La vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner decidió tomar las riendas de la gestión, comentan quienes las conocen bien.

Al comienzo del  gobierno del Frente de Todos, explican, Cristina lo dejó gestionar a Alberto Fernández; por esta razón los principales ministros fueron elegidos por el primer mandatario. “No es cierto que ella no lo dejó gestionar”, argumentan en el entorno de Cristina, “solo intervino cuando las cosas ya no funcionaban”, haciendo referencia a las salidas de Ginés González García del área de Salud, y de Marcela Losardo de Justicia.

Descartan la teoría conspirativa que el kirchnerismo quiere desbancar a Alberto Fernández pues, señalan, su “debilidad sería también la nuestra”. Y con relación a que en las segundas líneas hay numerosos colaboradores vinculados al kirchnerismo, se atajan recordando que “Alberto no tenía equipo”.

Sin embargo, la pandemia y el escenario electoral no dan lugar para seguir cometiendo “errores de gestión” o afectar la imagen del Gobierno por cuestiones “de ego”, argumentan desde el kirchnerismo. Aquí los dardos se dirigen al ministro de Economía, Martín Guzmán, que algunos - con una mirada más benigna- adjudican la “gaffe” con el subsecretario Federico Basualdo a su falta de “experiencia”. Otros, en tanto, consideran que Guzmán “se la creyó”, una manera coloquial de definir el ataque de poder y soberbia que suele afectar a muchos de los que detentan cargos en el Estado.

Este domingo, Cristina asumirá la presidencia debido a que Alberto Fernández viajará al exterior, aunque, en la práctica, ya desde esta semana quedó en claro que la vicepresidente está “in command” y que estará más atenta a todos los temas de gobierno. Una muestra, el ministro de Desarrollo Social, Daniel Arroyo recibe continuos llamados de la señora de Kirchner indicándole donde es necesario reforzar la ayuda social.

Un ministro devaluado

“El ministro (Martín) Guzmán se queda” señaló este fin de semana un alto funcionario del Gobierno a Data Clave.

Pruebas al canto, como alguien que aún no digirió la derrota en su intento de desplazar a Basualdo, delante del presidente Fernández acusó al kirchnerismo duro de favorecer a los más pudientes. “Hoy tenemos un sistema de subsidios energéticos que es pro-rico. En un país con 57% de pobreza infantil estamos gastando en subsidios de consumo de luz y de gas en una parte de nuestra población que hoy no es prioritario que reciba esos subsidios”, acusó.

Guzmán: "Tenemos un sistema de subsidios energéticos que es pro-rico"

Seguramente a Cristina esta crítica de un “subordinado” no le cayó bien (aún no le perdonó a Matías Kulfas el libro que escribió cuestionando justamente la política tarifaria de su gobierno). Pero, su reacción contra el ministro se hará esperar. “Guzmán tiene el boleto picado” pero “hoy no se puede ir porque debilitaría aún más a Alberto”, explican en el kirchnerismo. Y Guzmán lo sabe, “por eso patalea en público”, afirman con ironía.

Las versiones  que circularon en los últimos días sobre un posible cambio en el Palacio de Hacienda quedaron, por el momento, descartadas. Pero a nadie escapa que Guzmán recibió “un torpedo en la línea de flotación”, según graficó un analista, y su futuro presenta más dudas que certezas.

Trasfondo

El núcleo del problema pasa por el curso de la política económica. Guzmán siempre sostuvo que su programa está contenido en el presupuesto. Allí se establece que las tarifas públicas deberían acercarse a la inflación para no seguir ensanchando los subsidios, que son una parte central del déficit.

Sin embargo, los números del Tesoro del primer trimestre del año muestran una realidad distinta. Los subsidios tuvieron una suba superior al 70% contra 38% del gasto primario. Para entender la urgencia del ministro por ajustar las tarifas y así contener el déficit, baste señalar que, en la actualidad, por cada 100 pesos de gasto primario, los subsidios se llevan más de 10 pesos.

