Cuando entre(amos) a Cromañón, tenía 18 años. Cuando recuperé(amos) Cromañón, también, en cierta manera, tenía 18 años. La masacre de República Cromañón (dejar de llamarlo Tragedia es lo primero que hay que hacer) ocurrió hace casi, 18 años. Y en todo este tiempo no pasó agua bajo el puente: ríos enteros corrieron. Este 27 de octubre, minutos después de las 21, el Senado de la Nación en una votación que culminó 60-1, dio la segunda media sanción y convirtió en Ley el proyecto elaborado por sobrevivientes y familiares de Cromañón para expropiar los edificios que, a día de hoy, continúan siendo de Rafael Levy. Ahora ya no, ahora son de todos. 

El paso que se dio al conseguir la ley es clave para lograr el objetivo primordial que perseguimos sobrevivientes y familiares: Nunca más. Nunca más en este país puede ocurrir algo como lo que ocurrió de diciembre de 2004. Nunca más esa desesperación, ese dolor, esa muerte cerniéndose sobre toda una generación que perdió, en un destello de una mediasombra corruptamente inapropiada, toda su inocencia. Nunca más de verdad. 

Y para que exista un Nunca más, debe existir un relato permanente. Un contar las cosas, una manera de narrar que lo que pasó aquella noche no fue un hecho fortuito, si no el pináculo de una cadena de corrupción, desidia y manos sucias que terminó de la peor manera. Esa noche nos arrebataron 194 pibes y pibas de las manos, en todos estos años dijeron que los motivos y culpables fueron varios, cuando la realidad es que la madre de la masacre es una: la corrupción del estado, en tanto ausente y negligente, sumado a lo inescrupuloso del empresariado de la noche. Y ese combo lo pagamos todos. Y con el más alto precio posible.

Ahora, en el lugar dónde todo ocurrió, funcionará un espacio de memoria. No se sabe a ciencia cierta cómo será, pero sí que será. Primero, con el voto de 207-0 en la Cámara de Diputados y ahora con este 60-1 en la Cámara de Senadores, es la primera vez que la política le tiende la mano a los familiares, sobrevivientes y amigos de las víctimas de República Cromañón. Es la primera vez, también, que desde tanto dolor hay una unión que permita construir para adelante.

Nueve organizaciones de familiares y sobrevivientes lograron dejar atrás sus diferencias y unirse en pos de una causa superadora: recuperar Cromañón. Demostrando que cuando se quiere se puede y siendo así ejemplo para una clase política, muy adepta a mirar la paja en el ojo ajeno, a revolearse muertos y acusaciones e incapaz de cerrar filas en algo que sea lo mejor para todos. Esta vez, con el ejemplo de Padres y sobrevivientes que ya se han convertido en adultos, eso pudo pasar. 

El llanto que se vivió en el Senado tras la sanción para expropiar Cromañón
El llanto que se vivió en el Senado tras la sanción para expropiar Cromañón

Lo que ocurrió en la Cámara de Senadores y que emocionó hasta las lágrimas a varios senadores y a muchos de los Sobrevivientes y familiares presentes es un paso vital para lograr que una masacre así no se repita. Porque no sólo es necesario nombrar y traer a la memoria a Cromañón cada 30 de diciembre. Fue tal la magnitud de lo ocurrido, que Cromañón debe ser un relato permanente, constante y presente. Para los que no están, para los que estamos y para los que vendrán. Es la única manera de lograr un Nunca más a tanto dolor y muerte. 

En estos años, Cromañón se transformó en un adjetivo. Cuando ocurre alguna desgracia o una vez el Estado y sus tentáculos más podridos dicen presente, se habla del “Cromañón de…”. Hace poco, lo ocurrido en la cancha de Gimnasia, fue denominado “El Cromañón Del fútbol”, la Tragedia de Once, fue llamada “un segundo Cromañón”. Y a cada cosa que ocurre, que incluye muerte, desidia y ausencia estatal o de sus mecanismos para velar por la Seguridad de los ciudadanos, se los denomina Cromañón. Incluso, cuando mucha gente sólo sabe lo que es Cromañón gracias a Google.

Eso va a cambiar ahora. Vamos a poder contar Cromañón. Vamos a poder explicar Cromañón. Vamos a poder relatar a las generaciones futuras que ocurrió esa noche y, sobre todo, vamos a aportar nuestro granito de arena para que Cromañón -ni nada parecido- vuelva a ocurrir. Eso se parece bastante a una revancha. El 30 de diciembre, perdimos todos. Incluso, los que estaban lejos mental y físicamente de Cromañón. Ayer, con la recuperación del Edificio de Cromañón para el Conjunto de la Sociedad Argentina ganamos todos, incluso los que están mental, física y ya hasta generacionalmente lejos de Cromañón. 

Cromañón nos pasó a todos, aunque durante todo estos años, se haya insistido en encajonarlo en un tipo de rock, en un tipo de público, en un combo de la noche porteña, evitando hablar del verdadero combo que causó la masacre: corrupción, más negligencia del Estado. Y, como decimos que Cromañón nos pasó a todos, también es justo decir que Cromañón lo recuperamos para todos y que desde ayer, la masacre, tiene al menos un tono, un cáliz, un color que lo deja más cerca de la Memoria, la Verdad y la Justicia y empieza a teñir ese color negro brea, que fue el que definió esa noche y varios de los años que le siguieron. Recuperamos Cromañón, para no perder jamás la memoria.