A poco más de 5 meses para las PASO, el Frente de Todos no tiene hoy un candidato oficial. Sí hay varios nombres en danza, pero ninguno lanzado de manera definitiva. Y a esta altura del partido, no parece casual. En efecto, la gesta del 2019 tuvo la misma receta: recién a mediados de mayo de ese año, Cristina Fernández de Kirchner anunciaba vía redes sociales que Alberto Fernández era el elegido para la presidencia en el Frente de Todos y ella jugaría como su vice. El resto es historia conocida, se impusieron con claridad en los comicios.

"Tenemos un camino claro, sabemos por dónde vamos y a dónde queremos llegar. Mi aspiración no es ser reelecto, mi aspiración es que el Frente de Todos gane, y si soy una buena opción seré yo, y si no será otro", subrayó el Presidente en un mano a mano con Mauro Federico en Minuto Final por C5N, en la noche de este viernes. De nuevo, la indefinición. Claro, el contexto no es el de la presunta simbiosis planteada hace casi 4 años, cuando era todo promesa. Hoy, el FdT está lejos de ser un canto a la unidad. Aunque también hay sapienza en el misterio.

"Tuvimos una gran reunión en el Partido Justicialista, todos salimos valorando tres cosas: que el Gobierno es mucho más que defendible, que la unidad es necesaria y que la persecución a Cristina es injusta", remarcó Fernández en la entrevista televisiva. De nuevo un Alberto moderador, el del comienzo de su gestión, lejos de la versión del último tramo del mandato donde recrudeció el conflicto con La Cámpora y la vice.

Y es que el peronismo es -fue y será- pragmático: con o sin diferencias, más o menos respeto, a la hora de los bifes van espalda con espalda. Y esto es lo que podrá verse en los próximos meses. Habrá tironeos, algun boca suelta, pero todo parte también de un juego que, a modo de espejo, tenga un impacto en la vereda de enfrente. En el final, en las urnas, estarán todos alineados detrás del mejor candidato.

No hay que perder de vista que Juntos por el Cambio tiene su propia batalla doméstica. Casi una interna a cielo abierto. Y eso también se busca potenciar en el Frente de Todos. Más allá de algún afiche que aventura candidaturas -que  nadie reclama como propio- y otras declaraciones ambiguas sobre deseos individuales, el oficialismo no tiene (ni tendrá) nombres propios oficialmente en carrera antes de mitad de año.

“El acto en el Congreso fue institucional, no tuvo ninguna vocación de presentar candidaturas ni poner términos electorales. Lo que sí creo es que tenemos que poner en valor lo que hicimos. Porque hay un cerco mediático que tapa muchas de las cosas que se hicieron”, sostuvo el Presidente en el intercambio televisivo y deja entrever una vuelta a la búsqueda del enemigo afuera. “El problema está allá, no acá”, parece decir Alberto y es un sayo que le pone a la oposición y a los medios masivos de comunicación. Sí, como en los años de gloria del kirchnerismo.

“Muchos de los que hablan de República y democracia, esto incluye también a los de Cambiemos, son los que peor la tratan. Esos son los que crearon las mesas judiciales para perseguir opositores”, disparó Fernández para reforzar la grieta y la lógica de un antagonista al que enfrentar. Los rivales son la Corte y Juntos por el Cambio, si no los devoran los de afuera. Y un mensaje a las bases: "Solo dos presidentes pidieron juicio a la Corte Suprema: Perón y yo. Cuestionamos decisiones que tomó un cuerpo colegiado, que viene con una conducta compleja por ver cómo se le distribuye poder en la Corte".

Sucede que en una elección a la que llegan de punto a pesar de ser oficialismo, la estrategia no puede ser poner toda la carne al asador tanto tiempo, porque el riesgo es que se queme. La lógica puertas adentro del FdT es que si ahora confirman candidatos, será una carnicería de acá a las PASO y con un “segundo tiempo” de allí hasta octubre. Sabiéndose en desventaja, es un riesgo que no pueden correr. 

Y mientras tanto, ponen en marcha el otro plan: no todo es defensa, también hay que atacar. Y qué mejor si no hay que ensuciarse las manos. La oposición dirime su interna en cada acto y cámara de televisión que se presenta. Confiados en una victoria, ponen el foco en definir quién llevará las riendas del “cambio”. Pero ese trajín puede pasar factura en la recta final. La contienda presidencial es una maratón, no una carrera de velocidad.