Luego de votar el nuevo acuerdo con el FMI debemos observar los tres escenarios posibles que enfrenta la economía para poder hacer frente a sus compromisos de deuda y además lograr crecer en el corto plazo mediante drivers de crecimiento totalmente distintos a los que venía usando: consumo y gasto público.

La economía necesita crecer mediante el aumento de las exportaciones y la inversión para lograr un sendero sostenible de crecimiento y no tener que repetir los errores del pasado. Ya que Argentina desde que tiene relación con el FMI ha firmado un acuerdo en promedio cada 2 años y 10 meses. Desde 1958 tuvimos 23 acuerdos.

Una aproximación que la ciencia económica hace sobre los actores de la economía es un buen punto de partida para saber cómo se desarrollará el futuro cercano de nuestro país. Existen 3 actores que se financian entre sí dentro de la macro: el sector público, el sector privado y el sector externo. Analizando estos 3 actores y viendo las condicionalidades de restricción de presupuesto que tiene la economía argentina podemos vislumbrar los siguientes 3 escenarios posibles con una situación externa desfavorable, como es el caso de la guerra.

Aumento de impuestos al sector privado

Aumentar la carga impositiva generaría una mayor desigualdad del ingreso, dado que pesaría con mayor intensidad sobre los que no tienen la posibilidad de exportar bienes y servicios generando una mayor brecha de ingreso entre los sectores exportables y no exportables. 

Por otra parte, el sector privado es el motor principal para la generación de divisas en un mundo cada vez más difícil para venderle. Dado que, quien participa en el comercio internacional es el privado. Aumentar los impuestos en un contexto de necesidad de generación de ingresos mediante exportaciones sería por lo pronto imprudente para sostener tasas de crecimiento viables para lograr acumulación de divisas y poder cumplir el primer pago en 2026.

Mantener la presión fiscal sobre el sector privado

Si las características macroeconómicas y tributarias se mantienen, lo más lógico es que la inflación actúe como un licuador de ingresos sobre el sector privado para que el déficit fiscal vaya mejorando paulatinamente. Este escenario no es nada alentador ya que la productividad y el empleo irían en caída. Porque la consecuencia de una inacción para mejorar los incentivos, provocaría un crecimiento por debajo de la tasa de crecimiento de la población. En pocas palabras, significa menos generación de riqueza para cada vez más personas. Lo que se traduce también en una mayor desigualdad.

Baja de impuestos al sector privado

La baja de impuestos debe tener una contrapartida en un redireccionamiento del gasto público hacía el gasto de capital y no hacia un aumento del gasto corriente que no tiene un ingreso a futuro. El mejor ejemplo es la obra pública para facilitar el flujo comercial. Ese redireccionamiento debe permitirle al Estado bajar el gasto y los ingresos para que la participación del sector privado en el PIB sea cada vez mayor. Al aumentar la presencia del privado, la generación de empleo y la productividad se dispararían ya que la economía argentina opera con altos niveles de participación estatal.

En resumen, la dificultad de generar ingresos por parte de la economía en su conjunto se librará en medida como se desenvuelve el sector externo. Un sector externo cada vez más volátil, con incrementos de los precios de las materias primas y con contracción del crédito hace necesario que el sector público incentive al sector privado a generar más ingresos pero exportando y no sólo para el consumo interno. Por esa razón, el incentivo deberá primar sobre el castigo hacía el sector privado para generar empleo, valor y divisas para pagarle al FMI.