La vicepresidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, se puso ayer al frente de un plenario de la CTA en Avellaneda y, como era de esperar, generó ruido en todos los niveles. Se trató, en concreto, y como ella misma expresó de la vuelta a “una de nuestras casas”.

Sucede que, durante el macrismo, el distrito sur se convirtió en uno de los principales bastiones de resistencia del kirchnerismo. Tanto en lo político y en lo social como en lo cultural, Avellaneda fue el destino elegido por muchos defensores del modelo K, quienes encontraron en el municipio conducido por el actual ministro de Desarrollo Territorial, Jorge Ferraresi, una especie de refugio. En concreto, un exilio interior.

Fue el propio Ferraresi quien durante el acto de ayer dio las explicaciones del caso. “Sin independencia económico, no podemos tener soberanía política. Y sin independencia económica ni soberanía política, no podemos tener justicia social. Es por eso que nos muestran como modelo en Avellaneda”, manifestó antes de que el secretario general de CTA y diputado nacional, Hugo Yasky, tome la palabra en la previa a la alocución de la vicepresidenta como la principal oradora.

Y recordó que en 2016 “pasamos de tener el 31 por ciento de los fondos coparticipables al 8 por ciento. Y nos pudimos plantar”.

Cristina Kirchner regresó sin duda a un territorio amigo y en el camino hacia el 2023 volvió a reposicionar a los aliados. Sucede que, tras asumir como funcionario nacional, Ferraresi había comenzado a mostrarse, al igual que los otros dos intendentes con licencia (Gabriel Katopodis y Juanchi Zabaleta), como uno de los ministros que trabajan en favor de la reelección del Presidente para 2023. “Nuestro proceso es de Alberto ocho años”, manifestó casi un año atrás.

Pero hoy la situación no es la misma. Y Ferraresi tomó la decisión de recibir a Cristina en Avellaneda, un gesto político de fuerte impacto interno que, en medio de las fuertes diferencias en el ejecutivo nacional, deja expuesto un reposicionamiento de su figura, otra vez, en la órbita de la expresidenta.

Una de las cosas que tenemos que empezar a construir es la conciencia de clase. Nosotros debatimos durante un tiempo el tema de la batalla cultural, y la batalla cultural está bien, es cierta; pero tenemos una dificultad: enseguida perdemos el lugar de donde venimos”, manifestó el ministro en otro pasaje de su intervención.

Y añadió: “Cuando nosotros inauguramos el coloso que está en la ciudad de Avellaneda (N.de.R: en referencia al monumento en homenaje a los trabajadores), decía que el gran éxito del peronismo va a ser cuando saquemos cero votos, porque habremos convertido a todos en clase media, y como la clase media nos odia, no nos va a votar nadie".

Con el acto de ayer, Ferraresi tomó la decisión de volver a sacar el fuego K con el objetivo de, en 2023, seguir siendo un actor de peso en un cuadro nacional sin la obligación de continuar la doctrina albertista. Falta saber si, tras el salto al Ministerio, intentará ir por un nuevo mandato en una ciudad que hoy es conducida por el actual jefe comunal Alejo Chornobroff pero que, en los hechos, dirige la jefa de Gabinete y esposa del funcionario nacional, Magdalena Sierra.