“Las pruebas de cargo reunidas no permiten sostener un grado de certeza suficiente para definir la situación del justiciable por sentido de la condena”. Esta frase se desprende de los fundamentos brindados en la sentencia del Tribunal en lo Criminal Nº 4 del Departamento Judicial San Isidro, mediante la cual absolvió -por mayoría- a Nicolás Pachelo por el asesinato de María Marta García Belsunce.

La decisión contó con los votos de los jueces Osvaldo Rossi y Esteban Andrejin, quienes plantearon sus dudas respecto de las evidencias presentadas tanto por la Fiscalía como por la familia de la víctima. Mientras que el presidente del tribunal, Federico Ecke, fue el único que, en minoría, consideró al acusado como autor del crimen y votó por su condena.

Para los magistrados, “persiste un cuadro de alta duda que indiscutiblemente desvanece el estado de certidumbre necesario para considerarlo culpable del acometimiento letal, a la par de siquiera haberse desechado otra hipótesis alternativa del hecho -que reportaría como ajenos al homicidio a cualquiera de los tres encausados (Pachelo y los vigiladores), de acuerdo al material probatorio introducido al juicio”.

La clave de la imputación fiscal fue la hora del asesinato de María Marta fijada por un forense alrededor de las 18.30. Ese día se ubicó a Pachelo en Carmel entre las 17.37 y las 18.59, es decir, que se retiró 29 minutos después de cometido el homicidio.

Sobre este punto, el Tribunal explicó que rango horario que se emplaza entre 18:07 y 19:00, “deja todavía a Pachelo en pie de igualdad con (Carlos) Carrascosa, (Guillermo) Bartoli y tantos otros posibles ingresantes a Carmel sin asentada identificación en guardia, no sólo en la posibilidad de sus presencias fuera de los domicilios en que estaban al finalizar el superclásico, sino en plena cercanía de tiempo y lugar del ataque armado contra María Marta”.

La familia también planteó que la muerte de María Marta se relaciona con un "modus operandi" que replicaba Pachelo en una serie de robos que cometió entre 2017 y 2018 en distintos barrios privados del conurbano bonaerense. Pachelo ingresaba a las viviendas en el horario en que las casas quedaban vacías, ya que sus propietarios regresaban, en su mayoría, a la ciudad de Buenos Aires, luego de pasar el fin de semana. 

Para la fiscalía, Pachelo ingresó a lo de María Marta con el propósito de robarle y dentro de la propiedad fue sorprendido por la socióloga, quien lo reconoció, se trenzaron en lucha y terminó matándola de seis disparos. 

“No se determinó pues, dimensión similar entre la calidad de actividades delictuales verificadas en cabeza de Pachelo, con la hipótesis de una ejecución de robo con desenlace mortal (…)”, continúa la sentencia de más de 160 páginas.

Asimismo, los jueces se preguntaron por qué Pachelo prescindió “del designio de robo desde el comienzo mismo de ese delito”. “Si incipiente el llenado de bañera (así estimable -para hipótesis de agresor ajeno al entorno de la víctima- teniendo en cuenta que ella siquiera estaba próxima a meterse en la bañera, ya que mantenía toda su vestimenta, bijouterie, teléfono celular, calzado), el atacante ni bien accedió al domicilio fue en búsqueda de quien se encontraba en el baño -no se reportó desorden o rastros relevantes en el resto de la casa-, lugar que coincidió con los disparos, entonces, caracterizable el agente activo como nada paciente si ante las exigencias a la víctima de develar la localización de dinero o valores de importancia, recibió un no como respuesta, de inmediato, descerrajó seis tiros”.

Y continuaron: “Pero si la vida de María Marta primero fue fulminada por los disparos, y luego el agresor comenzó a alterar la escena mediante la apertura de canillas y posicionamiento del cadáver en la tina, es que el homicidio mantuvo potencial de haber sido cometido tanto antes como después de 18:30, según predisposición del atacante en la ejecución de estas tareas antes de retirarse”.

También descartaron la prueba vinculada a la desaparición del perro labrador negro llamado "Tom" que María Marta tenía como mascota. Para la parte acusadora, Pachelo le robó el perro para exigirle un precio por la devolución.

Los magistrados aseveraron que se trata de “evidencia tan contrapuesta e inconsistente afincada en rumores”, pero advirtieron: "Si ocurrió, más allá de una actitud ruin por parte de extorsionador, la acción cataloga como de poca significancia para que, ante la opción de no pagar, genere encono o enemistad contra sus seleccionadas víctimas a punto de determinar la decisión de darles muerte, y para colmo, que sea tan fuerte ese sentimiento homicida para persistir silenciado desde julio de 2001, es decir, por más de un año”.