Sin embargo, la vicepresidente Cristina Fernández en todo momento se opuso a un ajuste tarifario superior a un dígito. Guzmán viajó a El Calafate para explicarle su posición a la señora de Kirchner. El argumento del ministro, en lo sustancial, contempla que sin un aumento en las tarifas no será posible reducir el déficit y que, por lo tanto, será necesaria más deuda o emisión de moneda.

El temor de Guzmán es que un exceso de emisión pueda llegar a provocar una suba violenta del dólar y de los precios en general. La respuesta de Cristina siempre fue la misma: con subas de tarifas no se ganan elecciones, aunque sí estuvo dispuesta a un aumento en sintonía con lo propuesto por Basualdo.

Guzmán y Basualdo, las caras de una interna muy caliente en el Frente de Todos
Guzmán y Basualdo, las caras de una interna muy caliente en el Frente de Todos

A modo de referencia, los consumidores hoy sólo pagan el 45% del costo de la tarifa eléctrica de las distribuidoras Edenor y Edesur, según el cálculo del ex secretario de Energía, Emilio Apud.

Durante la gestión de Mauricio Macri se produjeron ajustes que llevaron a que las mismas tarifas cubrieran el 80% de los costos, pero –un punto a favor del argumento de la ex presidente– los tarifazos fueron una de las principales causas de la derrota de Juntos por el Cambio en las últimas elecciones, según muestran las encuestas.

Cabe recordar que lo que está en discusión son las tarifas energéticas del Gran Buenos Aires, congeladas desde hace dos años. Distinto es el caso, por citar sólo un ejemplo, de Córdoba donde la tarifa eléctrica acumula una suba de 70% desde 2019.

Y los frenos a las subas no recaen sobre todas las tarifas; no se observa la misma resistencia a los persistentes aumentos en el precio de la nafta, un tema que el kirchnerismo conoce bien porque sus hombres controlan tanto el área de Energía como la petrolera YPF.

Poco importa, señalan los críticos, que el congelamiento de las tarifas eléctricas beneficie en buena medida a los sectores de ingresos medios y altos que viven en la Capital y el conurbano. Desde la oposición al Gobierno se señala que el desvelo de la ex presidente por mantener las tarifas congeladas se vincula con encuestan que arrojan que el Frente de Todos ganaría sólo por un escaso margen en la provincia de Buenos Aires, el distrito clave.

Dicen que estos números generan mucha preocupación en Cristina en momentos en que, además, los oficialismos en todo el mundo están perdiendo terreno como consecuencia de los estragos causados por la pandemia.    

Ante la intransigencia de Cristina y la explícita oposición del subsecretario de Energía Eléctrica, Federico Basualdo, un hombre de las líneas del kirchnerismo, el ministro Guzmán ensayó una jugada arriesgada, según se comenta en fuentes del Gobierno.

Anticipó por los medios una decisión que ya había aprobado el presidente pero que, parece ser, nadie le avisó a la vicepresidenta. Esta “operación mediática” para dar por despedido a Basualdo y el anuncio de dos aumentos tarifarios habrían despertado la “furia” de Cristina.

Dicen que la señora de Kirchner acusa a Guzmán de afectar al conjunto del Gobierno. “La debilidad no solo es de Guzmán”. Esto explica la foto del jueves en Ensenada, donde se pudo ver al gobernador bonaerense, Axel Kicillof, al titular de la Cámara de Diputados, Sergio Massa y a la vicepresidenta rodeando a Alberto Fernández y chicaneando con “saquen la foto, esta es la foto de la Unidad”.

La foto de la "unidad"
La foto de la "unidad"

La movida contra el subsecretario resultó fallida porque la realidad es que Basualdo no sólo recibió apoyo de figuras clave del kirchnerismo (Kicillof) sino que sigue en su cargo y las tarifas hasta ahora se aumentaron sólo 9%, sin que por el momento se tengan noticias de un nuevo ajuste. Aunque reconocen que para “después de las elecciones” podría aplicarse otro aumento.

