugará en contra de las posibilidades electorales del Frente de Todos en las elecciones de medio término.

Por esta razón, se empoderó a Guzmán para “solucione los problemas económicos” y por otro lado se apuraron las decisiones respecto a las vacunas.

La apuesta oficial es “vacunar lo más rápido posible a todos y a todas”. Es que la vacuna es la garantía ante una segunda ola que una eventual cuarenta tendría un horizonte definido.

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Al respecto, la Argentina se ubica entre los 3 países más afectados por el COVID 19, sobre una muestra de 60 naciones analizadas por el Banco Santander. El PBI tendrá una caída estimada entre 12%/13% y se registran 600 muertos por millón de habitantes.

Estos números son sólo superados por Perú -retroceso de 14% en el PBI y 1.000 decesos por millón de habitantes- y España (11,5 de merma en la actividad y más de 700 fallecidos). Es decir, algo no anduvo también en la estrategia oficial, suelen criticar desde la oposición y los sectores empresarios.

Volviendo al “Súper Guzmán”, como lo comenzaron a llamar en los pasillos de la Rosada, “ahora su voz se hace escuchar en casi todos los ministerios”. Dejó el perfil “académico” para pasar a un rol “más político”, destacan en el entorno del presidente.

Desde hace un tiempo, el ministro o miembros de su equipo convocan al Palacio de Hacienda a diversos dirigentes del oficialismo tanto del poder ejecutivo, legislativo para incluso allegados al entorno tanto de Cristina como de Alberto.

En estos encuentros ya sea Guzmán (dependiendo de la importancia del invitado) o miembros de su equipo pasan a explicar a sus invitados qué se ha hecho, qué se está haciendo y el rumbo a seguir.

“Hemos cerrado un acuerdo exitoso por la deuda externa, hemos elaborado un presupuesto con objetivos posibles de cumplir” de esta manera comienzan las reuniones. Luego, aseveran, que apuestan a dar previsibilidad a la economía y, en este sentido, el acuerdo con el FMI y el presupuesto plurianual serán claves para conseguir este objetivo.

“Se los ve confiados y seguros que podrán lograrlo”, comentan quienes asistieron a estos encuentros.  

El protagonismo que viene alcanzando el ministro se puso de manifiesto en las distintas reuniones que mantuvo en los últimos días, en especial el encuentro con los dueños de las principales empresas que operan en el país agrupadas en la Asociación Empresaria Argentina.

“Si bien Matías Kulfas sigue siendo ministro de la Producción será poco lo que hará solo”, comentan en los pasillos del Ministerio de Economía. Se sabe que al titular del Palacio de Hacienda se le está armando una serie de encuentros con los principales dirigentes empresarios.

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La intención de Guzmán, señalan sus allegados, es ir entrelazando acuerdos con los distintos sectores. Descartan en lo inmediato la posibilidad de un pacto social. “Es que salvo que estemos en medio de crisis terminal no es posible lograr que alguien ceda”, explicaba un viejo dirigente. Por esta razón, la estrategia oficial es ir “de menor a mayor” formulando acuerdos con sectoriales en donde participe el Estado, empresarios y sindicalistas. Respecto a la oposición los posibles acuerdos los concentraran en el Congreso.

El entorno de Guzmán

“Es una personalidad rara, es amable pero distante”, así definen a Guzmán. Algunos lo ven “poco empático” pero reconocen su capacidad de adaptarse rápidamente. “Del Guzmán encerrado y solo concentrado en cerrar con los bonistas al de hoy hay una gran diferencia”, reconocen incluso aquellos que no le tienen mucha simpatía.

Se maneja con un grupo pequeño de colaboradores a los cuales les confía. Ellos son Sergio Chodos, representante argentino ante el FMI, es una pieza clave para el ministro de Economía, entre otras razones “por su capacidad para entender la política y particularmente la relación con el Kirchnerismo”. Siguen Haroldo Adrián Montagu, Secretario de Política Económica, Diego Alberto Bastourre, Secretario de Finanzas, Melina Andrea Mallamace, Titular de la Unidad de Gabinete de Asesores y Pablo Salinas, su secretario privado.

Si bien gran parte del elenco oficialista lo aprecia y valora también supo tener diferencias importantes con algunos colaboradores clave de Alberto. Tal es el caso de Gustavo Beliz y Sergio Massa.

Durante la negociación con los acreedores externos, ambos funcionarios, con buenos contactos internacionales, tuvieron que interceder ante el presidente por las quejas de algunos grupos de tenedores respecto al “destrato” de Guzmán.

Justamente, uno de los que se quejó fue Larry Fink, cabeza de Black Rock el fondo de inversión más grande del mundo, quién esta semana afirmó que “va a llevar mucho tiempo para que vuelva a haber inversión privada en la Argentina. Hay sitios más seguros”. Más de uno en el Palacio de Hacienda esperan que Fink no sea confirmado como el Secretario del Tesoro de los Estados Unidos por Joe Biden. Al respecto, Massa tiene llegada directa también al flamante presidente norteamericano.

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Justamente la victoria de Biden fue bien vista en el gobierno es que la expectativa de los mercados es que Estados Unidos decida un nuevo paquete de estímulo fiscal, medida que contribuiría a una acentuación en la caída del dólar contra otras monedas. Y como las materias primas se cotizan en dólares, la contracara de la debilidad de la divisa verde es la suba en los precios de las materias primas.

Este incremento en los precios podría significar ingresos adicionales para el país de unos 8.000 millones de dólares según cálculos privados, una cifra nada despreciable en el contexto de estrechez de reservas que enfrenta el BCRA.

De hecho el precio de la soja se ubica por encima de los 400 dólares por tonelada, unos 80 dólares por encima de la cotización de tan solo unos meses atrás.

A estos se suma la llegada esta semana de la misión del FMI. La apuesta es lograr un acuerdo rápido con el FMI, que según interpretan algunos economistas, sería de gran ayuda para “generar confianza” aunque temen que, como se ocupan siempre de aclarar desde el organismo “no hay fechas establecidas para finalizar las negociaciones”. 

Larry Fink, presidente de Blackrock y el hombre de Biden en el Tesoro
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