El 2023 será un año bisagra para el peronismo a nivel nacional, ya que a 4 años de recuperar el poder deberá revalidar el crédito ante la población. El balance luego de la gestión de Alberto Fernández deja un sinsabor de boca. Más allá de los errores no forzados, quedará la espina de un contexto internacional que no pudo ser peor: pandemia primero, guerra después, para terminar de detonar una inflación galopante. En ese contexto, el oficialismo tiene un camino cuesta arriba para lograr la reelección.

Y la crisis a cielo abierto que vive la cúpula del Frente de Todos tiene un impacto inevitable en el resto del país. En efecto, no son pocos los gobernadores peronistas que decidieron desdoblar los comicios por el temor de un ancla en la boleta presidencial. Hasta en la provincia de Buenos Aires hay quienes prefieren ir a las urnas en otra fecha. El temor es grande y el riesgo mayor. Y es que la interna se replica en cada jurisdicción, con más o menos pirotecnia.

El diagnóstico se agrava cuando el desconcierto actual se suma a un caos previo, de larga data. Ese es el caso de Chubut, donde el peronismo no da pie con bola desde hace tiempo. A tal punto que hoy es difícil trazar una línea y enmarcar al oficialismo nacional en la provincia. Sucede que el Partido Justicialista rechazó históricamente al gobernador Mariano Arcioni. Solo la inoperancia de la conducción local y el choque de egos los privó de vencerlo en 2019. Y ahora lo tienen dentro de la coalición, a regañadientes. 

No obstante, el mandatario provincial no puede ir por un nuevo mandato. Esta situación, que en los papeles podría aclarar el panorama, en la práctica está lejos de eso. Además, con el respaldo del Frente Renovador vía su amistar con Sergio Massa, pujará por un lugar en el Congreso. 

Sin sucesor natural ni peso específico de Arcioni para nombrar a alguien, hay varios apellidos en carrera. Uno es el vicegobernador Ricardo Sastre, que a pesar del cargo, tiene poco que ver con su compañero de fórmula. Los Sastre tienen una construcción local en su Puerto Madryn natal y pujan por lograr el apoyo del PJ para la candidatura de Ricardo. 

Pero el madrynense no está solo. Otro nombre de peso en el peronismo jugará hasta el final. Se trata del intendente de Comodoro Rivadavia, Juan Pablo Luque. El jefe comunal es uno de los alfiles que los pejotistas y kirchneristas por igual ven con buenos ojos. Ya hay conversaciones entre Sastre y Luque para intentar llegar a un acuerdo y evitar el desgaste interno y el fuego amigo. Hasta se habla de una fórmula compartida, sin acuerdo hasta la fecha.

Y si ya había demasiado ruido, en los últimos días se sumó otro nombre a la lista. El alcalde de Trelew, Adrián Maderna, había adelantado su deseo de ir por la gobernación y días atrás lo confirmó a través de sus redes sociales. “Quiero ser gobernador de Chubut. Hoy inicio este nuevo desafío y lo hago decidido a potenciar los puntos en común de nuestra sociedad y a trabajar las disidencias para enriquecer este proyecto”, expresó desde su cuenta de Twitter. El intendente cosechó el apoyo de Juan Grabois.

La cartelera del PJ se completa con la precandidatura del exdiputado provincial Exequiel Villagra, quien lidera el espacio Reconstruir Chubut. Curiosamente, una parte del partido apoya su candidatura, ya que se trata de uno de los pocos de los 4 que nunca sacó los pies del plato. Cabe señalar que Sastre y Maderna fueron marginados del Partido Justicialista en el pasado. 

En cualquier caso, el peronismo chubutense deberá arremangarse y pulir asperezas para llegar a la cita electoral con una propuesta electoral unificada y competitiva. Como dice el Martín Fierro, “los hermanos sean unidos (...), porque si entre ellos se pelean, los devoran los de afuera". Y vaya si hay alguien con cuchillo y tenedor afilado. El candidato del PRO, el senador Nacho Torres es número puesto en Juntos por el Cambio y la principal amenaza.

El último antecedente no es favorable: en las legislativas del 2021, JxC se impuso con claridad en las urnas. Justamente Torres fue el candidato más votado, superando por casi 10 puntos al aspirante del PJ, Carlos Linares. La confianza entre los cambiemitas es tal que incluso creen que en una elección separada de la nacional, la diferencia sería todavía más grande a su favor. El historial de desavenencias en el peronismo avalan esa presunción. La pelota está en cancha del peronismo.