Son dos las interpretaciones que se hace en medios informados sobre esta maniobra que se atribuye a Guzmán. Una afirma que el ministro se cansó de esperar una respuesta positiva a sus demandas y pensó que podría imponer su criterio. De ser válida esta posibilidad, el ministro estaría mostrando una particular ignorancia política al tirar en contra de Cristina, es decir la figura más fuerte de la coalición gobernante.

La segunda, algo más rebuscada, interpreta que en realidad el titular del Palacio de Hacienda descuenta que no podrá lograr un acuerdo inmediato con el Fondo Monetario Internacional, precisamente por la oposición del kirchnerismo a su programa de control fiscal, y que en realidad está buscando su salida.

Se especula con que el argumento podría ser: “quise avanzar con mi programa económico pero no tuve respaldo político, el fracaso no es mi culpa”. Al respecto, en los pasillos del Palacio de Hacienda comentan que es habitual que, ante un mal resultado Guzmán, responsabilice a a otros. Así, fue reemplazando a gran parte de su gabinete y técnicos de planta.

Parece ser que tampoco cosechó muchos amigos en el gabinete nacional. "Sus modos tan amables esconden soberbia”, se quejan.

Calmar las aguas

Lo concreto es que desde la Casa Rosada se mandaron señales orientadas a calmar los ánimos. Una fue la foto de la “unidad” en el acto de Ensenada antes referido. En esa oportunidad Cristina no habló, pero todos los demás la alabaron y, en el particular ejercicio de la gestualidad que tiene el peronismo, quedó en claro que la vicepresidente es la que tiene la última palabra.

Otra fue la confirmación que Guzmán acompañará al presidente en su próximo viaje a Europa, donde Alberto Fernández tiene previsto reunirse con sus pares de Francia, España y el Papa Francisco.

Por más que desde el Gobierno se minimicen los episodios y se deje trascender que “aquí no ha pasado nada grave”, no sólo se ha visto afectada la imagen del ministro de economía, sino también la del propio presidente. Uno de los principales diarios de España, El País, tituló días atrás: "La incapacidad de Alberto Fernández para destituir a un subsecretario abre una crisis política en Argentina".

Enemigos

Salvo que se produzca un portazo de Guzmán, parece que por ahora no hay relevos. El problema es que, devaluado políticamente, el ministro deberá ahora enfrentar las crecientes demandas de la política en el año electoral. Ya el año pasado, sectores del kirchnerismo criticaron al titular del Palacio de Hacienda por lo que consideran un prematuro levantamiento del apoyo brindado mediante el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE).

Ahora, y ante el avance de la pandemia, el Gobierno ya comenzó a tomar medidas como la ampliación del programa REPRO (subsidio a los salarios de sectores afectados por la caída en la actividad) y la eliminación de aportes patronales para actividades críticas. Si bien no se restableció el IFE, se aumentó considerablemente la ayuda a los sectores más vulnerables. Se amplió el alcance y aumentaron los montos de la tarjeta Alimentar abarcando a más de 4 millones de niños.

Todo esto supone mayores gastos que “difícilmente puedan ser controlados por alguien que no capaz ni de echar a un subordinado”, según comentan en la City. Concretamente los últimos anuncios representan un 0,7% del PBI.

No pocos economistas coinciden en que difícilmente el Gobierno logre contener la inflación sin contar con un programa coherente y acordado con el FMI. Está claro que tras su fallido intento de ajustar las tarifas, el “programa” de Guzmán ha quedado desdibujado y por lo tanto, tampoco hay posibilidades de sentar una base de acuerdo con el Fondo antes de las elecciones.

En estas condiciones, todo indica que el ala política del Gobierno intentará lograr todas las medidas de distribución posibles, a tono con el modo electoral. Cuentan a favor con el fuerte ingreso de divisas del campo -la soja se acerca a los 600 dólares con una suba que orilla el 100% en un año- y la esperanza que la llegada de las vacunas permita contener la pandemia y consolidar la recuperación. “Y la fiesta seguiría, a menos que el dólar vuelva a dar un susto como en octubre pasado”, según la evaluación de un experimentado operador.