Hace unos días, la tapa de un importante matutino de tirada nacional mostraba la imagen de la ministra de Educación porteña y asociaba que su instrucción en un colegio de Bariloche había sido bajo la dirección de un exjerarca nazi. Si bien es cierto que el Instituto Primo Capraro fue dirigido por Erich Priebke durante años y el debate sobre la presencia nazi en nuestro país pareciese tener páginas incompletas, la noticia no hace más que evitar el fondo del debate dado por la ministra que es la decadencia en la que esta inmersa la educación en Argentina. 

El año de la pandemia obligó al mundo entero a entrar en diversos esquemas de virtualidad, tanto en materia educativa, profesional como personal. Pero en nuestro país es necesario ser muy tajante: en materia educativa, grandes sectores de nuestro país, sobre todo los de niveles socioeconómicos más bajos, han perdido un año de escolarización. Existen enormes desigualdades en el acceso a servicios de conectividad.

De acuerdo al Ente Nacional de Comunicaciones, el 36% de los hogares argentinos no tuvo acceso a internet durante el período de aislamiento preventivo y obligatorio. Nuestro país ocupa el puesto 69 en el ranking de velocidad de internet con un promedio de 38 Mbps de bajada y 7 Mbps de subida, lo cual hace que estar conectado no es suficiente, sino que es necesario tener la potencia suficiente para poder acceder sin cortes a los contenidos brindados. Según UNICEF, el 40% de los alumnos en Argentina no se sintió acompañado durante la pandemia y en 21 países de la región los estudiantes de mayores ingresos tenían 5 veces más probabilidades de terminar la enseñanza secundaria superior.

Las consecuencias de este año se verán en el mediano y largo plazo, debido que miles de alumnos fueron abandonados a su suerte y con serias dificultades para que encuentren nuevamente el camino hacia la escolarización. La pregunta, entonces, es la siguiente: ¿tan difícil es lograr un camino común que genere políticas públicas que detengan de una vez y para siempre la decadencia educativa en la que nos vemos inmersos? Los 24 ministros de educación de las provincias sumado al ministro nacional no pudieron o supieron encontrar la forma de brindarle una escolaridad real a casi un tercio de nuestros alumnos.

Lamentablemente volvimos a hacer lo que parece que es nuestra única política de estado exitosa: profundizar la grieta en todos los sentidos. Así, son los estudiantes de mejor nivel económico, quienes de por sí ya gozan de mejores oportunidades, quienes siguen acrecentando sus conocimientos mientras los más perjudicados vuelven a ser los sectores sociales más bajos. Los gremios volvieron a no estar a la altura y con un comportamiento endogámico y clasista, avalaron esta grieta y vuelven a perjudicar a la escuela pública, justamente la institución que dicen defender a rajatabla. 

No hay mas tiempo que perder. Son nada mas que 25 funcionarios que deben, con políticas inteligentes, sapiencia y equilibrios duraderos, lograr encontrar la vuelta al viejo sendero Sarmientino: EDUCACIÓN PARA TODOS.