Dos cosas están claras en este momento de la pandemia: una, que el país está a las puertas del peor momento de circulación del virus; dos, que siguen existiendo diferencias de criterios entre las autoridades del gobierno nacional y las de los distritos del AMBA. Todas las posibilidades están sobre la mesa. Volver a Fase 1 parece inviable en la práctica y los funcionarios saben que el nivel de acatamiento es bajísimo respecto del 19 de marzo. Sin embargo, los expertos que asesoran a Alberto Fernández aseguran que no es descabellado pensar en endurecer y cerrar otra vez la cuarentena: “Estamos ante las semanas más duras de toda la pandemia”, cuenta un miembro del Comité de Asesores; y otro sube la apuesta: “Si los casos siguen así, hay que volver a Fase 1”.

Mientras la Ciudad de Buenos Aires estableció un cronograma de seis fases y va abriendo día a día su cuarentena, una altísima fuente de la cartera sanitaria nacional mostró enojo y manifestó a Data Clave: “Demasiado tenemos con la conducta de la gente para que demos imagen de que todo esto ya pasó. Vienen las semanas más jodidas y hay vendedores de optimismo en Capital. Esto no se condice con la situación general en mi modo de ver las cosas ”. Tal vez se refería al jefe de gabinete porteño, Felipe Miguel, quien en las últimas horas dijo que “en la Ciudad hay estabilidad y no hay razones para dar marcha atrás”. En tanto, el ministro de Salud del distrito, Fernán Quirós, dijo en declaraciones públicas que “se viene la parte más dura de la pandemia” en la semana en que se flexibilizó y que la circulación del virus creció considerablemente.

¿Hay divergencias en los criterios de las autoridades? Fuentes de Salud de la Nación, consultadas por la reapertura escalonada, cuentan que “la flexibilización no solo se debió a razones sanitarias, sino sociales, económicas y políticas”. Además, plantean que los números están altos y que la gente ya no respeta. “No sabemos si está controlada la pandemia”, confiesan. La posibilidad de volver atrás, alternativa que ya circula en el zoom de los infectólogos, es una consideración latente según cuentan en el entorno de Ginés González García. Admiten que el sistema “puede llegar a colapsar”. 

Los asesores del presidente consultados por Data Clave informaron que “estamos en una flotación de entre 3600 y 4500 casos promedio cada 24 horas. Es una cifra muy alta. No podemos ser vendedores de optimismo, tampoco enterradores. Estamos ante las semanas más duras de toda la pandemia y la gente tiene el concepto de que a mí no me va a pasar. Si se mantiene este número de casos vamos a tener que discutir cerrar la cuarentena”, alerta uno de los miembros del comité, mientras uno de sus colegas va en la misma línea y acelera: “Si los números siguen así hay que volver a fase 1. Lo importante, al menos en el Conurbano, es que no llegue al tercer cordón que por ahora está bastante limpio. Si llega ahí, te toma agosto y septiembre”. Pese al diagnóstico y a la manera de enfrentar el problema, los infectólogos admiten que hay una cuarentena de la que hablan los funcionarios y otra muy distinta para la gente. “En la cuarentena real estamos en una encerrona: en los barrios populares el 40% de la gente está infectada. Es una cantidad de gérmenes infernal, son de los datos más altos del mundo”, advierten.

En la conferencia de prensa habitual del reporte matutino de casos en la Ciudad de Buenos Aires, Fernán Quirós pidió evitar los encuentros sociales porque vienen “semanas muy intensas y es un momento para evitar los cruces de familia y de amigos”. Las autoridades saben que de la mano de la flexibilización y del llamado a la responsabilidad individual también vienen las irresponsabilidades individuales (y colectivas). Por eso, el Ministro volvió a hacer hincapié en “vincularse con amigos y familia mediante tecnología”, ya que las reuniones pueden ser focos de contagio peligrosos. El titular de la cartera de Salud porteña dijo también que estudiarán si las cifras récord en todas las variables tienen que ver con problemas de carga o si efectivamente se trata del crecimiento de la curva. “Veremos los casos de CABA en los próximos días. Una cosa es la Argentina, otra el AMBA, otra la Ciudad: en principio no nos cambia en nada un día así”, informaron a este medio tras la pregunta por la posibilidad de endurecer.

En el ministerio de Salud de la Provincia cuestionan el tratamiento de la pandemia que lleva adelante la Ciudad. Si bien existe trabajo coordinado y para afuera las máximas autoridades se muestran en sintonía, la cuestión de las decisiones independientes empieza a generar algunas rispideces. “Recibimos pacientes de Capital porque no tienen más lugar. La semana pasada fueron 28. Nosotros miramos las camas y estamos informados. Si ellos miran sus camas, tienen que volver para atrás”, dicen. El documento con el que trabaja el ministerio de Salud bonaerense es de PAMI y dice que del 10 al 17 de julio, hubo 28 pacientes de geriátricos que no encontraron camas en la Ciudad y fueron trasladados a Provincia a través del sistema de derivaciones.

Fuentes cercanas al ministro Daniel Gollán creen que los casos van a seguir subiendo porque subió la circulación y esa es la ecuación: “Recién ahora estamos con los casos del movimiento de hace 7 o 10 días”. Además, cuentan que “hay hospitales que colapsaron, como el Ballestrini de Matanza”, pero que sin embargo otros hospitales siguen teniendo capacidad de respuesta. Al respecto, en declaraciones públicas, la presidenta de la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva Rosa Reina mostró preocupación por el crecimiento de la ocupación de camas en el AMBA: “En algunos lugares ya está al 90% y se está capacitando a cardiólogos, clínicos y traumatólogos” para desempeñar funciones como terapistas.

La provincia mira las camas, la Ciudad los casos. Los expertos sostienen que esta ocupación de camas es tolerable y prefieren no subirse a las alarmas de la Sociedad Argentina. En el disenso sanitario, lo concreto es que hay sectores que, a tres días del desconfinamiento y de la reapertura escalonada, estudian y recomiendan considerar la vuelta atrás: cerrar la cuarentena cuando el país, y sobre todo las regiones más afectadas, están ingresando en el momento más crítico, con el humor social al límite y la economía fuertemente golpeada.