La nueva edición del Operativo Clamor, lanzada esta semana para que el próximo 25 de mayo, Cristina Kirchner se presente en el acto armado por la militancia kirchnerista “paladar negro”  a la medida de la vicepresidenta y un eventual anuncio de su candidatura, es parte de la presión sistemática que un sector del Frente de Todos continúa ejerciendo con el objetivo de convencer a su líder de algo que, públicamente, ella dijo en reiteradas oportunidades que no tiene en mente asumir.

En sus más de dos décadas de presencia en la vida política nacional, el kirchnerismo siempre tuvo más problemas para consensuar y acordar con eventuales aliados que para romper, planteando sus disidencias en torno a las banderas que siempre defendieron. Néstor Kirchner en menor medida, pero fundamentalmente Cristina, aún con estilos diferentes, siempre priorizaron el sostenimiento de sus principios políticos por sobre los consensos, tanto internos como fuera de la coalición.

Así, los diferentes espacios frentistas que los tuvieron como fundadores e impulsores, supieron atraer y repeler a distintas alas del justicialismo y otros partidos afines, en tanto fue necesaria la construcción de alianzas políticas. 

Si bien hoy la mayoría del Frente de Todos asume que la mejor candidata que pueden presentar es Cristina, la hipótesis de que la vicepresidenta sostenga su postura de mantenerse al margen de la contienda (al menos en un rol de candidata), agita el fantasma de esa derrota que muchos miran en el horizonte como un escenario cada vez más probable.

El FdT y una posible fórmula de consenso, con o sin Cristina: la ecuación que no termina de cerrar

“Se cansó de mearnos cada vez que pudo y nunca tuvo una posición clara a favor de la CGT, no nos pueden pedir ahora que a libro cerrado levantemos la mano para ungirla nuevamente como la única candidata. Si realmente quiere serlo, debería competir con los otros que están en la grilla de largada”, le dijo a Data Clave uno de los dirigentes sindicales que no avala el Operativo Clamor.

"Desde la CGT no vamos a participar del acto del 25 de mayo", afirmó en el mismo sentido el histórico dirigente de UPCN y miembro del consejo directivo de la CGT Andrés Rodríguez. En declaraciones al programa “Toma y daca” (AM 750), el estatal sostuvo que "a pesar del 'operativo clamor', si Cristina dijo que no va a ser candidata hay que respetar su decisión" y volvió a enfatizar que “el mejor candidato del Frente de Todos es Sergio Massa”.

¿Más quilombo?

“Necesitamos orden político para que haya orden económico, no nos entra un quilombo más”, dijo el ministro de Economía el jueves pasado en la localidad bonaerense de Navarro, donde presentó un paquete de medidas para el campo. En una semana que culminó con el demoledor dato de la inflación mensual de abril superando las peores predicciones, Massa lanzó una arenga dirigida a la interna, en un tono definitivamente autocrítico.

“La política a veces da un espectáculo triste, mostrando en la radio y en la televisión sus miserias, sus peleas por posicionamiento”, planteó el líder renovador en su discurso. “Tuvimos que enfrentar la peor deuda de la historia; una pandemia que cambió las conductas humanas y nos obligó a cambiar el sistema de salud y el mercado de trabajo; nos tocó una guerra que dan otros, pero que cambió nuestros precios; enfrentamos la peor sequía del siglo y la influenza aviar con sus consecuencias en los mercados internacionales”, enumeró, y remató: “¿No les parece que ya tenemos suficientes quilombos como para andar enquilombando a la gente con las peleas de la política?".

El FdT y una posible fórmula de consenso, con o sin Cristina: la ecuación que no termina de cerrar

Además de a Massa, parece que la idea de competir en una interna también incomoda a los sectores más cercanos a la vicepresidenta. El argumento que utilizan para sostener esta inconveniencia es que -a tan pocas semanas de una elección definitoria para el destino de los próximos cuatro años- podría resultar “explosivo” un intercambio de críticas y cuestionamientos entre candidatos y referentes del mismo espacio que después deberán competir en la elección general contra Juntos por el Cambio y La Libertad Avanza.

