"Salió bien ¿no?", preguntó Alberto Fernández a dos integrantes de su entorno más cercano, minutos después de finalizado el acto para conmemorar el centenario de YPF. La expectativa generada en las 24 horas previas al evento tras confirmarse que el presidente y su vice se reencontrarían luego de más de tres meses sin cruzar siquiera una mirada, fue directamente proporcional a la distancia entre ambos que algunos agoreros calificaban como "la antesala de una inminente ruptura del Frente de Todos".

El debate que había reclamado la vicepresidenta en Chaco, durante la entrega de un honoris causa, se plasmó casi espontáneamente y en un acto transmitido casi por cadena nacional. “Estamos por el camino correcto”, les dijo Alberto a sus íntimos mientras regresaba a Olivos. “Ambos fuimos muy correctos, pero dije todo lo que tenía que decir”, le escucharon decir al Presidente.

La sensación que transmitía el "albertismo" es que este viernes, hubo una postura firme del mandatario frente a su vice que no dejó lugar a dudas sobre quién tiene la última palabra. "A los únicos que los Kirchner respetan, es a los que se las plantan y Alberto se plantó”, le dijo a Data Clave un funcionario con acceso directo al principal despacho de la Casa Rosada.

Alberto pragmático, no rompe, pero tampoco cede; Cristina, la lapicera y un gesto para distender

¿Cómo se gestó?

La "novela" del reencuentro entre Alberto y Cristina en el escenario de Tecnópolis empezó a gestarse hace diez días y tuvo un actor de reparto clave: Pablo Gonzalez. El titular de YPF fue el nexo entre los dos líderes del Frente de Todos. “El Presidente no iba a ir al acto”, aseguró una fuente con acceso a las negociaciones previas.

A fines de la semana pasada, Fernández le transmitó al titular de la petrolera su voluntad de no asistir para no quitarle protegonismo a CFK. Pero la respuesta de González sorprendió al mandatario: “Cristina me dijo que ella viene, si vos estás”. Ambos confirmaron su presencia el jueves por la tarde.

Desde el entorno del Presidente aseguran que fue al acto con una consigna. “Era número puesto que ella iba a hablar del pasado, de su gestión, de lo que hizo en 2012 con YPF y por eso él eligió hablar del futuro”, apuntó el informante. Según pudo confirmar Data Clave, ella no había preparado ningún discurso -como es habitual en la vicepresidenta-, mientras que él tenía esbozadas las líneas generales de lo que pensaba decir.

Ella comenzó realizando un recuento histórico desde la recuperación de YPF como empresa nacional (tras el período en manos de la española Repsol) con algunos mensajes encriptados al interior de la interna oficialista y, por supuesto, le imprimió una épica muy propia de su estilo a la nacionalización de la compañía dispuesta durante su segundo mandato que -justamente- fue el momento de mayor distancia política entre ambos dirigentes (al igual que ahora, en aquellas épocas ninguno de los dos se hablaba y se criticaban por lo bajo).

Alberto pragmático, no rompe, pero tampoco cede; Cristina, la lapicera y un gesto para distender

Era lógico que él cerrara el acto, por tratarse de la autoridad más importante entre los presentes, lo cual le permitió escuchar con atención el discurso de su vice. Pero ocurrió un hecho que cambió la decisión de Alberto. Fue la metáfora a la que nuevamente -al igual que en su recordada "carta bomba" post PASO- volvió a recurrir  la vicepresidenta: "Te pido Alberto que uses la lapicera y que la uses con los que tienen que darle cosas al país". Ese fue el disparador para que Fernández desistiera del discurso que tenía escrito para tomar la palabra y contestar, a su estilo, cada cosa que dijo Cristina.

Sin dejar de lado el pasado, al que evocó recordando a los pioneros de la compañía petrolera, el presidente orientó su alocución en tono proyectivo. Por eso, a sabiendas de lo incómoda que la pone a Cristina que exhiba su costado "hippie", Alberto recurrió a la poesía de su venerado Luis Alberto Spinetta y parafraseó la "Cantata de los puentes amarillos", que integra uno de los mejores discos de la historia del rock nacional ("Artaud") inspirada en las cartas de Vicent Van Gogh a su hermano Theo.