“La realidad es que muchos no aceptan que se democratice el Frente de Todos, porque siempre quisieron seguir ostentando el poder de la lapicera para definir quiénes son los mejores candidatos, sin reparar en que desde diferentes sectores del espacio hay agrupaciones y dirigentes que también tienen derecho a proponer los propios y participar de la interna”, aseguró una fuente con acceso directo al principal despacho de la Casa Rosada.

Al ser consultadas estas fuentes respecto de cuáles serían  los candidatos alternativos que podrían competir en una interna en caso de que Cristina no fuera de la partida,repasaron los nombres que ya se conocen desde hace varias semanas. Daniel Scioli, el embajador argentino en Brasil, está en campaña desde hace varias semanas; Agustín Rossi, el actual jefe de gabinete, cuyo nombre fue mencionado en varias oportunidades por el propio Alberto Fernández; el referente de los movimientos sociales Juan Grabois, quien tempranamente anunció su intención de competir; Eduardo “Wado” de Pedro, que aprovechando su condición de ministro del Interior, recorre las provincias hilando fino el apoyo de los gobernadores peronistas; y por supuesto, la incógnita de Massa, que viene surfeando una ola cada vez más alta con las dificultades económicas del país y analiza resolver en las próximas horas cuál va a ser su futuro político.

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Una historia de encuentros y desencuentros

Desde los tiempos en que los Kirchner llevaban adelante la construcción del Frente para la Victoria en Santa Cruz, hubo dirigentes que se sumaron y formaron parte de aquella arquitectura política y que luego fueron ejectados por las diferencias que mantenían con los líderes del espacio.

Hombres y mujeres que llegaron a ocupar cargos importantes dentro de la estructura del Ejecutivo y el Legislativo provincial, se alejaron del gobierno, incluso antes de la proyección nacional del espacio liderado por los Kirchner. Uno de los casos más resonantes es el de Eduardo Arnold, quien fuera uno de los cuadros de mayor cercanía y confianza con el matrimonio K, al que luego de diferencias públicas, se lo apartó de todo ámbito resolutivo y terminó trasformándose en un acérrimo opositor.

Adelantando la línea de tiempo, otro hombre del riñón santacruceño del kirchnerismo que fue promovido a la gestión nacional, pero luego terminó en el ostracismo político de su provincia, fue Sergio Acevedo, quien había evidenciado diferencias con el matrimonio pingüino y luego de llegar a ser gobernador de Santa Cruz, renunció en 2006 tras negarse a pagar un adelanto de obra para Lázaro Báez.

Con la llegada de Cristina a la presidencia y a la cabeza del espacio, que quedó vacante tras la desaparición física de Néstor, el estilo de construcción propio de la hoy vicepresidenta prevaleció por sobre el “acuerdismo” que proponía su marido. Y esto llevó a que se dejara de lado la idea de construir un espacio transversal que pudiera sumar a otras fuerzas del campo popular en la construcción de una coalición política nacional.

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La lista de dirigentes que acompañaron los primeros gobiernos kirchneristas y luego fueron repelidos por los “consensos” promovidos para depurar el armado de listas en los espacios, es larga. Desde funcionarios muy cercanos a la gestión como Julio De Vido, hoy absolutamente alejado de la mirada política que propone el Frente de Todos, hasta hombres del peronismo como Guillermo Moreno (candidato de un espacio que se auto apercibe más peronista que el Frente de Todos); pasando por dirigentes como Miguel Ángel Pichetto, una de las patas “perucas” de Juntos por el Cambio o Joaquín De la Torre, responsable del armado bonaerense de la precandidata PRO Patricia Bullrich.

No hay dudas de que Cristina es hoy la candidata que seguramente en una compulsa interna, más votos podría obtener. Pero tampoco existen certezas respecto de que su proyección en una confrontación general -ante un escenario de polarización extrema- pueda transformarse en triunfo del oficialismo. Al igual que en 2019, hoy sin ella resultaría imposible encontrar un resultado ganador, pero con ella sola tampoco alcanza para garantizar un segundo mandato del Frente de Todos.

De la muñeca que demuestren tener las principales cabezas de la coalición gobernante en las próximas semanas para definir quiénes serán los hombres y las mujeres que lleven adelante la continuidad de este proceso político -amparados bajo el paraguas de un programa que permita concretar todo lo que no logró realizarse en estos cuatro años de gestión- depende el futuro, no solo del Frente de Todos, sino también de la Argentina.