“Desde aquel emblemático 1973 en la que fue compuesta, la frase de Spinetta plantea claramente que hay que pensar en el futuro, porque mañana es mejor y por eso la plantee”, le escucharon decir a Alberto una vez concluida la reunión por el aniversario de YPF. “No soy de los que les gusta volver al pasado”, fue la cita que él utilizó mientras ella tragaba saliva, en uno de los momentos más cordialmente tensos del acto. 

Luis Alberto Spinetta - Cantata de Puentes Amarillos (Letra)

Luego de citar al “Flaco”, Alberto comenzó a poner sobre la mesa “todo el viaje por Europa y la preocupación por la crisis de los alimentos que atraviesa la humanidad” de la que su gobierno viene ocupándose a punto de darle “prioridad en la agenda internacional”, por tratarse de un conflicto global que amenaza también a la Argentina. Cristina ni siquiera hizo referencia al contexto generado por la guerra entre Rusia y Ucrania que -al decir de la mesa chica presidencial- “la descolocó y por eso omitió cualquier referencia en su análisis".

Balance del reencuentro

Pueden sacarse varias conclusiones de lo ocurrido este viernes en Tecnópolis. Desde el "albertismo", quedaron muy conformes con el balance que arrojó la jornada. "Ella no se le animó, marcó la cancha, pero se dio cuenta que el escenario ya no es el mismo que hace seis meses y que hay muchos dándose cuenta que las agresiones, lo único que hacen es fortalecerlo a Alberto", le dijo a este portal otro allegado presidencial. “Hagamos lo que tenemos que hacer y sigamos con lo que venimos planteando sin darle bola a las chicanas", concluyó.

La hinchada "camporista" se fue contenta con alguno de los giros discursivos de su "Jefa" (es una de sus virtudes, "hipnotizar" a quienes la escuchan con sus fintas argumentales), pero no quedó con la sensación de goleada de otros tiempos. Tampoco faltó el funcionario nacional de "paladar negro" kirchnerista que dijera -por lo bajo- "Alberto no estuvo mal, tendríamos que dejarnos de joder y laburar todos juntos".

Tomando distancia de una y otra postura, el mensaje más importante del acto de YPF es que las diferencias dentro del Frente de Todos van a persistir, pero que la coexistencia de antagonismos no es una misión imposible. El desafío es lograr que esos contrapuntos no perturben la marcha de una gestión que -a pesar de los vaivenes propios de todo gobierno de coalición- empieza a mostrar resultados en todos los planos.

Tanto Cristina como Alberto saben que del éxito o el fracaso de su gobierno depende el futuro de la Argentina. Del otro lado, acechan los sectores identificados con la necesidad de la desregulación y la eliminación del mínimo Estado de Bienestar que aún sobrevive. La frase del Supremo Carlos Rosenkrantz durante una conferencia en Chile no es una afirmación aislada de un "pensador perdido del neoliberalismo rancio", como calificó algún comunicador ultra kirchnerista esta semana.

Expresa los esbozos de una estrategia que debería alertar al peronismo para trabajar en la consolidación de su actual proyecto político y que amenaza con llevarse puestos hasta los cimientos de la tan mancillada doctrina justicialista. Si el Frente de Todos no logra cristalizar en lo que resta de su gestión aunque sea un paquete mínimo de las esperanzas que concitó su llegada al poder en 2019, lo que aguarda del otro lado tendrá la fuerza suficiente como para pasarle por encima a los más elementales derechos conquistados a lo largo del último siglo.

Por amor o por espanto, Cristina y Alberto deben entender esta premisa y llegar a 2023 con posibilidades de profundizar el modelo de distribución de la riqueza que, de momento, solo administran para evitar el caos. Porque si cualquier expresión de la derecha vernácula se valiera del desencanto generado por la diáspora peronista y lograra imponerse con contundencia en las próximas elecciones, llegará empoderada para disciplinar a las resistencias sociales y tendrá la capacidad de imponer su lógica de exclusión cuyos efectos nunca tuvieron buenos resultados para las mayorías más vulnerables de la Argentina.